Algunas cuestiones vinculadas a La Salette
Santuario de La Sallete

Algunas cuestiones vinculadas a La Salette

Felix Dufourq me había prestado un libro un tiempo atrás sobre este tema y luego de encarecerme muchísimas veces que lo leyera, finalmente lo hice, así que yo le estoy agradecido por su insistencia y quisiera compartir algunas cuestiones ligadas a La Salette.[1] Esta obra, entonces, será lo que iré comentando en lo que sigue.

La Salette siempre ha sido un tema difícil y se ha prestado quizá para que muchos justifiquen sus posturas drásticamente tomadas citando algo aislado, por lo cual lo mejor era no meterse en camisa de once varas, y dejar pasar el tema al menos en cuanto a escribir algo se refiere. Pero al ver cómo hizo Corteville su magnífica investigación advertí que sus contenidos certeros son comunicables. Quizá al acercarnos a estas páginas nos ayude a precisar mejor qué entendemos por La Salette.

Por otra parte, La Salette estuvo precedida por la aparición de la Rue de Bac en 1830 y seguida por la aparición de Lourdes en 1858, en ese extraordinario clima mariano de la Francia de entonces. En todos los casos el mensaje se refiere a la oración, la penitencia y la conversión.

La aparición del 19-09-1846

Se trata de una única aparición que entonces tuvo lugar en esa región de los Alpes franceses. Melania y Maximino son los dos videntes, no eran hermanos ni parientes entre sí; ellos eran pastores y estaban por allí con sus rebaños cuando ese día ven a la bella Señora, ven a la Virgen que llora, que posee sus manos tomándose la cabeza dolida por los pecados de los hombres, ella les menciona las blasfemias y la falta de asistencia al culto dominical, ven a María intercediendo ante Dios; a su vez, los exhorta a la oración, a que diariamente recen el Padre Nuestro y el Ave María y cuando puedan, que oren más.

Fue tan grande el impacto que ellos recibieron que al día siguiente los patrones de los pastores tomaron ya un primer reporte de lo ocurrido, escucharon a los jóvenes y lo escribieron.[2] A su vez, casi inmediatamente fueron a ver al párroco quien advirtió que era un mensaje de la Virgen. A los pocos días el octogenario padre dejó La Salette y su sucesor también fue favorable a los sucesos.

Se gestó un gran revuelo en torno a la aparición y a los videntes, a la vez que muchísimos concurrían a la Santa Montaña a orar, al poco tiempo hubo ya muchos agradecimientos de dones y favores recibidos, como también relatos de conversiones y curaciones. Sobre la montaña de La Salette poseía jurisdicción el obispo Bruillard de Grenoble favorable a la aparición y a los videntes. Él seguiría de cerca todo lo ocurrido a la vez que autorizaría la construcción del templo y la gestación de una comunidad religiosa que lo atendiese. Es claro que junto a los partidarios de la aparición y devotos de la Virgen surgirían los adversarios para desacreditar lo ocurrido.

En orden a la aprobación de la aparición, el obispo Bruillard le pidió a los pastores que pusieran por escrito lo ocurrido, es así que ambos lo hicieron por separado, y dichos testimonios fueron llevados a Pío IX por dos sacerdotes de la diócesis y recién con el visto favorable del papa, el obispo pasó a aprobar la aparición en 1851, a los cinco años de sucedida. Pues bien, dichos testimonios se habían perdido, y el hallazgo de Corteville en 1999 fue más que importante, retomando esos documentos que habían sido enviados 150 años atrás y que fueron claves para la aprobación.

Distinto de Lourdes o Fátima donde hubo varias apariciones, la Virgen en La Salette se aparece una única vez; idéntico a Lourdes y Fátima, La Salette es una aparición aprobada por la Iglesia, por el obispo de Grenoble con un gran apoyo de Pío IX.

Los pastores

Melania poseía por entonces quince años y Maximino once, al momento de la aparición ellos no iban a la escuela, no sabían leer ni escribir, la lengua que hablaban era el patois y sabían muy poco de francés. La Virgen incluso comenzó hablándoles en francés y luego siguió haciéndolo en patois que sí era entendido por ellos. Cuando ponen por escrito su testimonio en 1851, ellos ya habían avanzado con el aprendizaje; es más, ambos mejorarían en este aspecto, en el caso de Maximino por los seminarios e institutos por donde estuvo y en cuanto a Melania se refiere por las congregaciones religiosas a las que estuvo ligada. Tan importante fueron sus progresos que en sus diversos escritos se aprecian calidad estilística y poética, precisión en sus afirmaciones, sobre todo cuando hablan de la aparición y de las misiones a ellos confiadas.[3]

Maximino murió a los cuarenta años, anduvo de un lado para el otro, no pudo permanecer en el seminario preparándose para el sacerdocio, experimentaría no sólo la pobreza sino incluso la miseria, y fue cambiando sucesivamente de trabajos. Incluso estuvo de incógnito en los estados pontificios en 1865 ofreciendo sus servicios en la custodia de los mismos. Dejó más de un relato de la aparición, como así también sus recuerdos que son más que valiosos.[4] Por otra parte, el testamento, que en su momento tuvo que redactar, está muy bien ordenado y Maximino muestra allí su responsabilidad y madurez. Tuvo una santa muerte el 01-03-1875 y su corazón extraído fue dejado en el santuario de la aparición.[5]

