Pienso que nosotros los católicos vivimos en un momento en que tenemos el derecho y el deber de expresar nuestra opinión sobre cuestiones controvertidas, e indudablemente una de éstas es la del aborto. En declaraciones a Onda Cero, don José Bono, aunque ha dicho respetar el derecho a opinar de la Iglesia, acusó a los obispos de "intentar imponer lo que piensan" en relación con la reforma de la Ley del Aborto y pidió que "no tengan dos varas para medir a unos cuando gobiernan y a otros cuando están en la oposición", en referencia al PP, acusación falsa porque la Conferencia Episcopal ha hablado prácticamente tanto contra el aborto en la época de Aznar (seis veces en ocho años) como en la de González (trece veces en catorce años y fue cuando se puso la ley). Bono afirma que "la Iglesia tiene derecho a decir lo que piensa pero no a intentar imponer lo que piensa, ya que en España quien manda es el pueblo español a través de sus representantes, que no son los obispos sino los diputados, senadores y el Gobierno". Sobre este punto no está de más recordar que los documentos eclesiásticos contra el aborto empiezan con la Didajé, del siglo I, que en el siglo IV los Concilios de Elvira y Ancira excomulgaron a los abortistas, excomunión mantenida a lo largo de la Historia de la Iglesia, que se encuentra en los Códigos de Derecho Canónico de 1917 y 1983, y que el Catecismo de la Iglesia Católica números 2270-2275 insiste en esta doctrina, que no es propia de la Iglesia Católica Española, sino de la Iglesia Universal.
Tras estas críticas, el presidente del Congreso aseguró que quiere "pertenecer a la Iglesia y vivir su fe", pero "en paz con mis convicciones y mis sentimientos". "Mi voto pertenece a mi partido, pero mi opinión y mi conciencia son mías, por lo que no quiero abrir ningún debate", destacó Bono en relación a posibles diferencias con las propuestas del Ejecutivo, "sobre todo ahora como presidente del Congreso". Como profesor de Moral Católica, debo decir al Sr. Bono, que su voto es suyo, no del partido, y que su conciencia debe de estar de acuerdo con su voto. Esto la Iglesia Universal lo tiene muy claro, también en tiempos recientes. Así Juan Pablo II, en su Encíclica “Evangelium Vitae” decía en su número 73 que “en el caso de una ley intrínsecamente injusta, como es la que admite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito someterse a ella, ni participar en una campaña de opinión a favor de ella, ni darle el sufragio del propio voto”. En cuanto a Benedicto XVI su Exhortación Eucarística “Sacramentum Caritatis” del 22-II-2007 número 83, afirma que los legisladores católicos que voten contra valores fundamentales, como son el aborto o la eutanasia, por coherencia eucarística, no pueden comulgar, porque se trata de un pecado mortal, ya que como dice 1 Corintios 11,27 “quien come el pan y bebe del cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y la sangre del Señor”, texto citado por el Papa, recordando también el papa a los Obispos, que “han de llamar constantemente la atención sobre estos valores”.
Bono también habló de la guerra de Irak: "los que hoy hablan de la vida en el ámbito del aborto, callaron ante miles de muertes provocadas de modo ilícito". Una de las voces más resonantes contra la guerra de Irak, fue la de Juan Pablo II. Personalmente recuerdo haber asistido a una función de teatro en la que uno de los actores arremetió contra la guerra de Irak. No sé si soy malo o mal pensado, pero pensé que arremeter contra algo como la guerra de Irak, era mucho más cómodo y menos peligroso que condenar a ETA.
Pedro Trevijano, sacerdote