Por cierto, que a ese deseo me apunto, pues es el deseo de siempre en la Iglesia: fomentar –ayudar a romper- la dicotomía entre la Fe que se dice profesar y la vida real que uno lleva. Se evita así lo que un santo muy español –aragonés, por más señas: San Josemaría Escrivá de Balaguer- catalogaba de «esquizofrenia» de la vida de los cristianos: la ruptura entre doctrina y vida.
Hasta aquí, todo bien. El problema viene inmediatamente después cuando centra el debate en los temas de los curas casados, las parejas de hecho y el mundillo LGTBI. Porque estos «católicos laicos» del «Somos…», son tan «católicos», tan «católicos» que, ¿a quién culpan de las brechas y las rupturas? ¡Bingo: lo han adivinado: a la Iglesia!
«Nuestra Iglesia tiene reglas sexuales tan estrictas que ahuyenta a las personas». ¿Lo pillan? Más claro, ¡agua! O, ¿blanco y en botella…? La culpa: la Iglesia. Que es una madrastra que ni la de Blancanieves…
Así de «católicos» son est@s ti@s; que, además de rechazar la doctrina de la Iglesia «Católica» sobre la sexualidad humana y sobre el matrimonio y el celibato –que son los dos extremos en los que la sexualidad se vive en armonía con el querer divino y es, por eso mismo, verdaderamente humana: digna del hombre-, seguro que no tienen ningún inconveniente en cobrar –estarán bien subvencionados- de alguna conferencia episcopal del lugar.
Para lograr «taponar» esa brecha –que existe realmente-, y como medio no solo necesario sino absolutamente imprescindible, sugieren –que así son de «católicos»: no me cansaré de repetirlo- lo siguiente: «En primer lugar, debemos superar la fijación exagerada de la doctrina católica en el pecado».
¡Pero qué listos! ¡Y qué servicio más gordo están haciendo est@s tan «católicos» a la Iglesia y a las almas y al mundo mundial! ¡Cómo no se le habría ocurrido a nadie…, máxime en un Iglesia que ha tenido hasta Doctores, y ya con más de 2000 años de antigüedad! ¡Si es elemental! ¡Se quita el pecado y así… NADIE PECA!
Y, si nadie peca ya… ¡ FUERA BAUTISMO, FUERA CONFESIÓN, FUERA MATRIMONIO, FUERA INDISOLUBILIDAD, FUERA CELIBATO PROPTER REGNUM CAELORUM, FUERA CATÁLOGOS ANTI LGTBI…, Y TODOS A COMULGAR! ¡PERO SI ES SENCILLÍSIMO!
¡Fuera Iglesia, no; porque si no hay iglesia no hay «eucaristía», y no hay por tanto comunión para satisfacer esas «ansias quasi infinitas» de «recibir» a… -¡ellos sabrán!-que tienen tod@s est@s chic@s tan «católic@s».
Que conste que todo esto lo dice literalmente el portavoz de «Som@s» en su entrevista y para enviar recado al Sínodo.
Fíjense en cómo definen la «familia», por ejemplo: se podría hablar de familia «cuando personas de diferentes generaciones conviven de forma responsable».
Pero ¡qué progrez! ¿Pues no han descubierto lo que es «una pensión»?: realidad que en la España de la postguerra fue, para mucha gente, y por necesidades de distinta naturaleza, un instrumento muy socorrido para estar bajo techo por un precio asequible. Claro que, en aquellos años, a nadie de los que vivían en una pensión se les ocurría que, incluido en el menú y por el mismo precio, tenían derecho al sexo a como diese lugar, que la imaginación es muy amplia y variada.
¿Y la «indisolubilidad» del matrimonio? «Jesús quería [con ello] alcanzar condiciones igualitarias para el hombre y la mujer. Ese es el mensaje principal de la indisolubilidad del matrimonio». ¡Toma nísperos!
Y cierra la entrevista con una visión bucólica, plena de buenismo, y acomodada al detalle a sus planteamientos tan, tan, tan «católic@s»: «Necesitamos diversidad dentro del cristianismo».
¡Que les aproveche! ¡Y que Santa Lucía les conserve la vista y los convierta!