El 19 de septiembre recordamos un nuevo aniversario de la aparición de la Virgen María en La Salette, en los Alpes franceses. Aparición que tuvo lugar en el año 1846. Distinto de Lourdes o Fátima donde María se apareció varias veces, en La Salette, en la Santa Montaña, se trató de una única aparición. La misma fue aprobada por monseñor Bruillard en 1851, previa intervención de Pío IX quien recibió en ese año el secreto como les fue enviado por los dos pastores Melania y Maximino, los testigos de la aparición, secreto que estuvo oculto en Roma hasta su descubrimiento en el año 2000, casi a 150 años de que fueran escritos. [1] La Salette es una aparición aprobada por la Iglesia.
En el presente artículo entendemos por La Salette tanto la única aparición como la vida y testimonio de Melania y Maximino en algunos de sus distintos avatares; en relación a Jacques Maritain nos abocaremos con exclusividad a su vínculo personal, familiar, intelectual y espiritual con La Salette, dejando a un lado toda otra consideración sobre él y su obra, a cincuenta años de su fallecimiento. En este aniversario viene bien destacar y valorar el inmenso servicio que Maritain prestó a la verdad de la única aparición y a la veracidad e integridad de los videntes, principalmente de Melania. Él prestó un testimonio cualificadísimo a favor de La Salette.
Resulta que Maritain en 1915 escribió un libro sobre La Salette, el cual permaneció inédito hasta el 2022 donde gracias al denodado esfuerzo y gran talento de Michel Corteville llegó a editarse, es decir, que tal obra aguardó más de un siglo antes de ver la luz y de que nosotros pudiéramos apreciarla. [2]
La Salette y quienes la apoyaron
El impacto de la aparición fue inmediato con el mensaje de penitencia y oración, de respeto por el domingo día del Señor, de la abstención de la blasfemia como también la invitación a la conversión. La Virgen aparece llorando a causa de los pecados de los hombres que ofenden a Dios. Multitudes acuden al lugar, se realizan curaciones y conversiones, se edifica el templo.
Entre los obispos franceses favorables a lo sucedido se destacan Bruillard y Villecourt, luego cardenal; valioso fue el aporte del padre Rousselot, entre los santos se destacan San Pedro Julián Eymard y San Juan Bosco. Pío IX fue fundamental para la aprobación de la aparición, como también para la protección de lo ocurrido en medio de grandes ataques surgidos de la misma Francia; él liberaría a Melania de sus obligaciones religiosas para que pudiera cumplir su vocación que incluía la fundación de una nueva orden conforme a una regla que ella había recibido de la Virgen. León XIII también la apoyó y la recibió incluso y le dio cabida en cuanto a la misión particular recibida de María.
En Italia tuvo el apoyo del obispo Zola, de los cardenales Guidi y Sforza, gracias a los cuales en 1879 pudo editar con todas las autorizaciones su famosa obra: «La aparición de la Santísima Virgen en la montaña de La Salette el 19 de septiembre de 1846.»
Hacia el final de su vida y a su muerte a los 73 años en 1904 en Altamura (Italia) el beato Cusmano, San Aníbal de Francia y el obispo del lugar Ceschini dieron testimonio de su muerte santa y le hicieron grandes elogios.
Entre los escritores franceses que defendieron todo lo referente a La Salette están León Bloy, Maritain, Peguy, Massignon y Claudel.
Malentendido con el Cura de Ars
Comúnmente se dice que el Cura de Ars quedó mal impresionado con Maximino y esto fue usado incluso en 1946 para dudar de la misma aparición ya aprobada; en realidad el encuentro entre ellos fue muy breve, mientras iban en el templo de una parte a otra; el cura de Ars quería saber de la aparición mientras que la preocupación de Maximino era su vocación sacerdotal. Maximino le dijo que se le había aparecido una bella Señora y por el modo en que lo hizo el cura de Ars creyó que Maximino estaba desconociendo la aparición de la Virgen. Un lamentable malentendido.[3]
La Salette y quienes se opusieron
Entre ellos tenemos que mencionar al obispo Guinoulhiac (sucesor del que aprobó la aparición) que declaró terminado el tiempo de la aparición y comenzada el tiempo de la Iglesia con lo cual descalificada tanto a los videntes como a su mensaje. De hecho le hizo imposible la vida a ambos impidiéndoles quedarse en La Salette; así echó a Maximino del seminario donde estaba; a Melania la obligó a instalarse en Inglaterra haciéndose carmelita e impidiéndole cumplir con su misión vinculada con un mensaje que debían difundir a partir de 1858 y con la nueva orden que debía formar. Habría que mencionar aquí a importantes obispos galicanos que eran sumisos a la autoridad del emperador y todo lo distante que podían de las autoridades romanas. A su vez incluimos aquí a quienes consiguieron que la famosa obra de Melania editada en 1879 no se difundiera y le prohibieron a ella que hablara del tema.
