Exhorta a rezar por la conversión de sus vergudos

Mons. Munilla pide a Dios que la sangre de las víctimas del terrorismo sea semilla de paz y libertad

Mons. José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, ha oficiado hoy en la catedral donostiarra del Buen Pastor una Misa por el eterno descanso de las víctimas mortales de la violencia terrorista y por el consuelo de sus familiares. El prelado ha asegurado en la homilía ser consciente de que «solo con la actitud del amor misericordioso es posible acercarse a las víctimas para ayudarles a que se levanten y reanuden su camino» y ha pedido a todas aquellas que se sientan cristianas que oren «con fe y esperanza por la conversión de quienes fueron vuestros verdugos. Será una oración heroica que contribuirá en gran medida a la sanación de vuestras heridas».

(Luis F. Pérez/InfoCatólica) En una Catedral repleta de fieles,  Mons. Munilla ha oficiado la Misa cuyo sacrificio eucarístico ha sido ofrecido por el alma de las víctimas del terrorismo y por sus familiar. 

El obispo ha asegurado que la fecha elegida para la celebración de esta Eucaristía "no se ha decidido al azar...El Beato Juan Pablo II fue quien instituyó que en el Segundo Domingo de Pascua -que hoy celebramos- se conmemorase en la Iglesia la fiesta del “Domingo de la Divina Misericordia”". "Nosotros creemos firmemente", ha dicho don José Ignacio, "que en la misericordia de Dios el mundo encontrará la paz y el hombre, la felicidad".

"Queridos hermanos que habéis sido víctimas de la violencia", ha seguido el prelado donostiarra, "permitidme compartir con vosotros unas reflexiones. Las hago con profundo respeto y consciente de que estoy entrando en un terreno sagrado, como es el sufrimiento en vuestras vidas".

Doble efecto del mal

A continuación Mons. Munilla ha explicado que el mal puede provocad un doble efecto. "El primero", ha dicho "es el de hacernos sufrir como víctimas inocentes. Pero el segundo puede llegar a ser todavía más grave: lograr que la víctima llegue a contaminarse moral o espiritualmente con el mal que injustamente está padeciendo". "No nos extrañemos" ha advertido el obispo "de que, después de haber padecido un daño físico ya irremediable, el Maligno pretenda incluso hacernos un profundo daño espiritual perdurable". 

El pastor ha exhortado a las víctimas a que "el sufrimiento que habéis padecido y que continuáis padeciendo, no os impida conocer y experimentar la bondad de Dios, la confianza en el prójimo y la esperanza en un futuro mejor". 

Aprovechando que en la Catedral de San Sebastián acoge durante el mes de abril una exposición sobre la vida y el carisma de la Madre Teresa de Calcuta, el obispo ha asegurado que "las víctimas de la violencia terrorista están reflejadas en los pobres que Madre Teresa atendió y recogió en las calles de Calcuta", pero al mismo tiempo pueden estar también "reflejadas en el icono de las propias Misioneras de la Caridad, vestidas con sus saris indios, quienes olvidadas de sí mismas se convierten en ángeles de misericordia para los demás".

Hijos de la misericordia, padres de la misericordia

El prelado ha explicado dichas comparaciones mostrando tanto la necesidad de "aprender a dejarnos amar por Dios, así como por los seres queridos que nos rodean", pues "solamente así podrán sanar nuestras heridas, esas heridas que la violencia terrorista ha generado en nuestros corazones", como de practicar la misericordia "con los que la necesitan tanto o más que nosotros, e incluso con quienes la necesitan menos que nosotros. La mejor terapia para sanar nuestras heridas, es la práctica generosa de la misericordia con las personas que nos rodean".

"Ésta es una de las paradojas del mensaje de Cristo: para sanar nuestras heridas, es necesario que nos ofrezcamos como ‘sanadores’ del prójimo". Don José Ignacio ha enseñado que "para poder ser ‘hijos de la misericordia’, tenemos que ser ‘padres de misericordia’. Porque dando se recibe; y olvidándonos de nosotros mismos, es como llegamos a encontrarnos".

"Mis queridos hermanos", ha proclamado el obispo, "las heridas de la violencia terrorista sólo pueden ser sanadas por el bálsamo de la misericordia, que se recibe al mismo tiempo que se da, ya que la misericordia no es otra cosa que el amor gratuito que nace de Dios y que se prodiga de modo especial en aquellos que sufren".

Orad por la conversión de los terroristas

"Con temblor y temor", ha añadido el prelado, "pero con la certeza que nos da el Evangelio de Jesús de Nazaret, me atrevo a proponeros en este Domingo de la Divina Misericordia, a todas las víctimas de la violencia que os sentís cristianos, que oréis con fe y esperanza por la conversión de quienes fueron vuestros verdugos. Será una oración heroica que contribuirá en gran medida a la sanación de vuestras heridas".

El obispo de San Sebastián ha concluido su predicación citando unas palabras del mensaje póstumo del Beatoo Juan Pablo II, Papa:

"A la Humanidad, que a veces parece extraviada y dominada por el poder del mal, del egoísmo y del miedo, el Señor resucitado le ofrece, como don, su amor que perdona, reconcilia y suscita de nuevo la esperanza. Es un amor que convierte los corazones y da la paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de comprender y acoger la Misericordia divina!".

