Cataluña

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Muchos catalanes, jóvenes y adultos, están convencidos de que les conviene separarse de España. Piensan que les estamos maltratando y esta discriminación negativa les da derecho a la secesión. Ellos lo viven como un derecho a la defensa propia. Se lo han enseñado así durante treinta años.

(Publicado en Vida Nueva) Soy aragonés, pero he vivido quince años en Cataluña. Vic, Solsona, Valls. Es decir, Barcelona, Lérida y Tarragona. Conozco un poco Cataluña y a los catalanes. Tengo familiares y amigos en Cataluña. Leo literatura catalana. A mis 19 años, hice mi tesis de Filosofía sobre la antropología de Ramón Llull (tema apasionante, ¿no?).

Quiero decir que mis palabras son fruto del amor, del buen deseo y, también, del dolor. No pretendo hablar desde posiciones políticas, casi ni eclesiales, me basta con hablar humanamente, cívicamente, sinceramente.

Entiendo que la crisis actual es, en un primer plano, política, y debe ser tratada políticamente. Nos encontramos ante una verdadera insurrección institucional, dirigida desde el poder político, acompañada y potenciada desde abajo por un fuerte sentimiento popular muy difundido, previamente cultivado.

Muchos catalanes, jóvenes y adultos, están convencidos de que les conviene separarse de España. Piensan que les estamos maltratando y esta discriminación negativa les da derecho a la secesión. Ellos lo viven como un derecho a la defensa propia. Se lo han enseñado así durante treinta años.

No es verdad que el independentismo haya comenzado ahora como consecuencia de una cierta frustración democrática. El nacionalismo independentista comenzó a finales del siglo XIX, durante la Primera República, con Almirall, Guimerá, la Lliga Regionalista y las Bases de Manresa. Con el apoyo de algunos ilustres eclesiásticos. Eran los tiempos de la industrialización y de la Renaixença cultural.

Los nacionalismos, todos los nacionalismos, tienen un fondo de protesta, es como el hijo mayor que se va de casa dando un portazo. Se van porque se ven maltratados, no se sienten queridos. Pero a veces no se ven queridos porque antes han sido egoístas, porque han creído que tienen más derechos que los demás, porque no están conformes con lo que reciben en casa, aunque estén recibiendo lo mismo, y a veces más que los demás. El nacionalismo es siempre victimista, pero es victimista porque antes, y más profundamente, es egoísta, se cree más que los demás y quiere más que los demás. Es egoísta e insolidario. Pretende estar solo para vivir mejor.

El nacionalismo es ruptura. Se quiera o no, desgarra el tejido social, enfrenta a las personas, divide las familias. Por eso, solo es legítimo y moralmente aceptable cuando resulta ser el único remedio contra graves injusticias colectivas, de dominación o discriminación. Aquí se habla de 500 años de convivencia. Pero son más. Cataluña formó parte no del Reino de Aragón, pero sí de la Corona de Aragón, con el rey Ramiro de Aragón y el conde Ramón Berenguer, desde el siglo XII.

La gente iba y venía, compraba y vendía, se casaban y se ayudaban en lo que podían. Luego vino la unidad de los Reyes Católicos. A Fernando le gustaba mucho estar en Barcelona. Y, en la época moderna, las relaciones de todas clases se han intensificado hasta borrar las fronteras étnicas y las diferencias idealistas. Los catalanes están y negocian por todas partes. Y en Cataluña hay españoles de todos los lugares de España.

Poco a poco hemos ido construyendo una sociedad común, con una identidad. común, también con diferencias, pero con un gran patrimonio común, favorecida por las capas más profundas de nuestra cultura. Territorio, romanización, cristianismo, reconquista cristiana, unificación política, defensa contra las ambiciones napoleónicas, lucha contra las revoluciones y dominios marxistas. Venir ahora a hablarnos del derecho de autodeterminación es vivir en otro mundo. O no querer enterarse de lo que uno tiene a su alrededor. Tenemos que vivir en la realidad, no en la burbuja de nuestras fantasías.