Melania, en cambio, vivió 73 años, no pudo quedarse en el lugar de la aparición, estuvo en congregaciones religiosas donde no pudo profesar los votos; tuvo que ausentarse de Francia, viviendo con las carmelitas de Inglaterra seis años, donde se le presentó más de una dificultad, luego de un paso breve por Marsella hallaría en Italia un lugar de sosiego y el clima propicio para una vida serena; allí le brindaron apoyo algunos obispos, primero la recibe el obispo Petagna en su diócesis de Castellammare, cerca de Nápoles, quien había sido su confesor en Marsella. Allí estuvo desde 1867 hasta la muerte del obispo en 1878.

En este país tuvo la amistad de los cardenales Sforza y Guidi y por eso ella fue recibida en 1978 por León XIII, ante quien, en particular, hablaría del tema de la regla, el papa la escuchó, la aconsejó y le dijo qué tenía que hacer, a la vez que le dio indicaciones precisas al obispo de Grenoble.[6]

En Italia el obispo de Lecce, Zola, autorizó la publicación del secreto completo el cual se editaría en 1879 con imprimatur de su vicario general.[7] Desde Roma hubo una fuerte reacción contraria a su contenido.[8]

Por otra parte, Melania en 1897 escribe su autobiografía en italiano y en 1900 lo hace en francés.[9]

También viviendo por esos lugares establecería un fecundo vínculo con el beato Jacques Cusmano (1834-1888) quien era un médico de Palermo, luego sacerdote y fundador de una congregación donde él quiso aplicar la regla que Melania había recibido de la Virgen pero Roma no se lo permitió. Fue un auténtico apóstol de los últimos tiempos.

También allí en Sicilia se ligaría al beato Aníbal de Francia, (1851-1927) apóstol de la oración por las vocaciones, quien recibió un año entero a Melania en Mesina, asistió y lo ayudó en la fundación de su congregación femenina, al punto de que allí la consideran cofundadora. Al morir Melania en 1904 en Altamura fue él quien hizo su elogio fúnebre. Es en esta ciudad, en una casa de su congregación, donde se conserva la tumba de Melania. Fue Aníbal de Francia quien daría los primeros pasos para una posible beatificación teniendo documentada una curación que por entonces se registró por intercesión de la vidente.[10]

Santos, obispos, papas, y escritores

Al ámbito de La Salette pertenecían dos santos que mencionamos aquí. Uno es el cura de Ars (1786-1858), quien se ordenó sacerdote en la catedral de Grenoble en 1815, y tuvo una entrevista con Maximino donde no se entendieron; sin embargo, según Langelerie, quien era obispo de Belley, San Juan María Vianney murió aceptando la aparición.[11]

El otro es San Pedro Julian Eymard (1811-1868) quien había nacido apenas a treinta kilómetros de La Salette; se había ordenado sacerdote también en Grenoble en 1834 por el obispo Bruillard, el mismo que aprobó la aparición. Eymard fue muy cercano al padre Rousselot, gran defensor de la aparición y de los videntes y junto a él argumentaron a favor de la aparición frente a un obispo que la negaba; Pedro Julián luego de realizar una peregrinación a La Salette funda la congregación de los sacramentinos. Incluso le había tocado atestiguar un hecho milagroso, la curación de Marguerite Guillot en 1848. Este santo muere el 01-08- 1868 y su último gesto fue presionar sobre su pecho una imagen de la Virgen de La Salette.[12]

Por su parte, Don Bosco (1815-1888) se mostró favorable a La Salette dedicó un libro entero al respecto; incluso tradujo y publicó la famosa carta de Melania del 10-09-1870 dirigida a su madre y a los aldeanos de Corps su pueblo de origen luego de la finalización de la guerra franco prusiana y de la caída de Napoleón III.[13]

Es claro que el impulso principal se dio desde el obispado de Grenoble con jurisdicción sobre La Salette, teniendo el obispo Bruillard el principal mérito al dar la aprobación.

Por su parte, Clement Villecourt fue el primer obispo peregrino de La Salette, quien pasó una jornada con los videntes, y escribió un libro sobre La Salette, y fue un gran defensor de la aparición y de los videntes. Pío IX lo hizo cardenal en 1855 y en 1865 ayuda a Maximino a que se incorpore unos meses en los suavos pontificios.[14]

Ya mencionamos la importancia de Pio IX (1792- 1878) quien fue elegido papa en 1846, el año de la aparición. Él tuvo intervención directa para que se diera la aprobación por el obispo Bruillard, escribió muchas cartas en latín al respecto, la primera agradeciéndole un escrito al padre Rousselot testigo y difusor de la aparición, de los pastores y de los frutos en torno a la Montaña Santa.[15]

