(Agencias/InfoCatólica) «Se declara culpable al acusado Fernando Lugo Méndez, y por lo tanto queda separado de pleno derecho de su cargo», anunció uno de los secretarios de la Cámara Alta. Un total de 39 senadores votaron en contra del mandatario, mientras sólo cuatro dieron su voto a favor en una sesión con dos ausentes.
Tras su destitución, Lugo será sustituido por el vicepresidente, Federico Franco, hasta la celebración de nuevas elecciones en abril de 2013.
Reacción contraria de algunos países hispanoamericanos
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, fue el primero en decir que no aceptará otro presidente que no sea Lugo. A Correa le siguió la argentina Cristina Fernández, quien dijo que no va a «convalidar el golpe».
El venezolano Hugo Chávez manifestó tras reunirse con el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, que no reconoce «al írrito e ilegal» Gobierno de Franco y el boliviano Evo Morales subrayó que no acepta «un Gobierno que no surja de las urnas y el mandato del pueblo».
El presidente dominicano, Leonel Fernández, pidió a la Organización de Estados Americanos (OEA) convocar «inmediatamente una reunión general de cancilleres, con el fin de suspender al país sudamericano de los organismos regionales». Fernández planteó, además, «que debe haber una acción colectiva de la comunidad internacional, a los fines de restituir al presidente Lugo en la Presidencia de Paraguay».
Se espera que el resto de los gobiernos iberoamericanos se pronuncie en las próximas horas, aunque algunos seguramente estén a la espera de conocer cómo evoluciona en las próximas horas la situación en Paraguay, que por ahora es de tranquilidad.
Lugo acepta su destitución
Sin embargo, el propio Fernando Lugo aseguró este viernes que acata la decisión del Congreso de destituirle, aunque calificó esa medida de herida profunda a la democracia paraguaya, en un discurso tras la decisión parlamentaria. «Me someto a la decisión del Congreso», dijo Lugo en sus primeras declaraciones tras la destitución, aunque «es la historia paraguaya, su democracia, la que han sido heridas profundamente».
«Hoy me retiro como presidente, pero no como ciudadano paraguayo», sentenció el presidente destituido, y expresó su deseo de que no haya incidentes. «Que la sangre de los justos no se derrame», pidió Lugo, que tras la breve alocución abandonó el palacio presidencial en un convoy de automóviles.