La oposición se cristalizó aún más en 1915 con la prohibición del Santo Oficio de hablar y publicar sobre La Salette; en esa fecha el cardenal Billot fue adverso completamente y luego hacia 1945 se corrió un riesgo aún mayor entre Jauen desde Francia y Hendrich, el jesuita asesor de Pio XII donde se no sólo se desacreditaba a Melania, sino que el cuestionamiento llegó hacia la misma aparición ya aprobada, como si la misma hubiese sido falsa. Veremos cómo allí Maritain estuvo salvando La Salette.
La Salette y Maritain
Maritain era hijo de un abogado masón y de una madre anticlerical mientras que su novia Raïssa era una hebrea rusa anarquista. Ellos vivían no bautizados y al margen de la fe; a su vez hay que destacar un antes y un después marcado por el vínculo de ambos con León Bloy, católico convencido, autor fogoso y controvertido quien jugaría un papel clave en sus vidas. Bloy había nacido en 1846 (Maritain en 1882), el año de la aparición de La Salette. De él beben Maritain y Raïssa su devoción y aprecio por todo lo referente a la Santa Montaña.[4]
Los Maritain muy jóvenes contrajeron matrimonio civil en 1904, a pocas semanas de la muerte de Melania; él lee «La Mujer Pobre» de Bloy donde conoce a este autor y a través de él a la fe católica y también a La Salette ya que de eso trata ese libro. Sigue el vínculo con Bloy y ambos en 1906 se bautizarían siendo Bloy padrino de Maritain.[5]
Al poco tiempo, Raïssa enfermaría gravemente y se curaría luego de realizar una novena a la Virgen de La Salette en 1907, y en ese año deciden peregrinar a La Salette en gratitud y regresando de allí, descendiendo de la Santa Montaña, son confirmados por el obispo de Grenoble, ya que aún no habían recibido ese sacramento. Todo esto es vivido por ellos en un clima de intensa religiosidad y piedad. Recién bautizados y sumergidos a fondo en la Fe y en La Salette.
Además su amigo Ernest Psichari (sobrino del apóstata Renán) se convertiría al catolicismo ante la imagen de La Salette de su hogar. Hay que referir también que con el agua que poseía de la fuente de La Salette el mismo Maritain bautizaría al padre de Raïssa en los momentos finales de su vida.
Por entonces Bloy estaba escribiendo «Aquella Que Llora» publicada en 1908, dándole a leer a Maritain partes del libro mientras lo escribía, y en 1912, Bloy publica sin autorización «la vida de Melania».
Los Maritain, por pedido de Bloy, realizan incluso un viaje a La Salette para averiguar e investigar todo lo que pudieran. Es así que Maritain estaba ya tan compenetrado con todo lo referente al tema que finalmente decide poner por escrito lo que ya había sido vital e intensamente conocido y experimentado por él. Comenzó esta labor en agosto del 1915 y continuó con su trabajo a pesar de que en diciembre de ese año llega la prohibición del Santo Oficio de hablar y publicar sobre La Salette; él realiza su escrito sin contravenir lo decidido por la Iglesia, simplemente plasmaba un tema sabido en detalle por él sin publicarlo ni difundirlo. En 1918 viajan a Roma con la obra ya terminada para presentársela a Garrigou Lagrange, son recibidos por los dominicos del Angelicum y con el visto bueno de Garrigou finalmente Maritain llega a entrevistarse con Benedicto XV.[6]
La entrevista duró veinte minutos en un clima de cordialidad, Maritain estaba recientemente doctorado y era un docente destacado de la universidad católica de París. El papa sabía a quién recibía quien ya se destacaba con solo treinta y seis años; el papa le dijo que admitía La Salette en cuanto a la sustancia pero no en cada palabra en particular; le manifestó su sorpresa por el modo como eran tratados los sacerdotes y lo derivó al cardenal Billot quien no consideró oportuna la publicación del libro de Maritain que era totalmente favorable a La Salette. [7]
Es decir, Maritain quiso que Roma lo autorizara a publicar su libro ya que regía la prohibición de publicaciones del Santo Oficio de 1915; si bien no lo consiguió, él y su «Memoria» ya estuvieron presentes en Roma cuando estaba prohibida toda divulgación. Tal disposición fue respetada por él, de la que no consiguió una excepción para que se conociera su testimonio. Los años siguientes seguirían con una tónica similar hasta 1946 en que los ánimos se caldearían bastante.