Y la última en 1854 al obispo Ginoulhiac (sucesor de Bruillard) exhortándole a reconocer el hecho ya autorizado por su predecesor, e indicándole que defendiera La Salette contra las calumnias de algunos sacerdotes que por entonces se ventilaban abiertamente.[16]

Ya mencionamos como León XIII además de recibir y guiar a Melania en lo referente a la Regla fue quien le concedió el título de basílica menor al santuario y permitió la coronación solemne de la imagen de la Virgen Reconciliadora.[17]

Por su parte, Pio X le pregunto «¿y nuestra santa?» al obispo Cecchini quien había presidido el funeral de Melania. El papa Sarto además conoció la autobiografía de la vidente.[18]

En cuanto a Benedicto XV, éste le había manifestado a Maritain en 1918 refiriéndose a La Salette: «quod substantiam credo, quoad singula verba, nego» (creo o admito en la substancia, niego en cada palabra singular). Maritain le había presentado un extenso escrito de su autoría favorable a la aparición que él quería publicar pero ya por entonces se hallaba vigente el decreto del santo oficio del 21-12- 1915 que prohibía hablar del secreto de La Salette. El papa le dijo que viera al cardenal Billot y éste le indicó que no era prudente publicarlo.[19]

Pio XII animó al superior general de los misioneros de La Salette a la celebración intensa y piadosa del centenario de la aparición. Centenario que le tocó presidir a Angelo Roncalli, por entonces nuncio en Francia; Pío XII no había enviado un legado pontificio advertido como estaba por Maritain de ciertas dificultades.

Por otra parte, fue en torno al concilio que cayó la antigua prohibición del santo oficio prohibiendo hablar del secreto de La Salette y luego con la apertura de los archivos anteriores a León XIII se hallaron los secretos perdidos ya mencionados, y es así que este asunto pudo volver a comentarse.

A su vez, Juan Pablo II manifestó que rezaba a la Virgen de La Salette todos los días y animó a la celebración de los 150 años de la aparición.[20]

Francisco afirmó con ocasión de los 175 años de la aparición: «Las lágrimas de María recuerdan las de Jesús en Jerusalén y su angustia en Getsemaní. Son un reflejo del dolor de Cristo por nuestros pecados, y una llamada siempre actual a confiar en la misericordia de Dios».[21]

Menciono, finalmente, a algunos escritores franceses ligados a La Salette, defensores y divulgadores de la aparición y de los videntes.

El primero a citar es León Bloy quien nació en 1846, nada menos que el año de la aparición. En 1879 hizo su primera peregrinación y en su libro «La mujer pobre» cuenta los detalles de la misma. Con posterioridad dedicaría tres obras más al tema: «Aquella que llora». «La vida de Melania contada por ella misma» y «El simbolismo de la aparición». Bloy muere en 1917.[22]

Muy cercano a él aparece Jacques Maritain (1882-1973) quien se convierte al catolicismo precisamente por su vínculo con el fogoso León Bloy quien sería su padrino de bautismo; la esposa de Maritain, Raissa, se bautizó junto a él; en gratitud por una gracia recibida al poco tiempo peregrinan a La Salette; además se acercó a la fe el padre de Raissa, y ante la imagen de la aparición que poseían en su casa se convierte el escritor Psichari.[23]

En 1915 Maritain comienza su importante «Memoire sur La Salette» que él no publicaría jamás y donde influyó muchísimo lo narrado más arriba, en aquel encuentro de 1918 con Benedicto XV y luego con el cardenal Billot.[24] Él poseía muchísimo material, historias y testimonios al respecto. Entre otras cosas él realizó una verdadera investigación de las virtudes de Melania y le dedicó un estudio sistemático donde pudo interrogar y hablar con aquellas personas que habían conocido a Melania que resulta invalorable.[25]

En 1947 siendo embajador francés ante la Santa Sede, él intercede a favor de La Salette y de los videntes ante Pío XII, lo hizo advirtiéndole a Montini de una obra que desprestigiaba a Melania.[26] Maritain cita incluso a Garrigou Lagrange quien atestiguaba que Melania predijo con exactitud la fecha y circunstancias de la muerte de un fraile.[27]

Por otra parte, se conserva una valiosísima carta de Maritain a un monje de Solesmes, Dom Delatte, donde defiende la aparición, a los videntes y la autobiografía en 1911.[28]

Louis Massignon (1883-1962) célebre islamólogo que se terminaría ordenando sacerdote en el clero melquita en 1911 fue por primera vez a La Salette, luego en 1912 fue a Altamura donde Melanie murió; peregrinó varias veces más a la Montaña Santa y en 1946 publicó en su revista «Dieu vivant» un encendido artículo de Maritain llamado «une defense du secret de la Salette». En el mismo número de su revista él publicó un articulo suyo «le voile de ses larmes sur l’ eglise», buscando profundizar en el sentido de la aparición a través de las lágrimas.[29]

Por otra parte, Massignon en carta a Paul Claudel vuelve a la defensa de la aparición, de la vidente, y de su autobiografía. A su vez Paul Claudel escribió «Les revelations de La Salette» para una de sus hijas en 1930, libro que tuvo reediciones en 1946 y 1952 revisadas y aumentadas por el autor,[30]