¡Que su sangre sea semilla de paz y libertad!

En la introducción al acto penitencial, Mons. José Ignacio Munilla ha pronunciado las siguientes palabras:

Ofrecemos esta Eucaristía por el eterno descanso de las almas de cuantos fallecieron víctimas de la violencia terrorista. A buen seguro que cada uno de los familiares aquí presentes, ya habéis ofrecido la Santa Misa en sufragio por vuestros seres queridos en diversas ocasiones. Pero hoy lo hacemos de una manera comunitaria y conjunta, expresando el compromiso de la Iglesia por aquellos a los que el terrorismo, alimentado por una ceguera social, negó el derecho a la vida.

Dios les tenga en su gloria, de forma que puedan ser nuestros intercesores en el Cielo; y desde allí, también protagonistas destacados en el fin del terrorismo y en la construcción de un futuro de esperanza. ¡Que su sangre sea semilla de paz y de libertad! Y que Dios nos perdone a cuantos, por acción o por omisión, pudimos pecar contra quienes hoy recordamos. 

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6 comentarios

Nova
Dios bendiga a este excelente Obispo.

Eso sí, Monseñor, una única matización: Los terroristas de ETA no son verdugos, son asesinos. Los verdugos que aplicaban la pena de muerte, quitaban la vida a personas declaradas culpables de un delito grave, por un Tribunal y previo juicio. Nada de eso existe en el caso de las víctimas del terrorismo, que son inocentes.

Asesinos, por tanto. Asesinos.
15/04/12 1:35 PM
kirkayú
Estoy de acuerdo en lo que dice Monseñor Munilla. Pero los asesinos tienen que cumplir sus penas, incluso aunque fueran perdonados por sus víctimas, (a la justicia lo que es de la justicia y a Dios lo que es de Dios). Penas, que a mí personalmente, aunque no soy víctima directa, me parecen muy suaves. Y si algunos asesinos o familiares de asesinos se consideran víctimas, que les pidan responsabilidades, a los que en Vascongadas elaboraron la corrupción criminal.
No se, me parece que Monseñor Munilla, quiere darnos a entender, que los verdaderos culpables del terrorismo, no son esos necios que han apretado el gatillo, y que los verdaderos culpables no pagarán nunca. O quizá sea una impresión mia.
15/04/12 2:42 PM
tarja
Este Obispo es muy sabio por ser muy devoto, osea que reza mucho y bien. Y por donde pasa todos van tras sus enseñanzas y ejemplos de vida.
15/04/12 5:40 PM
José Jacinto Verde Colinas
También yo estoy de acuerdo con monseñor Munilla y, en principio, también creo, como kirkayú, que los asesinos o los culpables deben cumplir sus penas.

Sin embargo, a diferencia de éste, y sobre todo teniendo en cuenta que monseñor Munilla apelado a la misericordia divina, creo que si existe un arrepentimiento sincero de los mismos y se dan las condiciones necesarias para ello, yo sí estaría a favor de que se redujesen las penas, en la forma más conveniente, aunque reconozco que no soy experto en leyes humanas y que me estoy mediendo en un ámbito que apenas conozco, como es el Código Penal o el Código Civil.

Sin embargo, creo que el sentido común nos dice que, de la misma forma que Dios es bueno (es decir, misericordioso), aunque también justo (cosa que muchas veces se nos olvida), pero, si no me equivoco, que es más misericordioso que partidario del castigo, los cristianos (y, sobre todo, los católicos) tampoco deberíamos ver con malos ojos que se les redujesen las penas a los condenados que realmente mostrasen un sincero arrepentimiento (y, sobre todo, si se pudiera comprobar el mismo), que colaborasen con la Justicia, etc.
15/04/12 11:35 PM
miguelangel
Un poco de orden, misericordiosos todos: por mucho que un asesino se arrepienta de sus crímenes, no se le reduce su condena en ningún país del mundo; eso queda en la conciencia de cada uno. ¿Se imaginan autos de fe en los que los asesinos y ladrones se arrepintieran públicamente de sus crímenes y que eso estuviera regulado en el código penal, para reducir penas?. ¿Los caritativos cristianos han perdido la cabeza?. "Dura lex, sed lex" decían los romanos. Con todo lo que han tenido que pasar las víctimas del terrorismo en Vascongadas, el buen obispo debería tentarse la ropa, en lugar de presionarlos más. Primero habría que esclarecer más de 300 asesinatos sin resolver allí y luego hacer que se cumpla la ley. Qué manía con el arrepentimiento y encima, las víctimas deben orar por la conversión de los asesinos...Señor obispo, que se le entiende todo, caramba.
16/04/12 9:23 PM
Luis Fernando
A ver si entendemos el tema, que yo creo que es fácil. Mons. Munilla no ha hablado de perdón de la justicia humana sino de perdón del corazón cristiano de las víctimas.
16/04/12 10:38 PM

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