El 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, Chile será consagrado al Inmaculado Corazón de María. Este acto de consagración se realizará en todas las Diócesis en celebraciones presididas por los obispos. En nuestra Diócesis se realizará en la Gruta de la Virgen en la ciudad de Villarrica, después de la procesión, en la Misa conclusiva del Mes de María.
Consagrarse a María significa confiar de un modo especial y más intenso en su materna intercesión ante su Hijo Jesús. La Virgen, en cuanto Madre de Dios, está tan unida al misterio de Cristo que es inseparable de su Persona y de su obra redentora. Cristo expresa esto en la Cruz: «Jesús, viendo a su Madre y junto a Ella al discípulo a quien amaba, dice a su Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu Madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió como suya» (Jn 19,26-27).
María es la Madre de todos los cristianos, representados simbólicamente en el «discípulo amado». Por eso todos los bautizados somos hijos de María. Ella «colaboró de manera totalmente singular a la obra del Salvador por su obediencia, su fe, esperanza y ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nuestra madre en el orden de la gracia» (LG 61).
La Consagración personal y social al Corazón Inmaculado de María nos une más íntimamente a Ella para aprender de su ejemplo. La Virgen nos enseña a escuchar a su Hijo cuando dice de sí misma: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38) y se dice de Ella: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45) y «meditaba todas estas cosas en su corazón» (ver Lc 2, 19. 51 y 2, 35), en referencia al misterio de Cristo. La Consagración a María nos lleva a obedecer su petición: «Hagan todo lo que Jesús les diga» (Jn 2,5). Así se entiende la expresión «A Jesús por María».
El acto de consagrarse a María reconoce el lugar privilegiado que Ella tiene en el plan de salvación y, por eso, la vinculación de la Iglesia y de los bautizados con la Madre de Dios. Así se cumplen las palabras de la misma Virgen: «Porque Dios ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada» (Lc 1,48).
El motivo de realizar esta Consagración de Chile al Inmaculado Corazón de María son las graves dificultades por las que hoy pasa la comunidad eclesial y el país. Nos queremos confiar a la intercesión de María ante su Hijo Jesús, para que Él venga a salvarnos.
+ Mons. Francisco Javier Stegmeier
Obispo de Villarrica