El pasado día 16 de mayo, don Antonio Cañizares, cardenal y arzobispo de Valencia, pronunció una homilía en la Universidad Católica de Valencia; en ella definió los valores, contenido y objetivos de la familia, y la necesidad de la familia en el mundo contemporáneo. Algunas de sus palabras han provocado feroces reacciones, incluso en las Cortes valencianas que, al parecer, podrían aprobar una condena pública del ilustre prelado, denunciado ya por no sé cuántas entidades sociales por, supuestamente, incitar al odio.
Sin duda, las palabras que han provocado estas airadas respuestas son aquellas con las que don Antonio señala los ataques que sufre hoy la familia. Literalmente ha dicho: «Ahí tenemos legislaciones contrarias a la familia, la acción de fuerzas políticas y sociales, a la que se suman movimientos y acciones del imperio gay, de ideologías como el feminismo radical o, la más insidiosa de todas, la ideología de género».
Creo imprescindible exponer algunas consideraciones al respecto:
1. Como todo ciudadano, don Antonio Cañizares Llovera tiene pleno derecho a exponer libremente sus opiniones, sin que ello le acarree la persecución, difamación y calumnia.
2. El arzobispo de Valencia tiene la facultad, la obligación pastoral, de orientar a sus fieles de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia.
3. Se distorsionan sus palabras cuando se le acusa de homofobia, de discursos de odio o de tomar posición contra la lucha por la igualdad de las mujeres. En ningún momento condena la homosexualidad, menos aún a los homosexuales; reprueba las acciones e iniciativas de aquellos grupos de presión, por cierto también rechazadas por muchos homosexuales.
4. Tampoco dice nada contra el feminismo, sino contra el feminismo radical y, especialmente, contra la ideología de género. No es la ideología de género un programa de lucha por los derechos de las mujeres, («feminismo de equidad», en expresión de las «feministas de género») sino la consideración de que el género es una construcción cultural, no el resultado causal del sexo; las relaciones entre hombres y mujeres se basarían, según esta ideología, en roles definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo. Es una interpretación neomarxista de la historia que explica el fracaso del marxismo porque, según ella, se detuvo únicamente en consideraciones económicas y no en la destrucción de la familia, verdadera creadora de desigualdad
5. En carta abierta a don Manuel Mata y a doña Rosa de Falastín, recuerda el cardenal Cañizares las palabras con las que el entonces cardenal Ratzinger definía la ideología de género: «con la ideología de género el hombre moderno pretende librarse incluso de las exigencias de su propio cuerpo: se considera un ser autónomo que se construye a sí mismo; una pura voluntad que se autocrea y se convierte en un dios para sí mismo».
6. Piense cada uno como quiera y exprese libremente sus opiniones en una sociedad democrática. No es obligatorio compartir el pensamiento de don Antonio Cañizares, en especial, no lo es para los no católicos. Sin embargo, tiene derecho, en su caso obligación, de exponer la recta doctrina de la Iglesia; nadie debe sentirse por ello ofendido: a nadie ha condenado. Ha hecho una defensa de la familia, no solo de la familia cristiana en sentido estricto, de la familia como institución esencial de cualquier sociedad civilizada.
7. Los desconsiderados ataques al prelado deben suscitar, al menos, expresiones de apoyo a su persona, a su valiente exposición de la doctrina. No es presentable que quienes piensan como él guarden silencio; yo me atrevo a solicitar, con absoluto respeto a quienes sostengan ideas contrarias, pero en el pleno uso de mi libertad, la pública expresión de apoyo a esta homilía y a su autor. Y lo reclamo especialmente de quienes tienen mayores responsabilidades sociales y pastorales.
Vicente Ángel Álvarez Palenzuela