En declaraciones al programa ‘La Linterna’ de la Cadena COPE, el Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, ha hablado esta mañana de los trabajos de la Asamblea Sinodal de los Obispos en la que está participando en Roma, centrada en torno a la Nueva Evangelización, y que el próximo domingo será clausurada por el Santo Padre, Benedicto XVI.
En su intervención, ha explicado que «el Sínodo es una institución que nace en la Iglesia en el tercer periodo de sesiones del Concilio Vaticano II, anunciado por Pablo VI. «Es una institución de la vida pastoral de la Iglesia con mucha tradición y vida. Está cuajada, aunque se pueda ir renovando con el tiempo para que sea más eficaz en relación con el análisis de los problemas que afectan a la Iglesia, y para elaborar respuestas que nazcan del consenso sinodal que se le ofrezca al Papa, y con él el Santo Padre pueda ejercer su misión de Pastor universal de la Iglesia con mayor eficacia».
A continuación, ha señalado que «este Sínodo ha sido muy especial por el tema» que ha tratado: la Nueva Evangelización. «Y de contenidos amplísimos. Muy rico en intervenciones, en perspectivas. Más complejo a la hora de la síntesis, que nos la da el objetivo, que es el de llevar el evangelio de nuevo a donde se perdió y quedó enterrado por escombros de la cultura del momento, o por los pecados de los hombres, y que necesitan ser evangelizados, misionados, cristianizados de nuevo, y en un mundo todavía no creyente que se entrecruza con el creyente».
Para el Cardenal, «hay que ver el panorama del momento actual en relación con la evangelización desde dos perspectivas: desde la interna de la Iglesia y desde el mundo contemporáneo al que hay que evangelizar». Así, «desde el primer punto de vista, hubo problemas, crisis que nadie puede ignorar a los 50 años del Concilio, pero también hay una presencia viva, original, impulsiva, del espíritu en la Iglesia, que actúa infundiendo carismas nuevos en función del misterio de Cristo. Desde esa perspectiva, la Nueva Evangelización exige una purificación y renovación constante de la Iglesia a través del camino propio de la purificación interior, que es la penitencia, la conversión, el propósito de la enmienda, la entrega a Cristo más neta, más plena, de la cual nazca el ardor apostólico para poder evangelizar al mundo». Y la otra perspectiva desde la cual se puede ver el Sínodo es el análisis de la situación actual del mundo». En este sentido, ha confesado que «hay problemas que son muy comunes incluso a los países que parecen más lejanos de nuestras civilizaciones, como Oceanía, Asia. El fenómeno del secularismo se da en todo el mundo: no sólo en los países de vieja tradición cristiana, sino en todo el mundo», ha afirmado.
Desde el punto de vista del análisis contemporáneo de la situación del hombre, ha confesado que hay aspectos positivos. «El análisis ha sido complejo, rico y con posibilidades. La unidad del género humano no es mala. La unidad en la verdad, en el bien, en objetivos comunes, es buena. Hay un fenómeno en el momento actual de la historia en el que la humanidad se ha acercado entre sí mucho, como nunca. Eso es un buen punto de partida para poder hacer llegar el Evangelio», ha asegurado.
También ha alertado del peligro de mundanización en la Iglesia, asegurando que ésta «está para que el mundo encuentre el camino de salvación, el camino de un nuevo mundo, no para que la Iglesia se pierda en el viejo mundo».
Y, por último, y en referencia al mensaje sinodal, ha dicho que «el único instrumento de valor magisterial y orientador de la Iglesia es la exhortación del Papa».
(Arch. Madrid) En su intervención, ha explicado que «el Sínodo es una institución que nace en la Iglesia en el tercer periodo de sesiones del Concilio Vaticano II, anunciado por Pablo VI.
«Es una institución de la vida pastoral de la Iglesia con mucha tradición y vida. Está cuajada, aunque se pueda ir renovando con el tiempo para que sea más eficaz en relación con el análisis de los problemas que afectan a la Iglesia, y para elaborar respuestas que nazcan del consenso sinodal que se le ofrezca al Papa, y con él el Santo Padre pueda ejercer su misión de Pastor universal de la Iglesia con mayor eficacia».
A continuación, ha señalado que «este Sínodo ha sido muy especial por el tema» que ha tratado: la Nueva Evangelización.
«Y de contenidos amplísimos. Muy rico en intervenciones, en perspectivas. Más complejo a la hora de la síntesis, que nos la da el objetivo, que es el de llevar el evangelio de nuevo a donde se perdió y quedó enterrado por escombros de la cultura del momento, o por los pecados de los hombres, y que necesitan ser evangelizados, misionados, cristianizados de nuevo, y en un mundo todavía no creyente que se entrecruza con el creyente».
Para el Cardenal, «hay que ver el panorama del momento actual en relación con la evangelización desde dos perspectivas: desde la interna de la Iglesia y desde el mundo contemporáneo al que hay que evangelizar».
Así, «desde el primer punto de vista, hubo problemas, crisis que nadie puede ignorar a los 50 años del Concilio, pero también hay una presencia viva, original, impulsiva, del espíritu en la Iglesia, que actúa infundiendo carismas nuevos en función del misterio de Cristo. Desde esa perspectiva, la Nueva Evangelización exige una purificación y renovación constante de la Iglesia a través del camino propio de la purificación interior, que es la penitencia, la conversión, el propósito de la enmienda, la entrega a Cristo más neta, más plena, de la cual nazca el ardor apostólico para poder evangelizar al mundo».
Y la otra perspectiva desde la cual se puede ver el Sínodo es el análisis de la situación actual del mundo». En este sentido, ha confesado que «hay problemas que son muy comunes incluso a los países que parecen más lejanos de nuestras civilizaciones, como Oceanía, Asia. El fenómeno del secularismo se da en todo el mundo: no sólo en los países de vieja tradición cristiana, sino en todo el mundo», ha afirmado. Desde el punto de vista del análisis contemporáneo de la situación del hombre, ha confesado que hay aspectos positivos.
«El análisis ha sido complejo, rico y con posibilidades. La unidad del género humano no es mala. La unidad en la verdad, en el bien, en objetivos comunes, es buena. Hay un fenómeno en el momento actual de la historia en el que la humanidad se ha acercado entre sí mucho, como nunca. Eso es un buen punto de partida para poder hacer llegar el Evangelio», ha asegurado.
También ha alertado del peligro de mundanización en la Iglesia, asegurando que ésta «está para que el mundo encuentre el camino de salvación, el camino de un nuevo mundo, no para que la Iglesia se pierda en el viejo mundo».
Y, por último, y en referencia al mensaje sinodal, ha dicho que «el único instrumento de valor magisterial y orientador de la Iglesia es la exhortación del Papa».