(Efe) "Es importante -dice el Papa- que los sacerdotes que llevan a cabo su delicado trabajo en los hospitales, en los centros de tratamiento médico, y están cercanos a las habitaciones de los enfermos se sientan verdaderos "ministros de los enfermos", es decir, "signo e instrumento de la compasión de Cristo, que debe alcanzar a cada hombre marcado por el sufrimiento".
El Obispo de Roma resalta el "valor medicinal" del sacramento de la Penitencia que también debe ser facilitado a los enfermos. "A través del mismo -destaca- el momento del sufrimiento, en el cual podría surgir la tentación de abandonarse al descorazonamiento y a la desesperación, puede transformarse en tiempo de gracia para reencontrase a sí mismo y repasar su propia vida, reconociendo los errores y los fracasos".
El Santo Padre asegura además que el sacramento de la Unción de los Enfermos no debe considerarse "un sacramento menor" respecto a los otros y merece "mayor atención", tanto "en la reflexión teológica como en la acción pastoral con los enfermos".
El Papa recuerda que de la lectura de los Evangelios se desprende que Jesús tuvo una atención especial hacia los enfermos y que instituyó para ellos un sacramento específico: La Unción de los Enfermos, ya existente en las primeras comunidad cristianas. El Obispo de Roma subraya que para recibir dicho sacramento no debe esperarse "a cuando el enfermo esté al final de la vida".
El tema de este mensaje para la XX Jornada Mundial del Enfermo -"¡Levántate y anda, tu fe te ha salvado!"- está también relacionado con el próximo "Año de la Fe", que comenzará el 11 de octubre de 2012, "una ocasión propicia y preciosa para redescubrir la fuerza y la belleza de la fe", afirma.
El Papa desea "animar a los enfermos y a los que sufren a encontrar siempre una seguridad en la fe, alimentada por la palabra de Dios, por la oración personal y por los sacramentos", mientras invita "a los pastores a estar siempre más disponibles a sus celebraciones para los enfermos". Y agradece en su nombre y en el de la Iglesia a los que trabajan en el mundo de la salud, como también a las familias, "porque en su competencia profesional y en el silencio, muchas veces sin nombrar el nombre de Cristo, lo manifiestan concretamente".