El pasado lunes 12 de abril se firmó un Memorando de Entendimiento entre nuestra Cámara de Diputados y el «Sistema de Naciones Unidas en Chile», representado por la Coordinadora Residente Silvia Rucks (35 años en la ONU). Se pretende que la ONU dé apoyo al debate parlamentario en materias vinculadas a la Agenda 2030.
Según Rucks, el convenio responde a que «Naciones Unidas reconoce el rol estratégico que los parlamentarios desempeñan en garantizar que los gobiernos implementen efectivamente los compromisos mundiales de la Agenda 2030 para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a nivel nacional». Dentro del Sistema de Naciones Unidas se incluyen el Banco Mundial, CEPAL, FAO, OIT, ONU Mujeres, OMS, Unesco, Unicef, etc. (44 mil empleados). Entre otras cosas, se contempla fiscalizar los actos del Ejecutivo.
Resulta sorprendente y preocupante cómo la ONU y sus funcionarios se involucran crecientemente en temas privativos de Chile. El enjambre de burócratas internacionales bien pagados e inamovibles deambula por el mundo buscando nuevos botines que les permitan justificar su trabajo. ¿Quién mide la productividad de los funcionarios de la ONU? ¿Quién mide la efectividad de sus programas? ¿Quién define sus salarios? ¿Cuántos funcionarios son despedidos por ineficaces? ¿Cómo se reclutan sus miembros? ¿Qué impuestos pagan los funcionarios internacionales? ¿Cuál es y cómo se mide la pluralidad ideológica de los funcionarios del «Sistema ONU»? Estas y otras preguntas no se formulan y no se contestan, pues existe un hermetismo manifiesto en torno al «Sistema de Naciones Unidas».
La CEPAL, por ejemplo, anclada en su casa matriz de Vitacura, en donde el metro cuadrado es de los más caros de Chile, tiene desde hace casi 13 años a la misma secretaria ejecutiva. En efecto, la mexicana Alicia Bárcena es la mandamás de esta organización que acoge a burócratas de mal desempeño en gobiernos casi siempre izquierdistas o «progresistas». Bárcena, gran admiradora de Fidel Castro, escribió al morir el tirano: «Se ha apagado la vida fecunda de un gigante. Abrazo fraterno a Raúl Castro y al pueblo cubano. Hasta la victoria siempre comandante». Este sincero tuit, lo borró a los 3 días. En alguno de sus discursos declaró que Cuba era «un ejemplo de cómo un pueblo unido puede cambiar las estructuras del poder». En relación a Venezuela, la secretaria ejecutiva de la CEPAL declaró que el dictador Hugo Chávez dejó «un tremendo legado en integración regional y política social». Identificó a Chávez como un «líder, como un grande que se fue» y que deja una sombra alargada tanto en Venezuela como en el resto del continente.
Por su parte ONU Mujeres, entidad que fue liderada por Michelle Bachelet, es donde tuvo su premio Paula Narváez, actual pre candidata presidencial. El ex ministro de Agricultura de Bachelet, Carlos Furche, disfruta desde hace 3 años de un importante cargo en la FAO. Alberto Arenas, de mediocre desempeño como ministro de Hacienda de la misma ex Presidenta, disfruta de los beneficios de la CEPAL. Numerosos son los ex funcionarios de izquierda «que hacen tiempo» en el «Sistema de Naciones Unidas», en espera de regresar al poder en Chile con sus coaliciones. Muchos coloquios, muchas conferencias, infinitos estudios, buenos sueldos y muchos viajes son los componentes principales del trabajo de estos privilegiados. De paso, «mejoran» su curriculum vitae, se codean con hermanos latinoamericanos seguidores del Grupo de Puebla, la mayoría argentinos y mexicanos.
¿Para qué requiere nuestra Cámara de Diputados firmar este acuerdo? Para nada útil o necesario. Estos acuerdos no son otra cosa que «arreglines» cupulares de sujetos que quieren justificar sus cargos, pasar por políticamente correctos y hacer concesiones a cambio de votaciones cruzadas y de mantener la estabilidad del «establishment». Si este memorando ya es una realidad, sería interesante que la ONU a partir de este nuevo acuerdo, que entre otras cosas busca disminuir la pobreza, asesore a la Cámara de Diputados en cómo eliminar los millonarios pagos a los exonerados falsos. También podría la ONU asesorar en cómo legislar para que no se siga discriminando a octogenarios militares presos quienes no han tenido igualdad ante la ley. Otra materia en que la Cámara de Diputados requiere una urgente asesoría es en un necesario cambio del sistema electoral para que no puedan resultar elegidos diputados con el 2% de los votos. También podrían asesorar a la Cámara en lo referido a los requisitos intelectuales y académicos mínimos para ser diputado.
Cada día que pasa, Chile y su pueblo se autoexigen en materias de inmigración, seguridad interna, en temas laborales, en materias legales, en aspectos vinculados a medio ambiente y también en aspectos varios que intentan globalizar principios que dan vida a la propia identidad de nuestro país. Poco a poco, y sin preguntarle al pueblo, nuestros poderes del Estado entregan a Chile a entes globales poderosos, que de manera premeditada y acelerada pretenden someter al país a un ordenamiento global contrario a nuestra historia, nuestra identidad y nuestras prioridades internas. El «Sistema de Naciones Unidas» -necesario, pero con otra estructura y objetivos- se ha transformado en un invasivo cáncer que va socavando el alma de la nación chilena y transformando a las naciones a su antojo. Su estrategia tiene responsables apátridas que, desde las comodidades de Nueva York, Ginebra o Vitacura, dan cátedras de igualdad, diversidad y desarrollo. No más burocracia cara e ineficaz, financiada por todos nosotros. Chile debe reaccionar ahora; más tarde será muy tarde.
Andrés Montero
Tomado de Viva Chile. Publicado originalmente en El Líbero