Hace unas semanas los hombres y mujeres de AES nos concentrábamos en la plaza de Chamberí de Madrid para pedirle al Jefe del Estado, D. Juan Carlos I que, de aprobarse la criminal ley del aborto no la sancionara, que siguiera el ejemplo de su coetáneo el Gran Duque Enrique de Luxemburgo y se niegue a firmar cualquier ley en contra de la vida.
Se lo pedíamos apelando a su confesionalidad y se lo pedíamos apelando a su obligación de actuar acorde a la ley natural y la moral objetiva. Nadie le pondrá una pistola en el pecho, pero es que, aunque se la pusieran, su obligación seguiría siendo no firmar.
Un rey católico, que presume de ello, NO PUEDE SANCIONAR ESTA LEY, sí, yo me atrevo a decirlo, no titubeo y además digo que si lo hace será connivente moralmente con el crimen execrable del aborto, colaborador necesario del mismo, como lo han sido los que han votado a favor de la ley, y un colaborador necesario, es un pecador público y como tal sobre él ha de recaer todo el peso del Código Canónico. Es de esperar que la jerarquía de la Iglesia reaccione ante esta más que posible actitud del Rey. En 1985 cuando firmó la anterior ley del aborto solo se alzó una voz, la de Monseñor Guerra Campos, que fue acallada por los demás miembros de la jerarquía, hoy a quien le toca ese rol. Es la hora de que la Jerarquía se pronuncie, es la hora de que se diga sin tibiezas cuáles son las consecuencias de que un católico, como dice el Rey ser, de una forma pública y notoria colabore en una forma necesaria e imprescindible con el aborto. No nos vengan con aquello de las eximentes de obligatoriedad por razón de su cargo, no nos vengan con aquello de que está obligado constitucionalmente, ninguna norma de derecho positivo es susceptible de burlar las normas de derecho natural, porque esta burla la convierte en ilegitima y por lo tanto no ha de ser cumplida. El Rey SI puede negarse a firmar, como yo me puedo negar a cometer cualquier injusticia, aunque en ello vaya mi cargo o incluso mi vida.
Nadie olvide que un proyecto pasa a tener carácter vinculante y rango de ley exclusivamente por la firma del Rey, por lo que el Rey tiene “in fine” capacidad normativa, nada está regulado en cuanto a la negativa del Rey a firmar, es una laguna de ley; se establecen plazos, 15 días, pero nada se dice si este plazo se incumple, esta laguna puede ser aprovechada por el Jefe del Estado, esta laguna es su oportunidad. De la literalidad del artículo 91 de la Constitución no se desprende obligatoriedad alguna, pero insisto aunque existiera tal obligatoriedad él tendría el deber de no firmar y/o abdicar.
La pregunta que me hago es siempre la misma ¿el Rey sancionaría un proyecto de ley por el cual se extinguiera en España la monarquía y con ello su renuncia al trono?, seguramente en este caso pactaría, se movilizaría, intentaría llegar a acuerdos, lo que supongo no ha hecho en este caso.
Monseñor Temiño, quien fue Obispo de Orense, nos recordaba “si las leyes se oponen al bien común es deber de todos procurar que no se promulguen y promulgadas no cumplirlas. No pueden obligar. Antes bien, obliga lo contrario. Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”.
Señor, ya sé que no le ha de importar mucho la opinión de este español de a pie, sé que ni tan siquiera se molestará en leer esta mi carta, asumo que de leerla le importará muy poco, es más que se reirá de lo que dice este pobre españolito que paga sus impuestos para mantener una Casa Real, pero este españolito no tiene reparos en decirle en esta carta abierta que si usted llegara a sancionar la ley ya no representaría nada para él, que usted, que ya goza de una escasa credibilidad y legitimidad, la perdería por completo y que este españolito abogaría porque se marchara a su casa y con ello dignificara una institución por la que siento gran respeto, cual es la Monarquía.
Solo terminar con una frase de Lope de Vega que leyó mi buen amigo Jose Maria, monárquico por cierto, pero monárquico de verdad, de los que están dispuestos a darlo todo y de hecho lo ha dado, que se ha jugado su puesto de trabajo por ser consecuente con su Credo, si, su puesto de trabajo y lo ha hecho con alegría, con orgullo, casi lo mismo que usted, ¿verdad?, pues bien, el autor decía así:
“Todo lo que manda el Rey que va contra lo que Dios manda, ni tiene rango de ley, NI ES REY QUIEN ASI DESMANDA”.
En la monarquía de Jose María creo, pero Señor si usted vuelve a firmar, en la suya no, usted y los suyos me sobran.
Rafael López-Diéguez, presidente de Alternativa Española