(EP) Advierte de que el perdón «para ser auténtico y reparador» ha de pedirse «sin excusas» de manera sincera y, «sobre todo, desde el sufrimiento de las víctimas».
Expreso hoy y aquí el profundo pesar y dolor que me embarga al ser cada día más consciente de la tragedia que todas, absolutamente todas y cada una de las víctimas de la violencia están, estáis, viviendo», sentencia este ex terrorista en una carta escrita en prisión a la que ha tenido acceso Europa Press.
Estas reflexiones serán leídas por el catedrático Sabino Ayestarán en el Curso de Verano de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) 'Perdonar para vivir', que se celebra en el Palacio Miramar San Sebastián.
La misiva está fechada el pasado 24 de junio y en ella explica que «habiendo sido durante años militante de ETA» se muestra «plenamente consciente de la responsabilidad moral que ello conlleva para con las numerosas víctimas que ha generado ETA a lo largo de su historia» y «en particular» durante los años en los que fue «militante». «Dios es testigo que estoy profunda y sinceramente arrepentido de ello», añade al tiempo que matiza que pedir perdón «no es un acto necesariamente religioso, sino genuinamente humano».
«Trato en la medida de lo humanamente posible compartir de algún modo el dolor generado por las graves secuelas físicas y psicológicas que han de soportar muchas víctimas y sus familiares, así como el sufrimiento perenne que arrastran cientos de familias por la trágica pérdida de su esposo/a, hijo/a, padre, madre, hermano/a, familiar, allegado o amigo/a y tengo siempre presente que es un mal irreparable», relata.
Por ello zanja diciendo que, «en la medida en que siendo en su día miembro de ETA» contribuyó «de un modo u otro a la perpetuación de dicha violencia», pide «públicamente perdón de todo corazón y con toda la hondura de reflexión autocrítica».
«La idea matriz y motriz que propongo a reflexión es la petición libre y sincera de perdón, como elemento fundamental para desarrollar una dinámica de perdón y reconciliación que erradique definitivamente todo tipo de violencia», argumenta la carta en la que hace especial hincapié en la violencia de «intencionalidad política». Txelis usa esta expresión citando a su autor, el obispo emérito de San Sebastián, José María Setién.
Sufrimiento de las víctimas
El ex dirigente de ETA, comienza advirtiendo que «la petición de perdón, para ser auténtica y reparadora, debe hacerse ante todo y sobre todo desde el sufrimiento de las víctimas, a saber, desde la conciencia siempre creciente del dolor irreparable generado en la(s) víctima(s) y en sus familiares y allegados».
Dice que sus reflexiones pretenden ser «una aportación reflexiva humanizadora», desde su «conversión religiosa y severa autocrítica personal, al reconocimiento de la realidad masiva del sufrimiento de todas y cada una de las víctimas y de sus familiares y allegados -víctimas también-, con el contexto del llamado conflicto vasco como telón de fondo y trasfondo, independientemente de la lectura política y social que se haga del mismo».
A lo largo de esta carta de cinco folios, 'Txelis' explica lo que ha su juicio significa pedir perdón y como debe solicitarse para que sea sincero y constructivo. En ese sentido expone un total del siete puntos. Entre otros aspectos, sostiene que se trata de «un acto de humildad y no pocas veces de valentía en la medida que uno se reconoce radicalmente falible y responsable del mal causado a alguien; no echa balones fuera, valga la expresión, no busca excusas, sino que reconoce simple y llanamente el daño objetivo causado».
También afirma que «pedir perdón es un ejercicio de libertad». «Quien pide perdón con sinceridad no lo hace forzado por presiones externas, sino fruto de una libre reflexión autocrítica y empática que le lleva no solo a reconocer el mal causado sino también a conmoverse profundamente ante el sufrimiento inconmensurable que ha provocado. Por ello, a mi entender, la petición de perdón podría quedar desnaturalizada y perder su potente fuerza reparadora y regeneradora si se planteara solo como un requisito de cumplimiento formal», asevera.
Reconoce el dolor causado
A su juicio, cuando un terrorista «da el paso de pedir perdón por el dolor causado, y cuando éste es irreparable, es muy consciente de la gravedad del daño infligido y de la enorme dificultad por parte de la víctima o sus familiares para poder perdonar, e incluso para poder simplemente escuchar o recibir la petición de perdón».
Insiste en que la petición de perdón es «una oportunidad para la víctima o sus familiares para que la memoria del daño irreparable sufrido se asiente definitivamente y se fortalezca en todas sus dimensiones, siendo una de éstas el reconocimiento por parte del victimario del dolor causado, dimensión que restaba por restaurar».