Durante el período democrático, con el Estado de las Autonomías, el nacionalismo catalán ha aprovechado las competencias recibidas para construir la «estructura nacional», como decía Jordi Pujol ya en 1980. Y han intentado construirlo con tenacidad.

Aprovechando con habilidad la debilidad de los gobiernos centrales. Poco a poco, ladrillo a ladrillo, han ido reuniendo los materiales que necesitaban. Y los gobiernos del Estado no tenían más remedio que ceder y pactar para poder gobernar. Habría que revisar muchas cosas. La raíz política del mal está en nuestra misma legislación.

Pero, ahora, el problema no es únicamente político. A lo largo de estos años de vida democrática se ha convertido en un problema social y cultural. Esta ampliación cultural del independentismo ha venido por dos cauces: la educación y los medios de comunicación, dirigidos y manipulados desde el poder autonómico.

Y algo tiene que ver también en todo esto la descristianización galopante que está sufriendo Cataluña en estos años. El independentismo descristianiza y la descristianización favorece el independentismo. No valen las argumentaciones ideológicas. Hay que atenerse a la realidad.

Curar también el espíritu. Si esto es verdad -yo así lo creo-, la crisis actual no se podrá resolver solo desde las instancias políticas: hará falta una cura espiritual, cultural. Serán necesarios bastantes años de buenas relaciones y de buen gobierno, con claridad y paciencia, para convencer a los catalanes separatistas de que les queremos, de que pueden estar bien en España, de que no les robamos ni despreciamos su lengua, que es también nuestra, ni sus tradiciones, ni sus innegables valores.

En el resto de España también habrá que cambiar ciertas actitudes centralistas, demasiado elementales, que confunden lo español con lo castellano o con lo que se hace «en toda tierra de garbanzos». Cataluña es España y España es también Cataluña. Pero ahora, hay demasiada gente que no lo ve ni lo siente así. Modificar un sentimiento socializado cuesta una generación, yendo las cosas bien.

Entiendo que ahora, durante un tiempo, Cataluña necesitaría un período de tranquilidad, en el que se multipliquen los contactos, los encuentros, las explicaciones, todas las atenciones posibles que sean justas y razonables, que vayan sanando la mentalidad social y cultural de los catalanes en lo referente a sus relaciones con el resto de España.

Para lo cual se requiere un cambio profundo en varios puntos:

– catalanes y no catalanes tenemos que convencernos de que nadie es ni más ni menos que los demás ciudadanos españoles;

– en Cataluña tendrán que ver que están recibiendo un trato justo, normal, sin discriminaciones, pero también sin privilegios;

– y esto tiene que ir entrando en la sociedad catalana desde una enseñanza objetiva, imparcial, no manipulada, y con unos medios de comunicación igualmente objetivos, no sectarios, ni subvencionados ni teledirigidos.

Si no se hace esto, o algo parecido, se haga ahora lo que se haga, dentro de pocos años volveremos a estar en las mismas. Los catalanes son tenaces y muy amantes de sus cosas. Y tienen todo el derecho del mundo. Me asustan un poco los melindres democráticos de algunos políticos que quieren una intervención reducida y cortita. Habrá que hacer lo que sea necesario. ¿O no? Esta crisis es una gran oportunidad histórica. No podemos perderla.

Cómo se puede y se debe hacer algo de todo esto es ya una cuestión práctica, política, en la que prefiero no entrar.

Termino diciendo a mis amigos catalanes, a todos los catalanes: os quiero, os llevo en mi corazón, sois parte de mi vida. Rezo por vosotros. Quedaos en casa, estaréis mejor. Estaremos todos mejor.

