Los obispos del País Vasco han decidido celebrar un funeral conjunto por los catorce sacerdotes vascos que fueron ejecutados por el ejército franquista durante la Guerra Civil española. En el documento publicado hoy por los prelados, se asegura que en su día "no se hicieron por ellos los debidos funerales y en la mayor parte de los casos no se registró su muerte en el Boletín Oficial diocesano". Es por tanto una cuestión de justicia y de caridad cristiana el que la Iglesia, aunque tarde, haga un funeral por ellos. Sus familias lo agradecerán.
Ahora bien, determinados medios de comunicación están presentando la noticia de forma inequívocamente sesgada y errónea. En ningún caso los obispos vascos han dado a esos sacerdotes el tratamiento de mártires. Por tanto, quien hable de una reivindicación de esa condición para ellos, falta a la verdad.
Se es un mártir cristiano cuando se da la vida por Cristo, no por un ideario político, por muy respetable que este pueda ser. Todas las muertes en una guerra civil son una desgracia para la nación que las sufre y desde luego no se puede justificar la muerte de esos sacerdotes, pero ellos no murieron por odio a la fe.
No se sirve a la verdad ni a la reconciliación tergiversando la intención de los obispos vascos. De la mentira y la manipulación periodística no puede obtenerse nada bueno. Ni para la Iglesia, ni para la memoria de esos sacerdotes, ni para el bien común de la sociedad vasca.