La posición de las autoridades de la Pontificia Universidad Católica del Perú, en el diferendo que mantienen con el Vaticano por el gobierno de la PUCP, es delirante, ridícula, ilegal e intolerante.
Delirante, porque si impusieran su voluntad, la Iglesia de Roma tendría que dejar de llamarse Católica –al menos en el Perú– solo porque el rector Marcial Rubio ha registrado en Indecopi la marca “Católica” como propiedad intelectual de la PUCP.
Ridícula, porque supone que los nombres de instituciones pueden ser registrados como propiedad intelectual o como marca. ¿Acaso Rubio también piensa registrar las marcas “El Vaticano”, “Ejército Peruano” o “APRA”?
Ilegal, porque desconoce los derechos de la Iglesia Católica sobre la PUCP, habiendo sido ésta concebida y fundada por aquella en 1917. Todas las autoridades de la universidad así lo han reconocido a lo largo de su historia, en diversos documentos oficiales enviados a Roma.
El rector Rubio también lo hizo al enviar los estatutos de la PUCP a la Santa Sede para que ésta los aprobara. El nombre de Pontificia lo corrobora, pues esta denominación la tienen solo instituciones que pertenecen a la iglesia.
Intolerante, porque las autoridades de la PUCP pretenden en el fondo impedir que la iglesia gobierne su universidad bajo sus normas, es decir enseñando su doctrina con la misma libertad con que hoy se les enseña a los alumnos otras doctrinas, como el materialismo marxista.
Es falso que la PUCP actual sea un ejemplo de pensamiento libre. Al contrario, quienes la gobiernan han impuesto un pensamiento único izquierdista. Los maestros que no se alinean con éste reciben escasas horas de clase o son marginados.
Al jurista Francisco Tudela, siendo docente de la PUCP, le “sugirieron” que dictara su curso con libros de autores marxistas. El les replicó que no tenía inconveniente en hacerlo, siempre y cuando le permitieran utilizar a la vez otros libros no marxistas. Un tiempo después fue apartado del curso.
Cuando alguien recuerda con nostalgia la amplia libertad de cátedra que tuvo alguna vez la Católica, habla de muchos años atrás, no de ahora.
Intolerancia, pensamiento único, espíritu totalitario, irrespeto al estado de derecho, desacato a la ley, son los rasgos que caracterizan hoy a la PUCP.
Para taparlo se inventan enemigos y argumentos. Dicen “el Opus Dei quiere tomar la universidad”, “Cipriani quiere nuestros millones”, “la ley universitaria nos ampara”. Ni lo uno, ni lo otro.
La iglesia toda reclama que le devuelvan su universidad, desde los jesuitas hasta los franciscanos. Y lo de la ley universitaria tampoco es verdad, ya que otras ocho universidades católicas del país se rigen por las normas para la educación establecidas por Roma, pues no se contraponen con la ley peruana.
La cúpula caviar de la PUCP ha perdido todas las batallas, ante el Poder Judicial, el Tribunal Constitucional y el Vaticano. Se le acabó el tiempo, aunque no le guste está obligada a acatar el mandato de la justicia y la decisión de Roma. Amén.
Víctor Robles Sousa, periodista y analista político
Artículo publicado originalmente en el diario peruano La Razón