In Memoriam de Su Santidad el Papa Benedicto XVI «¡Manteneos firmes en la fe! ¡No os dejéis confundir!»; y San Juan Pablo II: «Seguid al Buen Pastor»
Ha entrado un santo en el Cielo. La homilía y oración de este Papa en el año Sacerdotal de 2009-10, en la misa del 13 de Mayo de 2010 en Fátima, con más de 70.000 fieles reunidos en aquella explanada, cambiaron mi vida.
Este Papa me contagió de alguna manera con su espíritu radical a la hora de manifestar la verdad, bajo esa humildad característica del que es poseído por Dios. Propio de la suavidad del Espíritu de Dios, tajante y suave, que sin saber cómo te va cambiando. De ese Espíritu sutil que traspasa el alma sedienta de verdad, libertad y amor de Dios (Sab 7,22). Creo que este hombre es uno de los elegidos del Apocalipsis que seguirán al Cordero donde quiera que vaya (Ap 14, 5), pues fueron castos de palabra y de obra, como él también denominó a la castidad:
«La obediencia a la verdad debería hacer casta ('castificare') nuestra alma, guiándonos así a la palabra correcta, a la acción correcta. Dicho de otra manera, hablar para lograr aplausos; hablar para decir lo que los hombres quieren escuchar; hablar para obedecer a la dictadura de las opiniones comunes, se considera como una especie de prostitución de la palabra y del alma. La 'castidad' a la que alude el apóstol san Pedro significa no someterse a esas condiciones, no buscar los aplausos, sino la obediencia a la verdad» (Benedicto XVI, Homilía durante la misa con los miembros de la comisión teológica internacional, 06-10-06.)
Una obediencia del que se ha dejado vencer por ella, por su amor incondicional, la humildad de la persona más sabia y humilde de la tierra, de Jesucristo. Manifestando que un hombre muere como ha vivido, en la sencilla expresión de la verdad y del sentimiento más profundo: «¡Jesús te amo!».
No puedo por menos que decir que la providencia quiso darme un magnífico profesor de escatología, radical en sus convicciones y para mí como un vaso de agua fresca, cuando hablaba de la verdad y del Papa Benedicto XVI. Un Papa que al hablar de él no hay que hacer tirabuzones para sacar su lado auténtico.
El «martirio» de Benedicto XVI, ha sido el de «unos murmuradores, descontentos de su suerte, que viven según sus pasiones, cuya boca dice palabras altisonantes, que adulan por interés.» (Judas 1, 16; 2Pe 2,18; Dn 7,8-20); palabras hirientes contra Dios y la fe, que insultan la inteligencia y ofenden a las almas inocentes de ésos que se han hecho como niños por el reino de los cielos. (Mt 18,6)
Y en referencia a ese «martirio» de los sentidos, de lo que uno lee y oye… circula un tuit de un sacerdote, con una pintura sincrética (más abajo). Que representa un falso Cristo, pero solo hay un punto en común entre Buda y Jesucristo: la pretensión de llegar a todo el mundo. Incluso en el método divergen. Uno con la Budocracia: la destrucción del ser humano. Y Jesucristo con la evangelización:
«Por último, se apareció a los once cuando estaban a la mesa y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no creyeron a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: – Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado se salvará; pero el que no crea se condenará.» (Mc 16, 14-16)
Tanto les reprochó su dureza de corazón a los primeros obispos de la Iglesia, que les dijo que de nada les valdría estar bautizados si no creían. Tan a pecho se tomaron esto, que olvidaron por completo su miedo a la muerte y los aplausos del mundo, con la ayuda de Pentecostés y La Virgen María. Hoy vemos tantos obispos bautizados que viven seguros de sí mismos, pero sin fe en la resurrección de Cristo, en su victoria conta el pecado, el mundo y la carne. Que tienen miedo de reprender la herejía y persiguen la fidelidad al amor de Dios, pues hombres sin discernimiento confunden radicalidad al amor a Dios, con problemas mentales.
El Papa Benedicto XVI mostró con su vida, palabra y escritos, el rostro del Padre, del único Dios, a través de la Adoración a la Verdad, el Camino y la Vida. Por este motivo él fue un «mártir» incruento de Cristo. Por eso una vez solo dijo una palabra: «Eucharistomen»; resumiendo así lo mejor de su vida. Benedicto XVI no fue ni mucho menos la sombra de San Juan Pablo II, sino que pone de manifiesto que el pontificado de San Juan Pablo II no habría sido tan bueno si no se hubiera rodeado, y dado cargos a los mejores. Queda de manifiesto que Josef Ratzinger fue un pilar de los fundamentales en el pontificado de San Juan Pablo II. Por eso son los que a través de Cristo mostraron el verdadero ecumenismo, mostrando sin avergonzarse el rostro de Jesucristo.
San Juan Pablo II: «Seguid al Buen Pastor»
Los falsos profetas y los falsos maestros han logrado el mayor éxito posible»( VIII Jornada Mundial de la Juventud; Evangelium vitae, n17)
¿De verdad tenemos el mismo Dios? ¿Qué fin busca el ecumenismo? ¿Iglesia misionera hoy? ¿Es posible?
Judaísmo, Islam, Budismo, Hinduismo, Luteranismo (gnóstico), y todas las demás sectas religiosas o satánicas ¿podrán ser unidas bajo un mismo Dios por el simple hecho de que compartan ciertas creencias en la unidad de un único Dios o, concepto de «salvación», el «amor», etc?
