Para justificar lo dicho hay que admitir que los HECHOS están por encima de los ARGUMENTOS, como bien enseñaban los antiguos romanos. Y por ello conviene hacer una evocación de ambos en relación a Irak:
Argumento: el ataque a Irak se avalaba por las armas de destrucción masiva en poder de Sadam.
Hecho: Nunca se encontraron esas armas, y, de haberlas tenido, Sadam las habría usado para defender su nación de la ofensiva americana.
Argumento: Sadam era un dictador y su régimen no respetaba los derechos humanos.
Hecho: En su entorno geográfico, Irak con Sadam era la nación más avanzada en derechos civiles, entre los que se encontraba la libertad religiosa y, dentro de ella, el respeto especial a los cristianos.
Argumento: La guerra contra Irak de 2003 era una «guerra justa» (para occidente).
Hecho: Una guerra justa es sólo desde la «defensa» y cuando no se dan otros medios. Es del todo inmoral pretender que un Estado (Irak) demuestre su inocencia, ya que por principo general de derecho lo que hay que demostrar es la culpabilidad. Y la verdadera causa del ataque a Irak fue el control del petróleo.
Con todo lo dicho, ha de quedar claro que ese ataque militar a Irak de 2003 fue del todo injusto e inmoral, contrario a la ley natural y por supuesto a la ley Divina. Y a los efectos del mismo me remito: la nación iraquí quedó aniquilada, invadida y con un Estado incapaz de controlar al doble terrorismo yihadista y kurdo que con Sadam estaba del todo neutralizado, en palabras del mismo Patriarca Caldeo, ya fallecido, Monseñor Bidavid (la más alta instancia católica en ese país).
Ahora, en 2014, once años después, y abierta la caja de pandora del fanatismo fundamentalista, la comunidad cristiana sufre la masacre que nunca pudo imaginarse en tiempos del «terrible régimen anterior», el cual, con todos sus defectos que tuviere, siempre fue absolutamente respetuoso con la Iglesia Católica a la que amparó desde el Estado de Derecho.
En Irak sucede lo mismo que en otras naciones árabes NO fundamentalistas como Siria y Libia: de forma paradójica las potencias occidentales suprimen gobiernos que controlan el radicalismo islámico para abrir la puerta a nuevos gobiernos que o bien consienten la barbarie terrorista o, sencillamente, comulgan con ella aunque lleven disfraz pro-occidental y/o democrático. La llamada «primavera árabe» no es más que una colosal mentira: no se pretende establecer ningún sistema de libertades sino, simplemente, instalar la dictadura del Corán que lleva implícito la desaparición del cristianismo a través de la política o del asesinato masivo. Y a occidente se le ha engañado de forma increíble presentando a gobernantes autoritarios como la «encarnación misma del mal» y favoreciendo a movimientos terroristas como la «representación del progreso». Y de esa manera, pues tenemos lo que HOY sucede en Irak: de aquellos barros vienen estos lodos.
Aunque no podamos impedir la masacre, al menos que no nos engañen y nos hagan comulgar con ruedas de molino.