El último a mencionar aquí es Gustave Thibon (1903-2000) quien colaboró en una obra colectiva «La Salette, Temoinages», Bloud y Gay, 1946, uniéndose plenamente al mensaje de la aparición.[31]

Fuertes polémicas

Es claro que los videntes desde el comienzo se vieron envueltos en las más variadas polémicas sea por la relación con la política imperial ligado al poderoso Napoleón III; sea por el secreto que ellos debían revelar en 1858,[32] pero que ya antes por pedido de los obispos en dos momentos previos a esa fecha tuvieron que adelantar algo de su contenido: polémicas porque Melania lo dio a conocer al secreto completo a muchos años de la única aparición. Polémica por la publicación hacia el final de su vida de la autobiografía. Polémica zanjada por el silencio por más de una intervención romana donde se destacó la del santo oficio de 1915. Polémicas varias que abrieron francos para un ataque muy especial.

Es así que Melania fue atacada por un jesuita inglés llamado Thurston quien afirmaba que su autobiografía era una revolución egocéntrica, donde ella sostenía el mensaje de la Virgen por su ego ilimitado.[33] En esa misma línea, el padre Jauen quiso mostrar que Melania era una ególatra y que ella sustituyó el mensaje de la Virgen por su autobiografía (Jauen, la grace de la salette, cerf, 1946).[34] Esta tesis ha sido seguida por el padre Jean Stern quien considera a Jauen como su maestro. Stern afirma incluso que Melanie no podía distinguir lo verdadero de lo imaginario y que ella modelaba la realidad conforme a su egocentrismo y que aquí está la explicación del famoso secreto.[35] Tales cosas se repitieron para el sesquicentenario de la aparición donde Roggio afirmaría que Melania se sentía un objeto de culto para muchos y que fue perjudicada por la literatura de espiritualidad apocalíptica de las monjas de entonces.[36]

Si volvemos un segundo a Maritain, Massignon, Claudel y Thibon veremos que ellos están confrontando con estos temas.

Por otra parte, es Corteville quien en su obra realiza un estudio muy detallado de la vida espiritual y virtuosa de los pastores, principalmente de Melania, contando con lujo de detalles muchos aspectos de la misma. Existencia marcada por el dolor, el sufrimiento, las tentaciones y las pruebas donde ella experimentó la invalorable ayuda del padre Giroud, superior de la comunidad de La Salette.[37]

Inclusive trae una extensa recolección de testigos que afirman en distintos momentos de su vida se vieron los estigmas, hecho que fue negado por sus contradictores, entre ellos por Ginouilhac. Corteville afirma que ella fue estigmatizada y realiza la recolección y exposición de los diferentes testimonios a lo largo de la vida de Melania testimoniando sus estigmas.[38]

Incluso argumenta desde muchos de los escritos de Melania, entre ellos «sus cuadernos de reflexiones antes de hacerse religiosa» como también «sus cuadernos de mortificación» que «testimonian una madurez espiritual poco conocida» [39]

Además, los inventos tardíos atribuidos a su ego e imaginación no son inventados ni tardíos ya que en lo esencial se encuentran en la primera redacción enviada a Pío IX en 1851, aunque luego los ampliara.[40]

El secreto, de 1851 enviado a Pío IX, hallado luego de 150 años

Corresponde ahora transcribir los testimonios de los pastores que fueron remitidos a Pío IX y que luego de 150 años fueron hallados por Corteville. Los transcribimos tal cual sabiendo que sus autores son los pastores, que fueron escritos a pedido de su obispo en orden a aprobar la aparición y que fue decisiva la intervención entonces de Pío IX.

El Secreto de Maximino:

«El 19 de septiembre de 1846, vimos a una hermosa Señora.

Nunca hemos dicho que esta Señora fuera la Santísima Virgen,

pero siempre afirmamos que era una hermosa Señora.

Yo no sé si era la Virgen María u otra persona.

Por lo que a mí respecta, hoy creo que se trataba de la Santísima Virgen.

Esto es lo que la Señora me dijo: Si mi pueblo continúa igual,

Ésto que te diré sucederá pronto,

si cambia un poco sucederá más tarde.

La Francia ha corrompido el universo, un día ella será castigada.

La fe se apagará en Francia,

Tres cuartas partes de Francia dejarán de practicar la religión,

la otra parte la seguirá practicando pero sin hacerlo realmente.

Luego de ésto las naciones se convertirán,

La fe se renovará por todas partes.

Un gran país del norte que ahora es protestante se convertirá.

Con el apoyo de este país, todos los países del mundo se convertirán también.

Antes que ésto suceda, habrá grandes problemas en la Iglesia y en todas partes.

Luego nuestro santo padre el papa será perseguido.

Su sucesor será un pontífice que nadie esperará.

Luego vendrá una gran paz pero no durará mucho.

Un monstruo vendrá a turbarla.

Todo lo que yo digo vendrá en el otro siglo,

O a más tardar a los dos mil años.

Maximin Giroud

(Ella me dijo que lo diga un tiempo antes)

Santo Padre, pide su santa bendición una de sus ovejas,

Grenoble, 3 de julio de 1851.»

