La relación entre cristianismo y socialismo ha sido un tema muy debatido en las últimas décadas. Hace unos días, el tema volvió a captar la atención de los focos de los medios de comunicación, especialmente de los de temática religiosa. Lo hacía después de unas interesantes declaraciones de Mercedes Aroz en las que ésta afirmaba la incompatibilidad entre socialismo y cristianismo: “Mi convicción es que cristianismo y socialismo no son compatibles”, afirmó, hecho éste que le ha llevado a abandonar la política y su militancia en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Mercedes Aroz se afilió al PSOE en 1976 proveniente de la Liga Comunista Revolucionaria. En el Partido Socialista en Cataluña (PSC) formó parte de su dirección política durante dieciocho años, así como durante dieciséis del Comité Federal del PSOE. En 1986 fue elegida diputada por Barcelona, cargo para el que fue reelegida durante tres legislaturas más. También fue senadora dos legislaturas.
Mercedes Aroz saltó a la escena pública en 2005 tras sus discrepancias con su grupo político por la ley que permitía el mal llamado “matrimonio” homosexual. Más tarde, anunció que dejaba la política incluso después de haber sido en las elecciones generales de 2004 la senadora más votada de la historia de España, con más de 1,6 millones de votos.
En 2007, Aroz decidió dejar su actividad política tras su conversión desde la ideología marxista al catolicismo, algo que hizo cuando finalizó la pasada legislatura en 2008. Últimamente ha abandonado incluso su militancia en el PSOE tras 33 años de militancia y ser la cofundadora del PSC. La gota que colmó el vaso fue la nueva legislación socialista sobre el aborto.
Las razones que Aroz esgrime para fundamentar su abandono de la ideología socialista son de gran calado. Indica que “el socialismo tiene valores positivos en el ámbito de la justicia social, pero se basa en una concepción materialista del ser humano (…); además, la persona y su dignidad no están en el centro del proyecto; lo están una serie de valores colectivos, está la ideología”.
Ciertamente, observando con detenimiento los argumentos esgrimidos por la ex-senadora Aroz, parece difícilmente compatible el ser cristiano y socialista a la vez sin caer en una dualidad vital, en una doble vida. O mejor, parece difícil ser cristiano sin deslindar la fe del obrar, lo creído de lo practicado. Es difícilmente conciliable, por ejemplo, el profesar la fe en la vida eterna y sentirse parte de un proyecto político (el socialismo) que se basa en un ideal de hombre de corte meramente materialista; o proclamar la fe en un único Dios verdadero, Trino y Uno, mientras se defienden los postulados de un socialismo netamente inmanentista (cerrado a la trascendencia).
No obstante lo dicho, algunos tienen la idea peregrina de que el cristianismo primitivo era socialista, o que Jesús fue el primer socialista/comunista, algo que pertenece al mito de la supuesta reflexión teológica de ciertos autodenominados teólogos católicos. A este respecto es bien claro lo infundado de este tipo de reflexión. El socialismo y el cristianismo son incompatibles, entre otras cosas como se ha dicho, porque las antropologías que defienden son antagónicas: el socialismo no permite la apertura del hombre a Dios.
Pero las diferencias no se plantean únicamente en el plano de la teoría sino también en el de la práctica. Así lo comprobamos cuando sobre el terreno vemos que son precisamente los grupos políticos de ideología socialista (y los cercanos a ella) los más beligerantes ante la moral de la Iglesia, ya que defienden posturas incompatibles con el mensaje de Cristo. Hacer una enumeración sería demasiado prolijo pero como muestra un botón: “matrimonio” homosexual, defensa del aborto o defensa de la manipulación genética de embriones. En estos tres temas hay una diferencia abismal entre lo que la Iglesia enseña y los cristianos católicos deben vivir, creer y defender, y las posturas que mantiene el pensamiento socialista.
Cuando el socialismo pone en juego -en la acción política y legislativa- su sistema de valores sobre la concepción del ser humano, la incompatibilidad del cristianismo con esta ideología se manifiesta con toda claridad, y hace imposible la colaboración con su proyecto.
P. Rubén Tejedor, sacerdote