Esto ha sucedido con los experimentos médicos que realizaron científicos estadounidenses que inocularon sífilis y gonorrea a más de 5 mil personas en Guatemala (por citar uno de multitud de ellos) y ahora nos dicen desde el congreso de los diputados que ha habido un experimento global. Y me ha recordado el interés social de Darwin y su odio a la vacunación, y veremos por qué. La pregunta es, ¿y si por aquel entonces se pudieran inocular virus en la vacuna? Esto sería una vacuna contra la sobrepoblación. Aunque la pregunta real sería ¿por qué no se hacía? Sencillo, por la moral Católica de los médicos a los que Darwin les proponía una «evolución» de criterios para su sociedad perfecta. Sin más preámbulos veamos qué opinaba Darwin de las vacunas:
La selección natural en su acción sobre las naciones civilizadas.
«En el anterior capítulo, y en el principio del presente, he considerado los progresos efectuados por el hombre, a partir de la condición primitiva semi-humana, hasta su estado actual en los países en que todavía el hombre se encuentra en estado salvaje. Creo deber añadir aquí algunas observaciones, relativas a la acción de la selección natural sobre las naciones civilizadas. Este asunto ha sido muy bien discutido por M.R. Greg, y anteriormente por Wallace y Galton. La mayor parte de mis observaciones están basadas en las de estos autores. Entre los salvajes, los individuos de cuerpo o espíritu débil desaparecen muy pronto, y los que sobreviven se distinguen ordinariamente por su vigorosa salud. Los hombres civilizados nos esforzamos en detener la marcha de la eliminación; construimos asilos para los idiotas y los enfermos, legislamos sobre la mendicidad, y nuestros médicos apelan a toda su ciencia para conservar el mayor tiempo posible la vida de cada individuo. Hay muchísimas razones para creer que la vacuna ha salvado la vida a millares de personas que, a causa de la debilidad de su constitución, hubieran sucumbido a los ataques variolosos. Aprovechando tales medios, los miembros débiles de las sociedades civilizadas propagan su especie. Cuantos se han ocupado en la reproducción de los animales domésticos pueden calcular lo perjudicial que debe ser esto último a la raza humana. Sorprende el ver de qué modo la falta de cuidados, o tan solo los cuidados mal dirigidos, pueden ocasionar una rápida degeneración en una raza doméstica; y, exceptuando los casos relativos al hombre mismo, nadie es tan ignorante que permita que se reproduzcan sus animales más defectuosos. Los socorros que nos inclinamos a dar a los seres enfermizos son principalmente un resultado accesorio del instinto simpático, adquirido originariamente como parte inherente a los instintos sociales, y que sucesivamente ha ido siendo más compasivo y extendiéndose más. Aunque a ello nos obligasen razones perentorias, no podríamos reprimir nuestra simpatía, sin sentirnos acerbamente heridos en la parte más noble de nuestra naturaleza. El médico practica una operación quirúrgica con cierta indiferencia e insensibilidad, pero se muestra así porque sabe que se trata de la salud de un paciente; solo por una ventaja fortuita no atenderíamos adrede al socorro de los seres raquíticos y enfermizos, pero en cambio nos resultaría de ello un perjuicio moral positivo y duradero. Por lo tanto debemos admitir, sin protestar, los malos efectos, a todas luces, que resultan de la supervivencia y de la propagación de los individuos enfermizos, toda vez que los atenúa la circunstancia de que los miembros demasiado débiles e inferiores de la sociedad se casan menos fácilmente que los sanos. Este freno podría llegar a tener una eficacia real, si los débiles de cuerpo y espíritu se abstuviesen de contraer matrimonio, cosa más de desear que de esperar.
En todos los países civilizados el hombre acumula su propiedad y la transmite a sus hijos. De ello resulta que no todos los hijos, en un país, parten de un punto mismo, al emprender el camino de la lucha, a cuyo término se encuentra la victoria; pero este mal encuentra su compensación en que sin la acumulación de los capitales las artes no progresan, debiéndose principalmente a estas el que las razas civilizadas hayan extendido y extiendan hoy por todas partes su dominio, reemplazando a las razas inferiores.»
C. R. Darwin, El Origen del Hombre. La selección natural y la sexual, ed. Trilla Y Serra (Barcelona, 1880) pág. 144-146.
¿Qué opinas del texto? Porque hoy Darwin parece intocable, es la vaca sagrada. Bien, del texto vemos que si no se prohíbe el matrimonio de los débiles… no hace falta seguir comentando, se entiende perfectamente. ¿Se esteriliza hoy en África? ¿Se reparten por todas partes de África preservativos? ¿Por qué? Hmm… He puesto negrita, pero nada del texto tiene desperdicio.
La eugenesia es más vieja que la tos, no hay nada nuevo bajo el sol. Y reverdece en el siguiente cometario que podría ser de Darwin, pero es del espíritu de quién influyo en él: Robert Malthus ¿Quién será hoy Maltusiano?:
«Lamentablemente, el virus en sí, particularmente la variante llamada Ómicron, es un tipo de vacuna. Es decir, crea inmunidad tanto de células B como de células T, y ha hecho un mejor trabajo al llegar a la población mundial que las vacunas» «Debido a una gran cantidad de «exposición a infecciones» en ciertas regiones, el riesgo de enfermedades graves por covid-19 se ha «reducido drásticamente», continuó Gates, y también señaló que los síntomas graves están «principalmente asociados con ser anciano y tener obesidad o diabetes»…»
No, este último párrafo no es Darwin, ni de 1879. Es de hace unos días. Los pongo a modo de comparación. Al primero le van mal las vacunas por un motivo y al segundo mal los virus por otro, pero ambos coinciden en lo mismo por unos motivos u otros.