El padre Rousselot junto a otro sacerdote fueron los responsables de llevar estos secretos a Pio IX quien al leer el de Maximino dijo: «Aquí está el candor y la simplicidad de un niño».[41]

«Secreto de Melania:

Secreto que me ha dado la Santísima Virgen en la Montaña de La Salette el 19 de septiembre de 1846.

Melania, yo te diré algo que tú no se lo dirás a nadie

El tiempo de la cólera de Dios ha llegado.

Si luego que digas a los pueblos lo que yo te he dicho y aquello que te he de decir,

si luego de eso, ellos no se convierten,

(si no se hace penitencia, si no se deja de trabajar el domingo y si se continúa blasfemando del santo Nombre de Dios),

En una palabra, si la faz de la tierra no cambia,

Dios se va a vengar contra el pueblo ingrato y esclavo del demonio,

mi Hijo hará estallar su poder.

Paris, esa ciudad manchada con toda clase de crímenes, morirá infaliblemente. Marsella será destruida en breve tiempo.

Cuando estas cosas sucedan el desorden será completo sobre la tierra,

El mundo se abandonará a sus pasiones impías,

El papa será perseguido de todas partes, lo tirarán abajo, se querrá matarlo, pero no podrán,

El vicario de Dios triunfará incluso esta vez.

Los sacerdotes y los religiosos y los verdaderos servidores de mi Hijo serán perseguidos

Y muchos morirán por la fe de Jesucristo.

Habrá hambre en aquel tiempo,

Luego que todas estas cosas sucedan, muchas personas reconocerán la mano de Dios sobre ellas, se convertirán y harán penitencia de sus pecados.

Un gran rey llegará al trono y reinará algunos años.

La religión florecerá y se extenderá por toda la tierra,

La prosperidad será grande y el mundo contento porque no le falta nada recomenzará sus desórdenes, abandonará a Dios y se entregará a sus pasiones criminales.

Entre los ministros de Dios y las esposas de Jesucristo habrá quienes se entreguen al desorden y eso será lo más terrible.

En fin, un infierno reinará sobre la tierra,

será entonces que el anticristo nacerá de una religiosa, peor para ella. Muchos creerán en él porque él se dirá venido del cielo, peor para aquellos que le crean.

El tiempo no está lejos, pasarán dos veces cincuenta años,

Hija mía tu no dirás a nadie lo que yo te acabo de decir,

Tú no dirás a nadie si tú lo debes decir algún día,

Tú no dirás a nadie lo relativo a esto, hasta que yo te diga que lo digas.

Yo ruego al santo padre me conceda su santa bendición,

Melania Mathieu, pastora de La Salette,

Grenoble, 6 de julio 1851.»

También según Rousselot, Pío IX ante la lectura del secreto de Melania necesito más tiempo para verlo, notó la conmoción en su rostro mientras lo veía y el papa afirmó que aquello no se refería sólo a Francia sino también a Alemania, Italia y a toda Europa.[42]

Por nuestra parte aquí no hacemos ningún comentario ni análisis de este secreto en dos versiones cortas vertidas respectivamente por Maximino y Melania que fue fundamental para la aprobación de la aparición de La Salette.

Más sobre el secreto, versión corta, versión larga

La única aparición de La Salette entrañaba para los pastores un secreto que los videntes sólo podían revelar en 1858.[43] Es aquí que por pedido de la Iglesia revelaron parte del mismo antes de la fecha en versión corta, y por fidelidad al pedido de la bella Señora lo hicieron a partir de tal fecha indicada en versión larga. La Salette se liga a un secreto, ya el título del libro que comento refiere al descubrimiento del secreto de La Salette, y así lo transcribimos recién: secreto de Maximino, secreto de Melania. Por otra parte, tal secreto era para que ellos lo dieran a conocer a todos los pueblos y tal cometido ya tocaba a la misión de los pastores quienes tuvieron que vivirla en medio de grandes dificultades.

Es importante esta cuestión cuando se habla del secreto de La Salette. Se trata para Melania de un único secreto que ella fue develando paulatinamente, pero el transcripto recién hallado por Corteville es parcial, se amplía un poco después hasta llegar a su formulación final más de treinta años después, y todo se refiere a un secreto recibido en la única aparición.

Corteville trae todas las versiones del secreto, las cortas y las largas que los pastores fueron entregando y sostiene que en las largas se despliega con mayor detalle aquello que se había adelantado en las breves.[44]

Veamos cómo fue esto. Vimos ya la versión corta en el contexto de la aprobación el obispo Brillard quien le pidió a ambos el testimonio por escrito para enviárselo a Pio IX, lo cual para ellos implicaba una dificultad por lo antedicho, sin embargo, hicieron tal escrito pero no escribieron todo en 1851.

