(BBC/El Mundo) Las nuevas unidades están formadas por un médico, una enfermera y todo el material sanitario necesario para realizar la eutanasia. Los pacientes pueden elegir entre inyecciones administradas por el equipo médico o beber una mezcla letal de drogas mortales.
La organización holandesa de Derecho a Morir (NVVE, por sus siglas en holandés), que financia el nuevo sistema, dice que las dos opciones están disponibles en las unidades móviles. “Primero se le suministra al paciente una inyección, que lo transporta a un sueño profundo. A eso sigue una segunda inyección, que detiene su respiración y el latido del corazón”, dice un representante del grupo, Walburg de Jong.
Derecho a decidir cómo morir
Uno de los creadores de las unidades Levenseinde (final de la vida), Jan Suyver, cree firmemente que los pacientes deberían tener el derecho a decidir sobre su muerte. “La eutanasia es legal bajo la legislación holandesa, así que si alguien la quiere y cumple con los criterios necesarios, tiene derecho a ella y por eso creé estas unidades”, afirma Jan Suyver.
Suyver, un juez retirado, dice que se inspiró para desarrollar esta idea tras ver a muchas personas que cumplían los requisitos para solicitar la eutanasia pero eran rechazadas por sus médicos de cabecera. “Vi pacientes que padecían un dolor insoportable, que no tenían posibilidad de recuperación y que estaban seguros de que querían morir, pero como sus doctores creían que no tenían la experiencia suficiente para practicar la eutanasia o sentían que iba en contra de sus creencias religiosas o morales, no se les aplicaba”, sostiene.
En 2002, Holanda se convirtió en el primer país del mundo en legalizar la eutanasia. Cada año se llevan a cabo entre 2.500 y 3.000 eutanasias, que suponen cerca del 2% de las muertes anuales. Las normas establecen que los pacientes deben ser totalmente conscientes en el momento de solicitar la eutanasia. Dos doctores deben estar de acuerdo en que no hay posibilidad de recuperación y en que el paciente está experimentando “un sufrimiento insoportable e interminable”.
Una idea de locos
Pero Bert Dorenbos, quien representa al grupo holandés Grito por la Vida, piensa que las unidades móviles llevan la legislación demasiado lejos. “Es una idea de locos. Es una excusa de la gente a favor de la eutanasia para imponer sus intereses. Creo que es una campaña de relaciones públicas más que una preocupación genuina por los pacientes que sufren”, afirma.
Suyver es consciente de que el servicio queda expuesto al abuso. “Por supuesto que estoy seguro de que habrá gente que sólo quiera cometer suicidio y piense que les vamos a ayudar. Esas solicitudes serán rechazadas”, dice. Los creadores del sistema aún no tienen ninguna solicitud, pero esperan gestionar unos 1.000 casos al año y correrán con los gastos, ya que no cobrarán nada a los pacientes.
La Asociación Médica Real Holandesa ha expresado su inquietud por que la naturaleza móvil de las unidades no permita a los doctores establecer una relación lo suficientemente fuerte con el paciente como para ser capaces de decidir si es apto o no para la eutanasia.
La eutanasia no es legal únicamente en Holanda. Bélgica también legalizó esta práctica en 2002 y el suicidio asistido se permite en Suiza desde los años 40.