Cardenal Fernando Sebastián, arzobispo emérito de Pamplona y Tudela

Publicado originalmente en Vida Nueva, nº 3.056 (octubre-noviembre 2017)

16 comentarios

García
No se equivoque cardenal, en el resto de España el nacionalismo no deja de ser algo ramplón y marginal. En Cataluña está presente en todas las capas sociales. Cuando un cura castellanoparlante, y le hablo de buenos curas, da la misa en catalán se preocupa, y mucho, de que aquellos términos intraducibles al catalán se pronuncien en castellano con todas sus letras. No dice "la Mare de Déu del Pilar", dice "Nuestra Señora del Pilar". Así, poco a poco, el catalán se ve obligado a introducir en su vocabulario fonemas y expresiones que no le son propios. En las traducciones del misal pasa exactamente lo mismo.
6/11/17 1:33 PM
Jesus, al morir por todos, para hacernos hijos de Dios y ciudadanos del cielo, acabó con todos los nacionalismos pues nos hizo a todos hermanos.
Evidentemente, esta tesis no les interesa nada a los nacionalistas, ¿darnos todos la Paz en la Misa, independientemente de nuestro sentimiento patrio?, esto se ve en Lourdes....¡que pena que Europa no lo reflejase en su constitución!
Enhorabuena por su articulo siempre esclarecedor.
Que Dios le bendiga.
6/11/17 1:54 PM
Sancho
Solo le ha faltado, cardenal, hablar de la vergonzosa colaboración de un amplio sector del clero catalán en el desarrollo del nacionalismo que denuncia, desde las escuelas católicas a las parroquias, sin que quien debía impedirlo lo hiciera. Han instrumentalizado el Reino de Dios, marginado a quienes no comulgaban con la república catalana, y contribuido así a la descristianización de la sociedad; todo ello por unas veleidades secesionistas que ya están revelando sus nefastas consecuencias económicas y sociales.
6/11/17 4:57 PM
Almudena1
A mi me preocupa muchísimo la división que esto genera entre católicos.
No es lo mismo leer este artículo que las palabras, de hace pocos días, de los también obispos de Solsona y Gerona, amén de gran parte del clero catalán.
Aquí el problema ya no es político, va más allá.
¿Soluciones? O consejos vendo que para mi no tengo.
¿Podrían los políticos inmiscuirse en los centros de enseñanza religiosos catalanes, e ir echando uno a uno a todos esos curas y monjas nacionalistas que tanto daño han hecho y siguen haciendo? ¿Qué haría la CEE? ¿Porqué no saca ella la escoba primero para dar ejemplo y empieza a barrer tanto Caballo de Troya?
No se olvide Monseñor que a la iglesia en Cataluña la subvencionamos todos también. Se lo digo por su tercer punto de solución al problema.
6/11/17 6:37 PM
Rafael
1)
“Con el apoyo de algunos ilustres eclesiásticos” No sólo a finales del XIX. Continuadamente desde entonces y hasta ahora. Especial y descarnadamente ahora, con los obispos de las diócesis catalanas proclamando en una nota de mayo pasado la nación catalana, siguiendo el camino marcado días antes por el obispo de Tarragona Jaume Pujol en una homilía en Montserrat. Y con los obispos de la comisión permanente de la CEE subordinándose a ellos en una nota de septiembre pasado. La cuestión es porqué las autoridades eclesiásticas, en España y Roma, han apoyado continuamente a los separatistas vascos y catalanes creando la discordia.

El obispo mártir Cruz Laplana y el cardenal Gomá informaban al Vaticano, frisando los años treinta del siglo pasado, que financieros nacionalistas catalanes se infiltraban en la Iglesia para ponerla al servicio de sus fines. El éxito de la infiltración es exagerado, con las banderas separatistas asaltando consentidamente los campanarios.
6/11/17 9:31 PM
Rafael
2)

En su análisis creo que comete dos graves errores, que son habituales. El primero es olvidarse de quien mueve los hilos. Que evidentemente son los poderes oligárquicos, infiltrados en la Iglesia. Como usted dice, el separatismo de parte de la población, sólo una parte, es superficial y creado por la propaganda de los últimos decenios -poco antes las masas recibían reiteradamente con entusiasmo a Franco- y exacerbado artificiosamente hasta el paroxismo en los últimos meses. Creado artificialmente tiene fácil solución. El problema son los poderes que lo crean, que quieren mantenerlo, y se apoyan en la Iglesia para ello.