También es una versión corta la que presentaron a Guinoulhiac, el obispo siguiente quien quería conocer todo el secreto; es así que Maximino vuelve a escribir el 05-08-1853 y allí habla de un águila que se elevará y luego caerá, que a su muerte vendría el caos, que sería sucedido por una víbora hasta que llegara un hijo de Luis XVI, un castigo del oriente al occidente, reitera que muchos males caerían para Francia pero ella recuperaría la fe; vuelve a mencionar al monstruo. Con todo ésto Guinoulhiac entraba en problemas por la referencia directa a Napoleón III.[45]

Melanie, por su parte fue más prudente al respecto en la misma versión corta escrita a solicitud de Guinoulhiac a quien le escribe el 14-08-1853 retomando temas ya dichos referente a una gran hambruna, guerras, menciona a países concretos, la infidelidad de los consagrados, castigos de Dios, París que será destruida, Marsella anegada, vendrá la paz, durara poco, la persecución, el anticristo, luego aparece un etcétera, etcétera que no está desarrollado entonces, y aquí la virgen le entrega el secreto de la Regla, la misma en la que sería ayudada por León XIII.[46]

1858 era el año en que tenían que dar a conocer el secreto por pedido de la Virgen, es así que en ese año Melania, con las carmelitas inglesas por entonces, escribe la totalidad del secreto, fue sellado en la curia respectiva, firmado por la superiora entonces del Carmelo y su capellán y enviado a Roma, llegando al colegio inglés, y de allí a Pio IX. Tal escrito se perdió pero Corteville afirma que llegó al papa.[47]

Melania lo vuelve a escribir en Marsella en 1860, ya en versión larga, primer manuscrito conocido 1860 pero no lo pudo difundir o publicar entonces y ese encontraría su edición en Nápoles en 1873 con imprimatur del obispo.[48]

Pero es la edición definitiva la de 1779 publicada en Lecce con autorización de su obispo Zola, la más conocida: «La Aparición de la Santísima Virgen en la Montaña de La Salette el 19 de septiembre de 1846» donde luego del relato referente al día y circunstancias del encuentro con la Virgen, viene el detalle del secreto, en versión larga, terminando con una maravillosa descripción de la belleza de la Virgen.[49]

Corteville afirma, repetimos otra vez, que se trata de un único secreto que se fue conociendo paulatinamente, debía ser manifestado en 1858 por pedido de la Virgen, no antes, pero parte del secreto lo manifestaron con anterioridad por pedido de los obispos, y a partir de 1858 buscaron ellos, no sin dificultad darlo a conocer y el que salió publicado en Lecce es la versión larga más conocida. Dicha versión tiene a Melania por autora sin duda alguna.

Consideraciones finales

En la Babel contemporánea, todos hablan de todo y muchas veces sin escucharse, y cada cual tiene su discurso y sigue adelante lo escuche quien lo escuche. Cuantas veces nos confundimos y no sabemos dónde estamos parados porque no sabemos de qué estamos hablando o de qué hablan los demás. Por supuesto que de nuestra parte sabemos qué haremos para aclarar los tantos.

Será nuestro esfuerzo al hablar de La Salette, precisar de qué estamos hablando; si nos referimos al mensaje de oración, penitencia y conversión sumándonos al clima mariano que se vive en la Iglesia que nos ayuda a confesar la fe en tiempos difíciles, si nos detenemos en la lágrimas de la Virgen que nos invitan a nosotros y al mundo entero al arrepentimiento sincero; si lo entendemos como una exhortación a interiorizar la vida de oración poniéndonos a diario en la presencia de Dios tratando de crecer en la virtudes teologales con la fuerza misma que viene de lo alto; si entendemos que debemos ser todo lo solícitos posible en relación al prójimo para que a ellos llegue la salvación, es fácil, entonces, advertir de qué hablamos.

Si por el contrario nos referimos a la santidad de los videntes es otro tema. No hace falta que los videntes sean santos para que el mensaje que transmiten sea verdadero; todos llevamos un tesoro en vasos de barro. Corteville defiende y estudia las virtudes de ambos y los relaciona con la vida de santidad, muy en particular a Melania, ya en su momento el beato Aníbal de Francia a la muerte de la vidente había iniciado el proceso de una posible beatificación. Sin embargo, más de un defecto puede hallarse en la vida de los pastores seguramente, pero estaremos atentos a la advertencia de Rousselot quien hablaba de aquellos que querían desprestigiar la aparición y el mensaje desprestigiando a los videntes.

Si en cambio hablamos del secreto hay que ver qué versión del secreto tenemos en las manos, en la mente, en el corazón; no es lo mismo la versión corta de 1851 que recibió Pío IX que la versión larga publicada en Lecce en 1879 y esto torna a La Salette muchas veces un tema difícil. Las dos versiones fueron escritas por Melania con casi treinta años de diferencia.

Todas las revelaciones privadas y La Salette es una de ellas, se ligan a la Revelación Pública que culminó con la muerte del último apóstol y ésta es interpretada por la Tradición de la Iglesia y su Magisterio bimilenario. El anticristo aparece de entrada nomás en La Salette, «anticristo» lo llamó Melania, «monstruo» lo calificó Maximino en 1851. Éste y cualquier tema como la apostasía, la persecución o las calamidades, será en ese contexto donde podremos ver a qué se refiere y aquí el Catecismo de la Iglesia Católica (ns. 675-677) nos ayudará mucho.

