Marta y María

Marta y María

Una lectura eucarística de la escena evangélica

«Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Al fin, se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada.» (Lc 10,38-42)

Para comprender los evangelios, es necesaria la oración, la meditación y la contemplación, la lectura de los Santos, pero sin duda cuando reciben más luz en el entendimiento es cuando se quiere hablar de Dios a la gente. Cuanto tiempo empleamos en tantas cosas, pero solo una es necesaria, predicar el evangelio, hablar de Jesús de Nazaret. Obviamente es por ello que Jesucristo mismo se encarga de ello, en la Celebración Eucarística.

El milagro de un Dios encarnado, que existe antes de todos los tiempos y que caminó ya hace 2000 años entre nosotros, es que su enseñanza tuvo que conducirnos de algún modo al epicentro de su presencia. Tiene que ser como ese nacimiento en Belén, una y otra vez, venir como un cordero, para el sacrificio, en humildad, para que solo los humildes reciban el anuncio de los Ángeles a los pastores. Hablar de la Eucaristía es hablar de Él, y hablar de Jesús es hablar del Evangelio. Todo está en la Eucaristía. Podríamos decir que todo fluye de ella, pues es Presencia real de Dios y que llega a todo el orbe, incluso a los no creyentes. Es una fuerza dócil y benigna que nos envuelve, y en cualquier momento de debilidad, o de flaqueza en nuestra soberbia, puede entrar en esa debilidad, esa suave presencia que nos mueve al bien y que tiene la pretensión de llevarnos a la Verdad plena de la que brota todo.

Volviendo al evangelio, creo que estamos contemplando una de las mayores enseñanzas de Jesús, de cómo sacar provecho al tiempo en el que estamos con Él en la Eucaristía. Es una realidad tan grande que a día de hoy se respira en el corazón de cada católico, y digo católico por la presencia real de Cristo en los sacramentos.

Nos adentramos en la escena. El pueblo representa el pueblo de Dios, el pueblo creyente, la casa a la que es recibido, la Domus Eclesie, donde antiguamente se celebraba la Eucaristía, pero que a día de hoy son las parroquias, catedrales y lugares habilitados para ello. María representa la participación activa y fructuosa en la Eucaristía, es la mejor parte que no le será quitada. Marta representa las inquietudes y solicitudes de los quehaceres que distraen de la celebración y hacen perderse la mejor parte. Marta representa también esa solicitud por los pobres y enviados de Dios, pero olvidando la mejor parte, la Eucaristía. Ella representa también el error de creer, aunque en su caso sin culpa, de que ella podía prepararle algo a Jesucristo en ese momento, más allá de prestarle toda su atención, porque si cambiamos los papeles, podríamos decir que Jesús es Marta, Él es, el que anda angustiado preparando la mesa de su pasión (triste hasta la muerte triste) caminando de pueblo en pueblo, preparando las primicias de la eucaristía en la multiplicación de los panes y los peces, que estos representando a los fieles, también tienen que ser devorados, en el sentido de desgastar y entregar la vida por los hombres incrédulos y que lleguen así a la salvación.

Es Dios quien tiene la mesa preparada, envejecido (de la espera) el pan y caliente (de su sangre solicita) el vino. Él es, el que lo prepara (sacerdote), es también donde se prepara (altar) y es lo que se prepara (víctima) ¿Entonces que hace Marta? Aprender la lección de un profeta, que escenifica una realidad futura, y este es el trabajo de los profetas, que el pueblo mire sus acciones, para preguntarle después que significan, y esto está recogido en todo el Antiguo Testamento. No es rebajar a Cristo a profeta, porque Él es Dios, Señor, Sacerdote, Profeta y Rey.

Entonces, solo tenemos media hora a la semana, algunos pueden variar de 1 a 7 días, pero solo media hora al día para ser María, ir a donde ya está todo preparado antes de la creación del mundo, sentarnos y guardar silencio y prestar atención con el oído y los ojos fijos en nuestro Señor. Descansar así el alma de todo y llevarnos la mejor parte, porque la Cena del Señor la ha preparado Él.

Marta está pendiente de la lavadora, de lo que hay que comprar, de si llueve o hace calor, de si se va a acatarrar, de llagar justo a la hora a Misa, para no tener que esperar allí porque «no hay nadie» (madre mía, cuando «Marta» se equivoca y llega media hora ates, y se va porque dice que no hay nadie…) no sé qué tendrá que hacer esa media hora, para volver a su casa, por cerca que este.

Tenemos solo media hora para ser María y llevarnos lo que no podrán quitarnos en la eternidad ya presente, y 23 horas y media para ser Marta ¿se puede saber por qué aún hay que ser Marta las 24 horas? La madre Teresa era sin duda alguna la «Marta» más activa en Cristo que me viene a la mente, pero lo era porque era «María» en Misa y una hora más de Adoración Eucarística todos los días.

4 comentarios

Scintilla
Preciosa meditación. Muchas gracias, padre.
6/10/21 9:08 PM
Colgunter
Digo lo mismo que Sintilla

Y que me hago lector suyo


ALABADO SEA JESUCRISTO
7/10/21 2:33 PM
Maribel
Le leo y coincido cien por cien en lo que dice.
Lo primero es adorarle y como consecuencia de esto , todo lo demás.
Gracias por su necesidad de hablar de Dios , y leeré con interes lo que
publique
9/10/21 11:35 AM
Marta de Jesús
Una Marta de la vida😌, esperando ser mejor María😇, agradecida por esta lectura🤗. Mi hija pequeña se llama María, dulce y precioso nombre.

Resto fiel 💓✝️🕊️🛐
9/10/21 10:23 PM

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