El segundo error es pensar que los separatistas quieren la independencia. Ni mucho menos, todo lo contrario. El separatismo es sólo una amenaza para imponer el supremacismo. Es mera táctica. Todo responde al supremacismo negrero de una oligarquía. Puede que la población separatista que haya no lo sepa, aunque seguro lo sospecha. Pero la población no decide nada. Todo se hace desde arriba. Un supremacismo negrero que, desgraciadamente, también ha estado apoyado por autoridades eclesiásticas. Hasta el extremo que dos obispos de Barcelona, Josep Morgades y Salvador Casañas, antes de serlo firmaron manifiestos a favor de la esclavitud.

Acierta plenamente en la solución al artificioso problema: “en Cataluña tendrán que ver que están recibiendo un trato justo, normal, sin discriminaciones, pero también sin privilegios”. Sabiendo que hasta ahora, y especia
6/11/17 9:32 PM
Anticlimacus
¿Y qué hay de todos esos inmigrantes hispanos que se han pasado a sectas protestantes porque allí sí les hablan en castellano? ¿De todos los que abandonan a la Iglesia hartos de que sus iglesias se hayan convertido en templos del Baal-nación? ¿De los pastores que usan su condición para hacer proselitismo Nacionalista?
7/11/17 9:20 AM
García
Rafael, lo saben perfectamente pero se asustan y se dejan comprar al comprobar lo profundamente sectario que es el catalán. Si la izquierda no conoce más que el lenguaje de la violencia, el catalán no conoce más que el del dinero. Es la hora de votar con el bolsillo. No espere que el Estado cumpla con su deber porque no puede hacer nada ya que la jefatura está pringada hasta las cachas.
7/11/17 11:07 AM
Juanjo
Sueño con una Iglesia que defienda a España, luz de Trento, martillo de herejes, espada de Roma, cuna de San Ignacio. Porque lo que nuestra religión católica le debe a España no está medido ni pesado.

Sin embargo, la blandenguería conciliarista nos lo ha robado TODO. Porque un día los obispos españoles se rindieron, en Roma a las lisonjas masónicas de cardenales como Frings, Liénart, Suenens o Leger. Traicionaron al Coetus Internacionalis Patrum, y con él a España y a la Iglesia.

Nos han robado la memoria: hoy los niños y jóvenes son adoctrinados de tal manera que piensan que defender España es fascista o xenófobo. Hoy ondear una bandera de España te hace estar señalado, mirado con recelo, cuando no amenazado. ¿Dónde estaban los obispos mientras tanto? ¿Dónde Monseñor? ¿Haciendo planes pastorales para implementar el "ecumenismo" y el "diálogo interreligioso"?

Nos han robado la voluntad: hoy en las escuelas se inculca el odio a España, el odio a nuestra religión católica, el odio a nuestro glorioso pasado de santos y evangelizadores de nuevos mundos; se condena todo lo que sea exaltación de España. ¿Dónde estaban los obispos mientras tanto? ¿Dónde Monseñor?

