Un amigo me escribe hace pocas semanas: Milenko, ¿te gustaría participar en los “rescates”? Sospechaba de lo que se podría tratar, pero le pregunté que me lo aclare. Me respondió que se trata de estar unas pocas horas delante de alguna clínica abortista, o el tiempo que puedas, y al acercarse alguna mujer con intención de entrar en ese tanatorio, hablarle… de la vida en definitiva, de que es posible, y de que puede contar con el asesoramiento de la Red Madre, de lo que le damos la información necesaria. Así de sencillo y difícil.
Respondí afirmativamente, dentro de las disponibilidades de mi horario, ya que no soy de esas benditas religiosas que se dedican ayudar a las mujeres de New York a no abortar. Da igual si puedo todas las semanas, o una vez al mes, o cuando pueda. Media hora, una hora, quince minutos, cuando pueda, pero pasaré. La experiencia ha sido muy grata. Me comentaron los voluntarios de esta actividad reciente en Murcia, promovida por unos jóvenes de los alrededores, que dos jóvenes en sábados sucesivos decidieron no abortar y pasar por las oficinas de la Red Madre. ¿No merece la pena hacer todo esto aunque sea por una sola vida? Por supuesto, y además, al alcance de todos.
Ahora algunas observaciones adicionales. De momento somos hombres solamente. En ese sentido, es obvio como sostienen acertadamente algunos voluntarios, que sería muy conveniente que haya alguna mujer entre nosotros. Por varios motivos. Incluso porque, como me dice una hija mía adolescente, “papá, no sé si te das cuenta, pero tú cuando te acercas a una persona, le das miedo”. Efectivamente, la misma forma de acercarse que tiene una mujer, es por lo general menos agresiva, más receptible. Por otra parte, es la mujer que va a dar a la luz, no el hombre. Es por eso más comprensible que una mujer anime a otra a tener el hijo, porque parece que hablan un lenguaje más comprensible para ellas. Ni falta decir tiene que el testimonio de los más contundentes es de las mujeres que hayan abortado en el pasado, y quieren ahora contribuir a que otras no cometan el mismo error. ¿Quién mejor para hablar del síndrome post aborto, si llega el caso para eso?
Tampoco es necesario que haya demasiadas personas delante de la clínica, podría parecer que se trata de una intimidación, y no se trata de eso. En todo caso, hay que organizar el personal, economizar los esfuerzos y el tiempo dedicado. Más vale asegurar una asistencia dilatada en el tiempo, que empezar fuerte al principio y venirse abajo en poco tiempo. Más vale que siempre haya dos o tres personas, que un día veinte y otros ninguno. Para tal fin, es fácil organizarse mediante medios digitales que todos tenemos al alcance. Existe el correo [email protected] y Facebook Rescates España. ¿Dispone de cinco minutos? Contamos con usted.
Recuerdo una película, no recuerdo su nombre, en la que una joven se acerca a la clínica delante de la cual se encontraba una niña de un movimiento pro vida. La niña simplemente le dijo, ya como último recurso, “es que tiene uñas”, lo cual impactó a la joven y le hizo reconsiderar su intención, de la que finalmente desistió. Estas situaciones en América se ven tan normales. Aquí los voluntarios de los rescates pueden parecer “pardillos”, o exaltados, o fanáticos o… ¿y qué? “Más quisiera ser un réprobo con tal de que se salven a los que predico”, recordaremos a San Pablo. Pues perdamos la vergüenza ya, ya está bien. En todo caso, la vergüenza que sea para pecar.
Con todo, algo está ocurriendo. Cada vez más personas sin ningún rubor manifiestan con claridad sus ideas cristianas, y las defienden públicamente. O las de pro vida, que deberían ser el patrimonio universal. Con agrado veo que algunos fieles se atreven, sí, esa también podría ser la palabra, a rezar el rosario cada 25 del mes delante de las clínicas en cuestión. Por lo demás, el movimiento pro vida en España en concreto, lo mismo que la Red Madre, empiezan a mosquear a más de uno. Es justo también avisar a los voluntarios que los propietarios de las clínicas no están nada a gusto con lo que está ocurriendo. Recomiendo por lo mismo que las personas interesadas vayan provistas del D.N.I por si aparece la policía, avisada por los trabajadores de la clínica. Y que tampoco se dejen intimidar por las fotos que les puedan hacer y las amenazas que puedan proliferar. El currículo siempre ha costado esfuerzo ganarlo. Por lo demás, es una de las mayores pruebas de lo acertado de la empresa iniciada.
Es necesario difundir la cultura de la vida. Hasta que aquí ocurra lo que sucede en los EE. UU. por ejemplo, en concreto en Texas como podemos oír estos días, hay un largo trecho. Pero el movimiento pro vida no está generado por el Gobernador de Texas, sino más bien ocurre lo contrario: sencillamente los tienen en cuenta, si incluso no proceden de sus filas, porque ya desde hace años dan la lata sin parar, sin vergüenza indebida, sin tapujos. Es necesario producir esa sana sorpresa entre aquellos que creyeron haber ganado la batalla de la calle. Eso al menos es lo que noté en las caras de aquellos cuya orientación ideológica me es conocida, al vernos en esta circunstancia. Y es lo que noto detrás del lamento de la ex ministra Aído, cuando dijo refiriéndose a las manifestaciones pro vida en Madrid: “pero si esto es cosa del pasado”, como diciendo, ¿es que no ha desaparecido esto?
Pues no. Afortunadamente para las chicas que dieron media vuelta al entrar, no ha desaparecido. Y para el próximo 26 de marzo, tampoco. Porque algunos tienen uñas.
Milenko Bernadic