(Zenit) Según informaba la página web del patriarcado maronita, el obispo de Bagdad Jean Benjamin Sleiman presentó al patriarca Yousef III Younan de la Iglesia sirocatólica el dossier con la información recogida para la canonización de los dos sacerdotes, considerados mártires.
Centenares de cristianos se reunieron el 31 de octubre por la tarde en la catedral de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Bagdad para asistir a la misa en sufragio de los difuntos de la masacre, que tuvo lugar hace exactamente un año en la misma catedral, en la que un grupo de extremistas islámicos ligado a Al Qaeda asesinó a 44 feligreses, siete miembros de las fuerzas de seguridad y dos sacerdotes.
La ceremonia –según informó Radio Vaticana Radio Vaticana este 1 de noviembre– fue concelebrada por el obispo de Bagdad Jean Benjamin Sleiman, por el patriarca Younan de la Iglesia sirocatólica, por mar Emmanuel III Delly de la Iglesia caldea, y por el patriarca de la Iglesia maronita Bechara Boutros Raï, llegado a propósito del Libano.
El patriarca maronita Beshara Raï estaba acompañado por el obispo Camille Zaidan, además del citado patriarca Younan. “Es necesario que vayamos juntos [con Younan] a Bagdad para expresar solidaridad al pueblo iraquí, que definitivamente rechaza la violencia y la guerra”, había dicho previamente a los medios en el aeropuerto antes de viajar a Irak, según informaba The Daily Star de Líbano el 1 de noviembre.
“Diremos a las familias de las víctimas y a nuestro pueblo cristiano en Irak que sigan el mensaje de amor, reconciliación y de paz... por el que pagaron un alto precio”, dijo el patriarca Raï. En la ceremonia participaron, en signo de solidaridad con las víctimas, algunos representantes religiosos musulmanes.
La zona en torno a la catedral de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro estaba literalmente blindada por razones de seguridad, con hombres armados y diseminados a lo largo de todo el perímetro y sobre el tejado, y acceso de calles bloqueado por controles.
En los muros externos de la catedral se colgaron fotografías gigantes de las víctimas y pancartas con eslóganes de condena de la violencia y de llamamiento a la comunidad internacional para que se movilice contra las masacres de las minorías en Irak, mientras que, dentro, el coro fue decorado con las flores y las vestimentas sagradas del día de la masacre; sobre los muros y en el techo se notan todavía los agujeros de los proyectiles.
El atentado provocó el aumento de la emigración de cristianos
El atentado del año pasado, entre los más sangrientos que se recuerden en el país, causó un fuerte incremento de la emigración de los cristianos iraquíes hacia Europa, Estados Unidos y Australia, mientras que una fuerte sensación de inseguridad y temor por la propia incolumidad serpean entre quienes permanecen.
El cardenal Leonardo Sandri –informaba el 31 de octubre Asia News–, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, en una misa celebrada en Roma el 30 de octubre, para conmemorar el luctuoso atentado, dijo: “La Iglesia y el mundo no pueden y no deben olvidar. Debemos recordar, sí, ciertamente, pero para ofrecer el perdón y luego para implorar la paz para los vivos y los difuntos”.
La celebración eucarística, en la iglesia sirocatólica de Roma, fue presidida por monseñor Michaele Al Jameel, acreditado del patriarcado sirocatólico ante la Santa Sede. Asistieron el cardenal Ignace Moussa Daoud, exprefecto del Congregación de las Iglesias Orientales, así como Habib Al Sadr, embajador iraquí ante la Santa Sede, y sacerdotes, religiosos y estudiantes en Roma.
El cardenal Sandri se dijo unido a los patriarcas de las Iglesias orientales, sirocatólico, maronita (que viajaron a Bagdad para la celebración) y caldeo. Tras recordar su participación en el encuentro por la paz y la justicia en Asís, el pasado 27 de octubre, el prefecto de las Iglesias Orientales invocó de nuevo el don de la paz. “Todas las comunidades sirocatólicas –dijo el cardenal Sandri- se han unido a nosotros y junto a otras muchas comunidades rogamos para que el amor de Cristo venza siempre a la muerte”.
El cardenal Sandri recordó también las palabras de Benedicto XVI, pronunciadas en el Ángelus del 1 de noviembre de 2010, al día siguiente de la masacre, a favor de las víctimas de “esta absurda violencia, tanto más feroz cuanto que ha atacado a personas inermes, recogidas en la casa de Dios, que es casa de amor y de reconciliación”.
“Oremos –añadió el cardenal Sandri– para que el sacrificio de estos hermanos y hermanas nuestros pueda ser semilla de paz y de verdadero renacimiento y para que cuántos se preocupan por la reconciliación, la fraternidad y la convivencia solidaria encuentren motivo y fuerza para obrar el bien”.
Al final de la misa, el padre Mukhlis Shasha, amigo de los dos sacerdotes mártires –Thair Saad Allah y Waseem Sabeeh–, dió testimonio sobre el modo en que murieron los dos sacerdotes. Recordó también que los cristianos en Irak son todavía objetivo de atentados que han obligado a muchos a dejar el país.