(Aci) Según el sacerdote, Johnson –a quien nunca antes había visto– apareció minutos antes de la Misa de exequias en la sacristía del templo junto a una mujer a la que le presentó como su amante.
Barbara Johnson "nunca ha sido de mi parroquia. De hecho nunca la había visto ni a ella o su familia antes de esa fatídica mañana", sostiene el sacerdote.
"Cuando traté de alcanzar a la señorita Johnson, su amante se interpuso en mi camino en la estrecha sacristía y con su cuerpo bloqueó el camino hacia la puerta. Cortésmente le pedí que se moviera y no lo hizo", detalló.
El sacerdote recordó que el derecho canónico establece que no se puede dar la comunión a "los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave".
"Bajo estas circunstancias, sin aspavientos retuve la comunión, tan calladamente que incluso el ministro de la Eucaristía que estaba a unos dos metros de mí no se dio cuenta. De hecho la señorita Johnson muy pronta fue con él para recibir la comunión y así lo hizo", recordó.
"No hubo escándalo ni ‘reprimenda pública’ ni pequeña homilía al respecto como algunos han dicho. Los detalles importan en el periodismo. La señorita Johnson no estaba arrodillada cuando se aproximó a la comunión. Tampoco recibió el copón como indica ya que es política de la parroquia Saint John Neumann nunca distribuir la comunión bajo las dos especies (pan y vino) en los funerales", relató el sacerdote.
"Ha habido muchos reportajes imprecisos e incompletos sobre este tema. Los medios honestos deberían imprimir retractaciones y disculpas por el falso escándalo que han causado y la evidente incompetencia de sus ‘periodistas’", aclaró.
Sobre su supuesto "desprecio" a la hora del entierro al que no asistió, el sacerdote explicó que eso se debió a la fuerte migraña que lo aquejaba y no a ningún tipo de intento de "deshonrar" la memoria de la madre de Johnson por ser lesbiana. La afección del presbítero, precisó, fue debidamente comunicada a la familia.
Tras expresar reiteradamente sus condolencias a Johnson y a su familia, el P. Guarnizo señala que "nunca intencionalmente he querido o buscado avergonzar a alguien públicamente o causarle mayor estrés emocional durante un momento difícil. No busco ni genero esas circunstancias".
El sacerdote defendió su postura y consideró que "estas circunstancias pueden y se ven a repetir muchas veces si la Iglesia local no deja claro a todos los católicos que confesar abiertamente sus pecados es algo que se hace en el confesionario y no minutos antes de la Misa en la que se da la Santa Eucaristía".
Sobre la "suspensión" a la que se han referido muchos medios, el presbítero explicó que no ha recibido esa sanción, sino el retiro de algunas licencias en la archidiócesis de Washington en donde colabora. El Arzobispo de Washington no puede disponer sobre él ya que el sacerdote está incardinado (pertenece pastoralmente) en la archidiócesis de Moscú en Rusia.
El sacerdote junto a sus colaboradores ha recogido "varios testimonios y declaraciones juradas que precisan lo que realmente sucedió durante el funeral".
El P. Guarnizo, que hace dos meses perdió a su propia madre, agradeció a todos los que "han rezado y le han expresado sus mejores deseos". "Finalmente deseo por el bien de la Iglesia Universal, la archidiócesis, mi parroquia y la paz de mis amigos y todos alrededor del mundo, que la archidiócesis deje de resolver lo que llaman asuntos del fuero interno de los que no pueden hablar, a través de los medios", afirmó y reiteró que sigue "fiel a mi Obispo y a mi Iglesia, y por encima de todo a Jesucristo como servidor obediente".