(Noticias Globales/InfoCatólica) El informe adelanta algunas de la conclusiones de la futura Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible (Río de Janeiro, junio 2012), también llamada Río+20, conmemorando el 20° aniversario de la Cumbre Río de Janeiro sobre Medio Ambiente y Desarrollo (1992).
Objetivos sin eufemismos
Leyendo el informe y conociendo el lenguaje usado por la ONU en los documentos que se han sucedido en estos 20 años, se saca la impresión de que lo único que ha cambiado es que los objetivos reales de las políticas de Naciones Unidas se manifiestan cada vez más claramente, con menos eufemismos.
Helen Clark, Administradora Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, comienza diciendo que "la desigualdad de género interactúa con los resultados ambientales y los agrava", siendo que en el lenguaje internacional, igualdad de género significa el derecho de las mujeres y las niñas a ejercer el control sobre sus propios cuerpos, su sexualidad y la reproducción. Recordemos también que el término “salud reproductiva”, abarca la esterilización y el aborto por medios químicos y quirúrgicos.
Esterilización y aborto para combatir el “efecto invernadero”
El Informe afirma: “Más allá de los Objetivos de desarrollo del milenio, el mundo necesita un marco para avanzar después de 2015 que refleje la equidad y la sostenibilidad; Río+20 representa una gran oportunidad para llegar a una noción compartida de cómo seguir avanzando”. “Hay alternativas a la inequidad y la insostenibilidad (…) Las inversiones que mejoran la equidad -por ejemplo en cuanto al acceso a energía renovable, agua y saneamiento, y salud reproductiva- pueden mejorar tanto la sostenibilidad como el desarrollo humano”.
“Nuestro Índice de Desigualdad de Género (IDG), que este año fue actualizado para 145 países, muestra cómo las restricciones a la salud reproductiva contribuyen a la desigualdad de género. Se trata de un tema importante, porque en los países donde existe un control efectivo y universal de la reproducción, las mujeres tienen menos descendencia, con los beneficios que ello implica para la salud materna e infantil y para la reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero”.
El informe señala que “por ejemplo, en Cuba, Mauricio, Tailandia y Túnez, donde tanto los servicios de salud reproductiva como los anticonceptivos están disponibles sin restricción, las tasas de fecundidad se sitúan por debajo de los dos nacimientos por mujer. Sin embargo, en el mundo persisten muchas necesidades no satisfechas en este ámbito y los datos sugieren que si todas las mujeres pudieran ejercer sus derechos reproductivos, el crecimiento demográfico se reduciría lo suficiente para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero a niveles más bajos que los actuales. Se calcula que de atenderse las necesidades de planificación familiar no cubiertas de aquí a 2050, las emisiones mundiales de dióxido de carbono se reducirían hasta en 17% por debajo de sus niveles actuales”.
Desde la Onu, por tanto, se considera una “conquista” llegar a una tasa de natalidad inferior a la necesaria para el recambio generacional, lo cual llevaría antes o después a la desaparición de los países con dicha tasa.
Concluye la primera parte del informe diciendo: “los derechos reproductivos, incluido el acceso a servicios de salud reproductiva, son una condición previa de empoderamiento de la mujer y también podrían evitar la degradación ambiental”.
Bangladesh como ejemplo
El Informe registra el “éxito” de las políticas de salud reproductiva (esterilización y aborto) en “Bangladesh, donde la tasa de fecundidad cayó de 6,6 nacimientos por cada mujer en 1975, a 2,4 en 2009”. Allí, dice el documento, el gobierno recurrió a programas de divulgación y subsidios para facilitar la disponibilidad de medidas anticonceptivas, y además a “debates con líderes de opinión de ambos sexos -religiosos, maestros y organizaciones no gubernamentales- para influir en las normas sociales”.
Por lo demás, el Programa de la ONU para el Desarrollo afirma que en Informe sobre Desarrollo Humano 2011 es “coherente y refleja las declaraciones internacionales sobre desarrollo sostenible, como las de Estocolmo (1972), Río de Janeiro (1992) y Johannesburgo (2002), que promueven los tres pilares del desarrollo sostenible: equidad ambiental, económica y social”