La respuesta es sencilla para un Católico, la fe de los humildes:
«Hijitos, es la última hora. Habéis oído que tiene que venir el Anticristo: pues bien, ya han aparecido muchos anticristos. Por eso sabemos que es la última hora. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Porque si hubieran sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que ninguno de ellos es de los nuestros. En cuanto a vosotros, tenéis la unción del Santo; y todos estáis instruidos. No os escribo porque ignoréis la verdad, sino porque la conocéis y sabéis que ninguna mentira proviene de la verdad. ¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre; el que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. Vosotros procurad que lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros. Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. Y ésta es la promesa que él nos hizo: la vida eterna. Os escribo esto a propósito de los que pretenden engañaros. En cuanto a vosotros, la unción que recibisteis de él permanece en vosotros, y no necesitáis que nadie os enseñe. Es más, tal como su unción -que es verdadera y no engaña- os enseña acerca de todas las cosas, permaneced en él, del mismo modo que os enseñó. Y ahora, hijos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza y no quedemos avergonzados lejos de él, en su venida. (1 Jn 2,18-28)
Más claro agua. El ecumenismo es Jesucristo, Él es Dios. Quien acoge la divinidad de Jesucristo y le adora, posee al Padre, quien no tiene al Hijo, no tiene a Dios: «Éste es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle.» (Lc 9,35). La idea fugaz de decir que tenemos el mismo padre, como por ejemplo llaman los masones a Baphomet (El padre del templo de todos los hombres) es una blasfemia, y en otros casos un espejismo. Porque Dios, «El Padre» es Jesucristo:
- «Felipe le dijo: – Señor, muéstranos al Padre y nos basta. -Felipe -le contestó Jesús-, ¿tanto tiempo como llevo con vosotros y no me has conocido? El que me ha visto a mí ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre?’» (Jn 14,8-9)
- «A todo el que me confiese delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Pero al que me niegue delante de los hombres, también yo le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.» (Mt 10,32-33)
- «En aquella ocasión Jesús declaró: – Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.» (Mt 11,25-27)
- «Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Quien tenga oídos, que oiga.» (Mt 13,43)
- «Pues no sois vosotros los que vais a hablar, sino que será el Espíritu de vuestro Padre quien hable en vosotros.» (Mt 10,20)
- «Jesús le respondió: – Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan, porque no te ha revelado eso ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.» (Mt 16,17)
- «Porque el Hijo del Hombre va a venir en la gloria de su Padre acompañado de sus ángeles, y entonces retribuirá a cada uno según su conducta.» (Mt 16,27)
- «Pues así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida a quienes quiere.» (Jn 5, 21)
- «El Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio lo ha dado al Hijo» (Jn 5, 22)
- «para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que le ha enviado.» (Jn 5, 23)
- «Les respondió Jesús: – En verdad, en verdad os digo que Moisés no os dio el pan del cielo, sino que mi Padre os da el verdadero pan del cielo.» (Jn 6,32)
- «Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que viene a mí no lo echaré fuera» (Jn 6,37)
- «Porque ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo (Eucaristía/crucifijo) y cree en él tenga vida eterna, y yo le resucitaré en el último día.» (Jn 6,40)
- «Y decían: – ¿No es éste Jesús, el hijo de José, de quien conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que ahora dice: ‘He bajado del cielo’?» (Jn 6,42)
- «Nadie puede venir a mí si no le atrae el Padre que me ha enviado, y yo le resucitaré en el último día.» (Jn 6, 44)
- «Está escrito en los Profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Todo el que ha escuchado al que viene del Padre, y ha aprendido, viene a mí.» (Jn 6, 45)
- «No es que alguien haya visto al Padre, sino que aquel que procede de Dios (Jesús de Nazaret), ése ha visto al Padre.» (Jn 6, 46)
- «Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron.» (Jn 6, 49)
- «Igual que el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así, aquel que me come vivirá por mí.» (Jn 6, 57)
- «Éste es el pan que ha bajado del cielo, no como el que comieron los padres y murieron: quien come este pan vivirá eternamente.» (Jn 6, 58)
- «Y añadía: – Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre.» (Jn 6, 65)
- «y si yo juzgo, mi juicio es verdadero porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me ha enviado.» (Jn 8,16)
- «Yo soy el que da testimonio de sí mismo, y el Padre, que me ha enviado, también da testimonio de mí.» (Jn 8, 18)
- «Les dijo por eso Jesús: – Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que como el Padre me enseñó así hablo.» (Jn 8, 28)
- «Vosotros tenéis por padre al diablo y queréis cumplir las apetencias de vuestro padre; él era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla la mentira, de lo suyo habla, porque es mentiroso y el padre de la mentira.» (Jn 8, 44)
La misión es llevar la Eucaristía a todo el mundo, y que todo el mundo entre por ella a Dios Padre. Que todos sean uno. Y el ecumenismo es que todos sean católicos.
La puerta estrecha: (Conversión/confesión/Sagrario). La puerta siempre fue Jesucristo Eucaristía:
«Entrad por la puerta angosta, porque amplia es la puerta y ancho el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por ella. ¡Qué angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la Vida, y qué pocos son los que la encuentran!’. Guardaos bien de los falsos profetas, que se os acercan disfrazados de oveja, pero por dentro son lobos voraces. Por sus frutos los conoceréis: ¿es que se recogen uvas de los espinos o higos de las zarzas? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, y todo árbol malo da frutos malos.» (Mt 7,13-17)
«Lo que antes dije a mis compatriotas, lo digo ahora a todos los que en la Iglesia han sido confiados a mi servicio: ¡Manténganse firmes en la fe! ¡No se dejen confundir!» (Benedicto XVI)