(Efe) Según la sentencia, divulgada ayer por medios estatales lusos, el condenado, de 38 años, deberá desembolsar, en concepto de daños no patrimoniales, un total de 3.000 euros por haber defraudado la fe de las víctimas de sus engaños.
Asimismo, está obligado a disculparse, en el plazo de 15 días, ante la Archidiócesis de Braga, una de las principales de Portugal, así como ante las parroquias donde ejerció ilegalmente y ante sus respectivos feligreses.
Podrá mantener la pena de cárcel suspendida y no entrar en prisión si indemniza con 4.727 euros a tres personas que engañó y no comete otros delitos.
El tribunal de Santo Tirso dio como probado que el acusado se infiltró en la Iglesia Católica en 2004 cuando, haciéndose pasar por un sacerdote misionero, contactó con el párroco de una localidad aledaña a Oporto, que estaba enfermo, y se ofreció para ayudarle.
El falso cura acabó por prestar numerosos servicios religiosos en varias diócesis del norte, el centro y el sur de Portugal hasta que otro sacerdote sospechó de sus comportamientos extraños y de sus discursos contradictorios.
La Policía le arresto en 2007, cuando se preparaba para presidir un bautizo, tras una investigación que reveló su falsa condición religiosa y cómo la aprovechaba para pedir dinero destinado a inexistentes obras benéficas y misiones humanitarias en África.