(Archidiócesis Lima/InfoCatólica) Durante su homilía, el Arzobispo de Lima exhortó a «reconocer de manera vital que toda libertad está siempre normada, en su interior, por el sentido de la conciencia del deber, y en lo exterior por el imperio de la ley, no de las ideologías ni de las venganzas ni resentimientos que no perdonan ni aceptan el perdón».
El purpurado aseguró que el país debe meditar sobre el futuro que desea con el deber de afirmar el valor de la peruanidad, promoviendo una cultura de unidad entre todos los peruanos.
«La palabra libertad se ha convertido realmente en mágica. Todos hablan y reclaman más libertad y, al mismo tiempo, pareciera que todos queremos imponer nuestra libertad a los demás. La libertad es el vínculo de la verdad conocida, un don maravilloso que Dios nos ha regalado para que cada uno lo desarrolle con sacrificio», reflexionó.
Afirmó que la tolerancia y el diálogo solo serán útiles si la verdad brilla y si todos los esfuerzos para promover los valores se enmarcan en el derecho que surge de la ley. Solo de esta manera el Perú se mantendrá unido en una sola familia.
«Ya es hora de que el Perú sea la Patria de todos. Unidos en una sola familia: civiles y militares, población rural, urbana y nativa. Sin ideologías clasistas que con slogans violentistas pretenden simplificar en breves frases el odio que promueven. Ha llegado el momento de desenmascarar los intentos de unos cuantos que insisten en querer capturar el poder por la fuerza y lo hacen impidiendo el desarrollo que saca de la pobreza a millones de hermanos nuestros», señaló.
Recordó también los once años que pasó como Arzobispo de Ayacucho en tiempos de violencia y muerte, en la que un pueblo atacado por el terrorismo vivía con el temor de sobrevivir un día más.
«Mi espíritu se subleva ante la mentira y la injusticia con la que algunos, de manera constante, pretenden desconocer el sacrificio tantas veces heroico de nuestras Fuerzas Armadas y Policía Nacional, que unidos al pueblo organizado en las rondas campesinas afirmaron con su presencia y con sus vidas la identidad de nuestra Patria. Un pueblo sin memoria es una Patria sin alma. Y, peor aún, un pueblo cuya memoria está vejada constantemente por sesgos de mentiras ideológicas es una Patria sin identidad propia», mencionó.
Asimismo, señaló la importancia de reconocer que todo sistema democrático reconoce unos valores éticos aceptados y sostenidos por todos.
«Una democracia no es capaz de funcionar sin valores. La evolución mundial en las últimas décadas tiende cada vez más a concebir el auténtico derecho como la capacidad de decirlo todo a través de los medios de comunicación, como licencia para expresarlo todo; y así vemos cómo se denuncian como meros tabúes los valores de la tradición ética, especialmente en el campo de la moral sexual, del matrimonio y de la defensa de la vida y de la familia», continuó.
El rol de la Iglesia en la educación
Con respecto a la educación, el cardenal Cipriani comentó que la Iglesia colabora en formar a los estudiantes, de todos los niveles y en todas sus modalidades, en una mentalidad de servicio a la sociedad y promoviendo el bien común.
«Los alumnos han de ser educados en la responsabilidad, en tener una sana inquietud por los problemas de los demás y un espíritu generoso que los lleve a enfrentarse con estos problemas y procurar encontrar la mejor solución contando para ello con un cuerpo orgánico de doctrina social», manifestó.
«Apreciamos y saludamos la iniciativa (en la educación) emprendida por el Gobierno y exhortamos a la iniciativa privada para que con mayor énfasis secunde este plan que redundará en un gran bien para el país», prosiguió.
Reconoció también que la Iglesia en nuestro país y en el mundo entero es muy respetuosa de las leyes del país y de los tratados internacionales que la vinculan.
«La propuesta educativa que la Iglesia ofrece siempre es tolerante y no impone el pensamiento único. La responsabilidad educativa es demasiado importante para los padres de familia y para el futuro de la sociedad y, por supuesto, para los mismos alumnos como para dejarla en manos de propuestas ideológicas violentistas y desfasadas», expresó.
Unidad entre la Iglesia y la Patria
En otro momento, mencionó que la fuerza de la Patria es la unidad y que por eso es importante evitar el predominio del egoísmo que puede llegar a convertir a las personas e instituciones en cuerpos sin alma ni espíritu.
«Por ello, cuando grupos movidos por ideologías del egoísmo, la mentira y la violencia, se pretenden aislar de la unidad que es la Patria, ese gran valor de todo cuerpo organizado, se debilita y surgen esas marejadas de pasiones, de violencia, de ideas y de propósitos que estancan y maltratan a la sociedad retrasando su progreso», añadió.
Así también defendió la misión y la unidad de la Iglesia al servicio del bien común de la Patria, traducido en la fidelidad al Magisterio de la Iglesia y en la unión al Papa, a sus Obispos y sacerdotes.
«La Iglesia, que no es un partido político, ni una ideología social, ni una organización mundial de concordia o de progreso material, reconoce, enseña y promueve el amor a la Patria y respalda, desde su identidad, múltiples iniciativas al servicio de los más necesitados», comentó.
Amor a la Iglesia
«No concibo que se ame a la Iglesia, que es nuestra Madre, y se hable de ella con frialdad y con desapego. El amor exige fidelidad y lealtad siempre y se prueba en el dolor y en el sacrificio», enfatizó.
Finalmente, envió un saludo de Fiestas Patrias a todos los peruanos, a quienes exhortó a mantenerse siempre unidos afirmando la solidaridad y la inclusión, cuidando a la familia y a los hijos, y buscando la verdad y el desarrollo moral de la juventud.
«Es hora de unirnos todos bajo una misma bandera, un mismo himno y una misma Constitución, sin reclamar cuotas de poder subalternos. Despertemos a la grandeza que esconde nuestra historia milenaria y aceptemos el desafío que la historia presenta a esta generación», animó.
«La libertad tiene mucho que ver con el sentimiento de la casa familiar y de la pertenencia a la Patria. Defender estos principios esenciales es defender todo lo que hace preciosa y digna de vivirse la vida humana: es decir el legado de nuestros padres, nuestra dignidad, personalidad y autonomía nacional y las santas leyes de Dios», concluyó.
Concelebraron con el Cardenal Cipriani el Nuncio Apostólico en el Perú, James Patrick Green; los tres Obispos Auxiliares de Lima, Monseñor Adriano Tomasi, OFM, Monseñor Raúl Chau y Monseñor Guillermo Abanto; Monseñor Kevin Randall, encargado de Negocios de la Nunciatura Apostólica. Participaron de la Misa los sacerdotes que integran el Cabildo Metropolitano de la Basílica Catedral de Lima.
Participaron de la celebración eucarística el Presidente de la República, Ollanta Humala Tasso; el Presidente del Congreso, Víctor Isla Rojas; el Presidente del Poder Judicial, César San Martín; los integrantes del gabinete ministerial; la alcaldesa de Lima, Susana Villarán; así como miembros del cuerpo diplomático acreditado en el país, autoridades políticas, militares y civiles.