Año 1946: Centenario de la aparición de La Salette: intervención clave de Maritain
El año 1946 era muy importante para La Salette ya que se celebraba el centenario. Pierre Herbin en un artículo acusa a Melania de haber fabricado el secreto haciendo pie en el libro de Jauen «La gracia de La Salette» del mismo año que afirmaba tal cosa. Maritain, por entonces embajador francés ante la Santa Sede escribe a Montini afirmando que la acusación de Jauen contra Melania era parcial y tendenciosa y que injustamente denigraba a la vidente .[8]
En Roma la comisión encargada de ver el tema estaba a cargo del jesuita Hentrich, secretario personal de Pio XII y en la reunión respectiva llegó a plantearse si es que la aparición de La Salette había sido un hecho histórico y el veredicto unánime fue tremendo: «Existe una gran posibilidad de que la aparición no haya ocurrido». Tengamos en cuenta que la aparición ya había sido aprobada por la Iglesia en 1851 por monseñor Bruillard obispo de Grenoble con jurisdicción sobre La Salette. Y que para tal aprobación había intervenido favorablemente Pío IX quien ya en su momento había defendido la aparición aprobada en 1851 contra los detractores. Pues bien, en 1946 todo se enrareció y corría riesgo la aparición ya aprobada. Tan espeso estaba el ambiente que ni en Roma ni en Francia en el centenario fue confirmada la aparición de La Salette. En agosto de 1946 Maritain encuentra en Francia al nuncio apostólico Roncalli y este tema estuvo presente.[9]
Alertado de estos asuntos por Montini, Maritain en 1947 escribe a Pio XII y vuelve a proponer aquella «Memoria» suya de 1915 de la que ya hablamos y que era totalmente favorable a la aparición como también a la credibilidad hacia los videntes.[10] No quedan dudas que la decidida intervención de Maritain fue determinante para frenar todo lo que se estaba tramando. Tal es así que Caraffia afirma que fue gracias a la intervención de Maritain que se salvó a La Salette en esos momentos complicados.[11]
En 1948 Montini le pide a Maritain que se expida sobre lo que tendría que hacer la Iglesia en el mundo posterior a la segunda guerra, y allí Maritain se explaya sobre todos los temas solicitados y no se quedó en lo que entonces era eclesiásticamente correcto sino que aprovechó la ocasión para volver a defender todo La Salette, la aparición, los videntes y el testimonio de los mismos.[12] Ese valioso servicio lo volvió a renovar en 1951, cuando ya no era embajador, y en dicha ocasión preguntó en el Santo Oficio por La Salette, intercediendo él una vez más a favor.
La Salette y Juan Pablo II
Con el paso de los años caería la prohibición del Santo Oficio de 1915 y habría que esperar a Juan Pablo II para que la aparición de La Salette, que ya estaba aprobada, fuera confirmada por un papa; es así que él puso como ejemplos a Melania y Maximino junto a Santa Bernardita y a los tres pastores de Fátima.[13] Por otra parte, visitando el santuario de Siracusa mencionó la importancia y sentido de las lágrimas de la Virgen en La Salette, lo cual implicaba un inmenso reconocimiento de su parte de todo lo que había ocurrido en la Santa Montaña.[14]
Y con ocasión de los 150 años de la aparición de La Salette en 1996 afirmaría: «La aparición de la Santísima Virgen en los Alpes…a Melania y Maximino…[15] en un reconocimiento claro y explícito. Tal aniversario fue vivido en un clima ya totalmente favorable muy distinto claro del que se había experimentado durante el centenario de 1946. Antes de Juan Pablo II, la convencida acción de Maritain a favor de La Salette fue decisiva para que se conociera la verdad de lo sucedido.
Monseñor Mario Paciello, fue obispo de Altamura y es un fervoroso defensor de la santidad de vida de Melania y un pastor agradecido al invalorable servicio prestado por Maritain. La extensa obra que brevemente comentamos lo tiene a él por autor del Posfacio y el título del mismo puede servirnos aquí para ir cerrando estas líneas: «Melania y Maritain: misión cumplida».[16]
Un video que sintetiza todo
En el video que adjunto se ve al mencionado monseñor Mario Paciello haciendo un inmenso elogio de la vida completa de Melania a quien pondera como «una gran santa,» mencionando muchísimo los dones sobrenaturales que recibió en una magnífica síntesis. También nos dice que ella es «es santa, porque en medio de tanta cruz que llevó tuvo fe, esperanza y caridad perfectas» y sostiene que llegó «la hora de Melania». Menciona y muestra la importancia del descubrimiento de las vestimentas con restos de sangre de Melania que conforman distintas imágenes en un extraño fenómeno…místico.
