(Diario Vasco) Según la ley que regula las enseñanzas educativas en España, en virtud de los acuerdos suscritos entre el Estado español y la Santa Sede, la inclusión de la religión católica como materia –la mención a las restantes confesiones no es tan precisa en la disposición legal– es “de oferta obligatoria para los centros y de carácter voluntario para los alumnos”. No hay cupos, ni mínimos, ni salvedades: según la normativa vigente, tal como confirman desde el Departamento de Educación del Gobierno Vasco, “basta con que un único alumno solicite clases de religión católica para que tenga derecho a las mismas”.
La cuestión cobra una importancia especial cuando es inminente la apertura del período de inscripción de alumnos de Educación Infantil, Primaria y Secundaria Obligatoria, que afecta principalmente a los que se iniciarán en la vida escolar el próximo otoño. Es en esa primera solicitud de inscripción en la que los progenitores tienen la oportunidad de poner de manifiesto si desean que sus hijos o hijas cursen la asignatura de religión o no.
“No está bien vista”
Sobre el papel, y más allá de las opiniones que cada uno pueda tener al respecto, el asunto no parece plantear demasiadas complicaciones. Padres y madres que desean que la escolarización de sus hijos incluya la Religión como asignatura y profesores de esa materia aseguran, sin embargo, que en la práctica la situación es muy distinta. En representación de ambos colectivos, Pedro Ereña, profesor, e Iñaki Bengoetxea, padre de familia, aseguran que “en nombre de un laicismo mal entendido” muchos centros públicos hacen oídos sordos “a la voluntad que manifiestan muchos padres”.
De hecho, aseguran, en Gipuzkoa el 40% de centros públicos no imparte la asignatura de Religión. Para saber si eso se debía a que, efectivamente, ningún alumno pedía clase de Religión o a alguna otra circunstancia, solicitaron en su día los datos de prematriculación –en los que sí figura la opción inicial de los padres–; obtuvieron los correspondientes al curso 2010-2011 y, según afirman, constataron que “en muchos de los centros en los que no se da la asignatura había padres que lo habían pedido”. Cursada y resuelta la correspondiente reclamación, quince centros que en principio no la impartían recuperaron la asignatura.
A pesar de todo, “hay numerosas familias víctimas de una situación en la que muchos centros están negando la posibilidad de que nuestros hijos reciban la clase de religión católica”, asegura Bengoetxea, miembro de la asociación de padres 'Anitzak', que todavía no ha realizado su presentación en sociedad pero ya se ofrece para asesorar y orientar a padres y madres que se encuentren en esa situación –“muchos ni saben que tienen ese derecho”– y a canalizar sus inquietudes y demandas ante la Administración, cuyo amparo solicitan ante las reiteradas “vulneraciones de nuestro derecho” de las que aseguran ser víctimas. Porque las reclamaciones que se canalizan a través del Obispado, que tiene sus canales formales de interlocución con el Departamento de Educación, son una cosa, y otra muy distinta es la situación en la que se encuentran “algunos padres, que se lo tienen que luchar solos. Tienen que soportar presiones, hasta los niños llegan a ser señalados... Pasan por muchas incomodidades y, al final, desisten”.
En realidad, la Administración no es el objeto de sus críticas, sino que destacan la ayuda que reciben por parte de Educación. Ereña, uno de los 204 docentes de religión católica (y uno de religión islámica) de Primaria transferidos el pasado año del Ministerio de Educación al Gobierno Vasco reconoce que, “convertidos en miembros de pleno derecho de los claustros”, su situación ha mejorado considerablemente, aunque en algunos centros “el clima es bastante hostil”. El problema, aseguran, está en algunas escuelas –insisten no obstante en afirmar que en la mayoría impera la normalidad–, y resulta especialmente difícil de resolver cuando el centro que no cumple la ley es el único que existe en una localidad, lo que dificulta extraordinariamente la capacidad de libre elección de los padres.