Durante mucho tiempo no se podía hablar de La Salette, hoy puede considerarse el tema y para saber de qué estamos hablando el libro de Corteville es formidable y nos ayudará a huir de la Babel contemporánea y situarnos bajo el influjo del Espíritu Santo como en Pentecostés.

 

Pablo Sylvester.

Notas

[1] Corteville Michel- Laurentin René, Découverte du secret de La Salette, Fayard, France, 2011, 263 ps. Corteville presentó su tesis en el 2000 en el Angelicum, la temática era La Salette y poseía 800 páginas. Mientras trabajaba en su elaboración halló los secretos perdidos en la Congregación para la doctrina de la fe el 3-10-1999. Secretos que habían sido escritos por los videntes y enviados por el obispo a Pío IX en 1851. Tal hallazgo pudo incluirlo en su trabajo que estaba en pleno desarrollo.  El libro posee el valioso reportaje que Laurentin le hizo a Corteville sobre tan valiosísimo descubrimiento. La obra que menciono salió con la coautoría de ambos, en realidad es Laurentin quien resume el trabajo de Corteville, en dicha síntesis no deja de dar su parecer y manifestar su agradecimiento a Corteville por  lo que le aportó a él en el tema, aun siendo francés y especialista en temas marianos e históricos. En adelante citaré este libro como Cf. Corteville siendo quizá en cada caso difícil saber que es una cita o resumen de Corteville y qué una apreciación de Laurentin ya que al sintetizar seguramente pone su sello.

[2] Cf Corteville, 13. Esto fue el 20-09-1846.

[3] Cf Corteville, 73-77.

[4] Cf Corteville, 191-208.

[5] Cf Corteville, 71-78.

[6] Se refiere a “la Regla de la Orden de la Madre de Dios” que Melania asegura haber recibido de la Virgen y tenía que aplicarse en una nueva Orden. Cf. Corteville, 63. Regla que no fue asumida por los misioneros de La Salette, pero sí en otras comunidades, al menos en parte y por un tiempo quizá.  Aníbal de Francia aludió a dicha Regla en su elogio fúnebre de Melania. Todos los detalles están en Cf Corteville, 161-185. Tal Regla incluía una mención explícita a los “apóstoles de los últimos tiempos”, que también se halla en la versión larga del secreto. Tal tema de los “apóstoles de los últimos tiempos” se halla en términos parecidos a San Luis María Grignon de Montfort cuyo “Tratado de la verdadera devoción…” había sido descubierto cuatro años antes de la aparición de La Salette. Cf. Corteville, 63. 67-68.

[7] Cf Corteville, 135.

[8] Al poco tiempo en 1880 desde Roma le indican a Melania que no debe comentar el secreto, el santo oficio la amenaza incluso con sanción  si llegara a hacerlo. Se realiza una intervención y se pide que se retiren los ejemplares publicados. Desde Francia hubo una fuerte reacción contraria a esta versión larga del secreto.  Luego en 1915 el santo oficio prohíbe todo comentario público del secreto de La Salette. A pesar de esto, en 1922, ya muerta Melania, el Vaticano autorizó la publicación “la oración a la Santísima Trinidad  por la glorificación de su humilde sierva  Melanie Calvat, pastora de La Salette. En 1923, Aníbal de Francia pide que se abra el proceso informativo para su beatificación. Cf Corteville, 241-245.

[9] Cf Corteville, 243.

[10] Cf Corteville, 134-135.

[11] Cf Corteville, 133.

[12] Cf Corteville, 134

[13] Cf Corteville, 133

[14] Cf Corteville, 137

[15] Cf Corteville, 138

[16] Cf Corteville, 138 Guinoulhiac insistió en la parte defectuosa de los videntes y a ninguno de los dos les permitió quedarse en La Salette; incluso hizo una distinción entre la aparición aprobada y el mensaje o secreto de los videntes, descalificando a los segundos. Proclamó en el santuario terminada la época de los videntes. Se opuso a la proclamación del dogma de la infalibilidad y al ser galicano era muy susceptible a la influencia de Napoleón III. Guinoulhiac le impidió profesar los votos a Melania en su diócesis y en Inglaterra le impidió que avanzara con la Orden, entre otras cosas, Corteville, 104.

[17] Además de guiar a Melania en lo referente a la Regla, permitiéndole incluso que ella en Roma escribiera las constituciones de dicha Orden,  León XIII le dio indicaciones al obispo de Grenoble, Fava, que no fueron observadas por éste. Las mismas se referían a facilitarle a Melania la implementación de la Regla en La Salette. Cf Corteville, 240.

[18] Cf Corteville, 139

[19] Cf Corteville, 128. Notemos como Benedicto XV admitía o creía en La Salette en cuanto a la sustancia se refiere; algo muy similar había dicho antes el padre Sermenko en 1880, superior del seminario polaco y consultor del santo oficio refiriéndose al secreto: “Yo lo tengo en su sustancia como verdadero” Cf Corteville, 241.  Los dos cualificados testimonios se refieren a la versión larga del secreto.

[20] Cf Corteville, 141.

[21] Información tomada de la web.

