En la carrera desenfrenada por la pendiente de la cultura de la muerte que emprendió la sociedad española hace un par de décadas, el gobierno socialista está dispuesto a quitar cualquier obstáculo. La píldora "del día después", la misma que aprobó el gobierno Aznar, podrá adquirirse en las farmacias como quien compra una caja de aspirinas.
No estamos ante un medicamento. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, medicamento es la "sustancia que, administrada interior o exteriormente a un organismo animal, sirve para prevenir, curar o aliviar la enfermedad y corregir o reparar las secuelas de esta". No estamos ante algo que forma parte de la ciencia médica. Según ese mismo diccionario, la medicina es la "ciencia y el arte de precaver y curar las enfermedades del cuerpo humano". El embarazo no es una enfermedad. La concepción de un nuevo ser humano es, en cualquier sociedad que se precie de ser civilizada, motivo de gozo y alegría.
Esta píldora a la que el gobierno socialista está haciendo una campaña de publicidad gratuita, fue aprobaba por el anterior gobierno popular. Eso demuestra que la clase política con representación parlamentaria de nuestro país no se pone de acuerdo en el ritmo de la carrera, pero quiere llegar a la misma meta. Mal futuro tiene una nación si está en manos de quienes persiguen con saña la vida humana desde el mismo momento de su concepción. Los cristianos debemos levantar nuestra voz, una vez más, ante este atentado contra lo más sagrado. Y debemos concienciarnos de que quizás no baste con salir a la calle de vez en cuando. Nuestra voz merece ser oída allá donde se toman las decisiones, allá donde se legisla, allá donde se decide el futuro de nuestro país.