Por otra parte, destacamos las valiosas palabras que se escuchan del padre Roggio sobre la actual rehabilitación de Melania quien invita a volver a estudiar toda su vida superando viejos prejuicios y preconceptos.
Allí vemos y oímos además a Corteville, el curador del libro que comentamos, quien expresa en pocas y contundentes palabras la importancia que tuvo Maritain en relación a La Salette recordándonos como su «Memoria» al llegar a Roma en 1946 salvó a La Salette.
Reflexión final
Es claro que el contenido del libro de Maritain editado gracias a Corteville es apenas mencionado en este artículo, casi me limito a indicar su existencia e importancia pero creo que hacerlo puede ser un aporte en este 19 de septiembre del 2023, en definitiva La Salette se trata de un mensaje vigente. El libro que mencionamos quizás contenga todo lo que debemos saber sobre La Salette que será siempre, hasta el final, un tema actual y atrayente. Aparición aprobada por la Iglesia, donde «La Que Llora» nos exhorta a todos a la conversión y penitencia, en especial a los sacerdotes y consagrados.
La Virgen se apareció en 1846 en la Santa Montaña, y en 1847 Marx escribió su «Manifiesto Comunista», y el marxismo se desarrolló; volvería María a aparecerse en Fátima, en mayo de 1917, y en octubre de ese año estalló la revolución en Moscú con Lenín, y el marxismo-leninismo se expandió…fechas.
Cuanta falta nos hace sumergirnos en las Santas Escrituras en un clima de fe y oración y volver nuestra mirada a la Virgen Corredentora, a la Omnipotencia Suplicante, a aquella que entre lágrimas urge a la conversión y a aceptar a su divino hijo Jesús. «Haced todo lo que Él os diga» (Jn 2, 5).
Padre Pablo Sylvester.
[1] René Laurentin-Michel Corteville, Découverte du secret de La Salette, Fayard, 2002. En infocatólica publiqué un artículo: Algunas cuestiones sobre La Salette donde reseñaba ese valioso libro de Laurentin- Corteville que para mí fue un antes y después en este tema. Pues bien, Michel Corteville tuvo la gentileza luego de leer ese escrito de enviarme un valiosísimo libro que iré comentando aquí. Grande fue mi sorpresa cuando en facebook vi el mensaje del padre pidiéndome mi correo electrónico para enviarme el material. Son las cosas buenas de la tecnología…
[2] El libro que comentamos es: LA SALETTE, Jacques Maritain, il Mémoire e l’impegno sulla parola di Maria, luce e sale per l´attualitá. OPERA INEDITA, la testimonianza custodita nell Archivio della Congregazione della Fede, meditata e confrontata con i dati recenti, prezentazione e commento Michel Corteville in collaborazione con il cercle d’ etudes de raïssa y Jacques maritain posfazione SE Mario Paciello, Angelicum University Press, Pontificia Universitá Santo Tomasso D´Aquino, Roma, 2022,700 páginas. En adelante citaremos este libro como LA SALETTE.
[3] Cf. LA SALETTE, 209-218.
[4] León Bloy muere en 1917.
[5] Padrino y ahijado tendrían un modo diverso de relacionarse con las autoridades de la Iglesia. Bloy era duro y ácido no sólo hacia las que estaban en Francia sino también con las que estaban en Roma; cuánto se habría sorprendido él si hubiera estado en la capilla sixtina el 14-03-2013 cuando Francisco lo citó: “Quien no reza al Señor, reza al diablo”. Maritain por su parte tuvo buen vínculo con Benedicto XV, Pío XI, Pío XII, Juan XXIII y Pablo VI. Montini ya en 1928 traduce un libro de Maritain y en 1973 afirma Montini devenido Pablo VI afirmaría: “Maritain es de veras un gran pensador de nuestros días, un maestro en el arte de pensar, de vivir y de rezar”. cf LA SALETTE, 13.
[6] De la audiencia participó también Raïssa.
[7] Cf. LA SALETTE, 20-33.
[8] Cf. LA SALETTE, 550-551.
[9] Ídem, 543-544
[10] Ídem, 555.
[11] Ídem 564.
[12] Ídem, 565-570.
[13] Juan Pablo II, Carta a los niños en el año de la familia, 1994. Juan Pablo II es el primer papa que confirma la existencia de la única aparición de La Salette; aparición que ya estaba aprobada por el obispo Bruillard en 1851; entonces la intervención de Pío IX fue previa apoyando la aprobación diocesana de la aparición.
[14] Cf. LA SALETTE, 646.
[15] Ídem, 648.
[16] Ídem, 701-704.