Bengoetxea ha experimentado con sus propios hijos la situación que denuncia. La razón que le dieron en un centro público para que “no pudiera hacer efectivo mi derecho a transmitir a mi hija valores cristianos también en la escuela” fue que habían “apostado por una escuela laica”. “Nosotros también –apostilla Ereña–, pero eso no tiene nada que ver con un laicismo mal entendido que no está aceptando la pluralidad y está negando la posibilidad de formar integralmente a los alumnos”. Formación para la que, a su juicio, la Religión –“que en la actualidad no está bien vista”– es un elemento incuestionable.
“Vulneración de derechos”
Apuntan a “algunas APAs que están impulsando la vulneración de derechos de otros padres” y recuerdan que “la decisión de un Consejo Escolar no puede estar por encima de lo que dicta la ley”. Bengoetxea cree que en muchos casos también subyacen problemas prácticos, “como qué hacer con los demás alumnos, que no pueden adelantar materia curricular, mientras algunos están en clase de Religión”. Entiende que puede generar trastornos, “pero no pueden resolverlos a costa de no impartir la asignatura”.
En la misma línea, el obispo de Bilbao, Mons. Mario Iceta, ha criticado que la enseñanza religiosa se “vea sometida a presiones para excluirla del ámbito educativo público” y ha afirmado que instituciones y centros educativos deben “velar para que la legalidad sea respetada” para que las familias puedan elegir “conforme a sus convicciones”.
Laicistas radicales contra la enseñanza de la religión
Ehige, la confederación que agrupa a las federaciones de padres y madres de la escuela pública, ha lanzado una campaña “por una escuela pública laica para todas y todos” que plantea como principal reclamación que la religión quede fuera del horario lectivo.
Recordando que “las leyes garantizan el derecho de los padres y madres a dar a sus hijos e hijas una educación acorde con sus creencias”, Ehige aporta el dato de que “el 70% de las familias de primaria y el 80% de secundaria no elige Religión”, por lo que el “alumnado que no elige Religión se ve obligado a recibir una asignatura denominada Alternativa Educativa Organizada, que en muchas ocasiones resulta ser de relleno, en vez de recibir otras materias”. Así, “se segrega al alumnado en base a sus creencias y se pierden entre una y dos horas a la semana en vez de dar otras materias”. En el documento que están difundiendo critican, además, que “se permite que profesorado que no ha pasado por el mismo proceso que el resto (oposiciones, concurso de méritos), enseñe a nuestras hijas e hijos además de Religión otras asignaturas del currículum”.
La confederación que agrupa al 90% de las asociaciones de la CAV propone que, “si queremos una formación religiosa para nuestras hijas e hijos busquemos otros lugares para transmitirles nuestras creencias en lugares destinados a ellos: iglesias, sinagogas, mezquitas...”, dejando la Religión fuera del horario lectivo y permitiendo que los alumnos que no cursen esa asignatura puedan “aprovechar esas horas para las áreas curriculares obligatorias”.
El 45% cursa Religión
Según datos referidos al curso 2010-2011, los más recientes facilitados por el Departamento de Educación del Gobierno Vasco, algo más del 45% de los alumnos que cursan enseñanzas no universitarias en la CAV asistía a clase de religión católica: 125.782 de los 278.998 matriculados. Pese a ser esa la media, sin embargo, los porcentajes eran muy distintos en la red privada concertada y en la pública. Si en la primera 67 de cada 100 alumnos habían elegido Religión, en la pública el porcentaje no llegaba al 23%. En el primer caso, es obvia la incidencia de los centros pertenecientes a la red de la escuela cristiana vasca.
A la hora de medir la presencia de las religiones en el sistema educativo vasco se advierte que la que tienen confesiones diferentes a la católica es prácticamente testimonial. En el curso 2010-2011, tan solo 132 alumnos recibían clase de religión islámica, en tanto que 306 tenían como asignatura la historia y la cultura de las religiones, y 15 recibían enseñanzas de la religión cristiana evangélica. Y todos ellos estaban escolarizados en la red pública, donde los alumnos que cursaban religión católica eran 31.260, más de la mitad de ellos en primaria, en tramo con un mayor porcentaje de alumnos con clase de religión.