[22] Cf Corteville, 125.  En 2020 Homo Legens publicó “La Que Llora” con prólogo de Juan Manuel de Prada.

[23] Cf Corteville, 126.

[24] Cf Corteville, 127.

[25] Corteville, 101-103.

[26] Cf Corteville, 127.  La advertencia de Maritain a Montini en Roma  tuvo que ver con el libro “La grace de La Salette de Jean Jauen, misionero de La Salette” donde descalificada como histérica a Melania. Esto fue en 1946 con ocasión del centenario de la aparición. Corteville, 245. Maritain en 1965, luego de haber realizado él más de un cambio en distintos asuntos, volvió sobre el tema de La Salette y si bien coloca algún matiz menor, se mantiene dentro de lo afirmado ante Benedicto XV, es decir, la confianza hacia las palabras que habían sido reportadas por Melania, en que lo dicho por ella era verdadero. Incluso en esta fecha, 1965, Maritain se cuida de hablar del secreto con libertad por aquella disposición de 1915 del Santo Oficio. Cf.Corteville, 223-225.

[27] Cf.Corteville, 225-226. Aquí está la carta de Garrigou contando el hecho.

[28] Cf Corteville, 219-223.

[29] Cf Corteville, 128-129.

[30] Cf Corteville, 130.

[31] Cf Corteville, 131-132.

[32] Corteville, 59.

[33] Cf Corteville, 83.

[34] Cf Corteville, 83.

[35] Cf Corteville, 83. Stern aporta información cualificadísima sobre la documentación de La Salette, al ser autor de Documents authentiques sur La Salette en tres tomos y además publicó La Salette, bibliographie que es exhaustiva. Los misioneros de La Lasalette atendieron desde el inicio las necesidades pastorales del santuario y a ellos les fue indicado cómo tenían que vincularse con la vidente y con todo lo relativo a algunos temas polémicos que referimos.

[36] Cf Corteville, 84.  Bossan estudió cuáles habrías sido las lecturas apocalípticas que podrían haber influído en el convento y desde éste le respondieron que en la biblioteca del convento de Corenc no se hallaba dicha bibliografía y que Melania nunca tuvo autorización para leer libros de revelaciones y profecías.

[37] Cf Corteville, 85-89.  Sylvain Marie Giraud (1830-1885) fue un misionero de La Salette y es considerado por Henri Bremon como “uno de los más grandes autores espirituales de los tiempos modernos”. Sus escritos se dirigen especialmente al clero y enseñaba la importancia de vivir en ofrecimiento, posee una página inspiradísima sobre La Salette y los apóstoles de los últimos tiempos  Cf Corteville, 131.

[38] Cf Corteville, 89-80; 110-118.

[39] Cf Corteville, 84.

[40] Cf Corteville, 85.

[41] Corteville, 138. El padre Rousselot vio llorar al obispo Bruillard cuando leyó los secretos. Este sacerdote fue un testigo cualificadísimo de los hechos de La Salette, de hecho en 1848 escribe un libro “la vérité sur l´e événement de La Salette”. Rousselot es quien afirmó que para matar el acontecimiento de La Salette había que matar moralmente a los dos videntes, de los cuales él era defensor. Cf Corteville, 85. Pío IX se mantuvo firme en su ponderación sobre La Salette; incluso ante un importante cardenal francés que entonces, 1851, quiso impedir la aprobación del “secreto”. La acusación del prelado sostenía que tal “secreto” era una elucubración de un grupo político monárquico secundado ingenuamente por un obispo anciano, Cf Corteville, 234. Hacemos notar que aquí tal secreto se hallaba en una versión corta.

[42] Cf.Corteville, 138.

[43] Cf.Corteville, 58.

[44] Corteville transcribe y estudia las ocho redacciones escritas  que se han conservado del secreto de La Salette, ocho entre versiones cortas  y largas, cortas las primeras, largas las siguientes; de todas ellas las que nosotros  transcribimos aquí  son las dos de 1851, ambas clasificadas entre las versiones cortas. Cf Corteville, 43-73.

[45] Cf Corteville, 52.

[46] Cf Corteville, 53-54. En la versión corta del secreto a Ginoulhiac Melania escribe: “Aquí la Santísima Virgen me entrega la regla y luego ella me dice otro secreto sobre el fin de los tiempos”, lo segundo pasó inadvertido para los historiadores. Melania se refirió a ese asunto no menor en carta a Combe, cf. Corteville, 70-72.

[47] Cf Corteville, 54-55.

[48] Cf Corteville, 55.

[49] Cf Corteville, 56-70.  Melania manifestó en 1870 refiriéndose a la única aparición, que fue entonces  que la Virgen levantó el velo, que los acontecimientos de abrieron a sus ojos y a su imaginación a medida que ella hablaba, y que un gran espacio se abría delante de ella, que podía ver los hechos, los cambios en la tierra y que Dios inmutable en su gloria miraba a la Virgen que se abajaba a hablarle a dos pastores .Cf Corteville, 216. Por su parte, Maximino escribió su versión larga el 02-02-1866, Cf Corteville, 14-18.

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