Y finalmente nos han nublado el entendimiento desde la escuela con las más horribles y falsas máximas como la democracia, el liberalismo, los derechos humanos frente a los derechos de Dios, el laicismo más agresivo y feroz que se ha visto en España. ¿Dónde, dónde estabais? ¿Dónde estabais? ¿Defendiendo la Const
7/11/17 8:57 PM
Maria
Por mucho que haya vivido en Catalunya, solo ha querido enterarse de lo que ha querido y difundir tal como Vd. piensa. En este parrafo no dice la verdad.
El independentismo no nos hace menos cristianos,
hemos aprendido valores cristianos a tope, el Gobierno ha discriminado durante años Catalunya y esto repaselo bien con números. Los Obispos saben muy bien lo que es su tierra (Salvo alguno) y a los niños no se les adoctrina. He sido niña e ido a la escuela y siempre he actuado con total libertad sin adoctrinamiento. No por ser Obispo crea saberlo todo,
8/11/17 11:59 PM
Antonio Gayarre
Mi enhorabuena Don Fernando: Suscribo el 99% de su artículo. Y añadiría estas ideas: Cataluña nunca ha sido un estado independiente. España no roba a Cataluña. La enseñanza manipulada y tergiversada es la gran culpable de las mentalidades de muchas gentes. Muchos curas y religiosos han primado el nacionalismo y el independentismo por encima de la enseñanza religiosa.
9/11/17 10:48 AM
Egomet
Pues Maria, no sé cómo puedes decir en serio eso de que durante años "el gobierno ha discriminado a Catalunya" si no te han adoctrinado.

Si tienes a bien explicarme en qué se ha discriminado a Catalunya.
9/11/17 9:22 PM
Sebastián
Este es un tema delicado, y ninguna opinión puede satisfacer a todos. Sin embargo, eminentísimo señor Arzobispo, pienso que tiene casi toda la razón. No haga caso de los comentaristas que creen saber más que el articulista, el Papa y los otros comentaristas que les preceden. Hay mucha soberbia suelta y, lo que es peor, mucha animadversión preconcebida.
9/11/17 10:44 PM
Sebastián
Este es un tema delicado, y ninguna opinión puede satisfacer a todos. Sin embargo, eminentísimo señor Arzobispo, pienso que tiene casi toda la razón. No haga caso de los comentaristas que creen saber más que el articulista, el Papa y los otros comentaristas que les preceden. Hay mucha soberbia suelta y, lo que es peor, mucha animadversión preconcebida.
9/11/17 10:57 PM
Fernando
El 9 por la noche escribí un comentario indicando que no me parecía inapropiado que un alto prelado de la Iglesia se pronunciara sobre la aplicación del artículo 155 a Cataluña pidiendo una intervención del Estado en la enseñanza de la historia y en los medios de comunicación catalanes, algo equivalente a una censura y al establecimiento de una versión centralizada e impuesta de la historia y de los acontecimientos.

Respetuosamente, al tomar estas posiciones, Mons Sebastián parece expresar aquí más sus opiniones políticas que la doctrina de la Iglesia, que fue espuesta con claridad y mucho tacto por la Conferencia Episcopal Española. Con este artículo, Mons Sebastián puede ganar muchos aplausos entre los,que comparten sus opiniones terrenales, pero puede también generar repulsa por parte de los que piensan - de manera legítima - de manera diferente.

Mi comentario enviado el 9 de noviembre no fue publicado. Espero que, aunque sea por respeto de la visión católica del mundo - católico significa universal, no partidista, en que todas las opiniones sobre asuntos terrenales que sean respetuosas de los demás tengan cabida -, la dirección de infocatoloca.com publique estos comentarios.
12/11/17 11:31 AM
Quinto
Esta es la opinión de un nacionalista español ( además cardenal) que comparte lo que dice 13tv ,intereconomia ... Una visión que no vende mucho en Cataluña, y que si se quiere aplicar tendrá que ser por la fuerza, está el cardenal dispuesto a apoyar el uso de la fuerza?

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LF:
De eso ya habla San Pablo en Romanos 13.3-4:

Pues los gobernantes no dan miedo al que hace el bien, sino al que obra el mal. ¿Quieres no tener miedo a la autoridad? Haz el bien y recibirás sus alabanzas; de hecho, la autoridad es un ministro de Dios para bien tuyo; pero si haces el mal, teme, pues no en vano lleva la espada; ya que es ministro de Dios para aplicar el castigo al que obra el mal.


Si hay que usar la fuerza para defender a los millones de catalanes que se sienten españoles, se usa.

Pero no hará falta. Es muy claro que los dirigentes secesionistas son más bien cobardones.
17/11/17 10:56 PM

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