Queridos Hermanos y amigos: Paz y Bien.
Bien pudo Dios haberse encarnado en los estamentos del poder, o del saber, o del tener. Pero Él no escogió los tronos y los cetros de los que gobernaban, ni los areópagos y foros de los que bienpensaban, ni los fastos y multinacionales de los que acumulaban. El Dios hecho hombre escogió la familia, verdadera escuela de humanidad y testimonio en la transmisión de la fe. Hoy, diversos factores amenazan la humanidad y la fe, y tienen por objetivo la familia. Por este motivo, la mejor reacción en favor de la humanidad y en favor de la fe es el testimonio de belleza, de bondad y de verdad que se expresa en la familia. Nuestra Delegación de la Pastoral Familiar y el COF (Centro de Orientación Familiar), son dos lugares en donde afirmamos la familia.
En muchas diócesis españolas tenemos nuestra celebración de esta festividad de la Sagrada Familia en catedrales y parroquias. Y así lo hacemos también en las nuestras. Pero hay una invitación por parte del Cardenal de Madrid, para unirnos a una celebración de la Misa que tendrá lugar en la madrileña plaza de Colón. El Santo Padre se dirigirá a quienes participemos en ese encuentro durante el Ángelus. No se trata de un gesto triunfalista o centralista. Acudir a Madrid para esa Misa por las familias, es un gesto de testimonio público... en la calle. No queremos ir a ninguna barricada, ni escondernos en ninguna sacristía, sino salir a la calle con respeto, con santa alegría, para mostrar nuestra fe mirando el modelo de la familia santa de Belén y Nazaret.
La subcomisión episcopal para la Familia y la Vida, ha escrito una nota en la que se recuerda que la familia es el santuario de la vida donde cada miembro es reconocido como persona humana desde su concepción hasta su muerte natural y aprende a custodiar la vida en todos los momentos de su historia. La misión de acoger y acompañar la vida es una labor permanente de la familia. Pero esta misión adquiere una relevancia singular en este momento en que muchas familias son afectadas dramáticamente por la crisis económica y, sobre todo, cuando han sido anunciadas reformas legislativas que ponen en peligro la vida naciente y terminal: el aborto y la eutanasia.
En la familia, escuela de solidaridad, compartimos los bienes y sostenemos fraternal-mente a los miembros más necesitados. Y es la familia donde, frente a la avidez posesiva de bienes materiales inducida por un consumismo, aprendemos lo único importante: el amor. ?En la familia se percibe que cada hijo es un regalo de Dios otorgado a la mutua entrega de los padres, y se descubre la grandeza de la maternidad y de la paternidad. El reconocimiento de la vida como don de Dios nos urge a pedir que no se prive a ningún niño de su derecho a nacer en una familia, y que toda madre encuentre en su hogar, en la Iglesia y en la sociedad las ayudas necesarias para tener y cuidar a sus hijos.?
En la familia cristiana descubrimos que formamos parte de una historia de amor que nos precede, no sólo por parte de los padres y abuelos sino, de un modo más fundamental, por parte de Dios según se ha manifestado en la historia de la salvación. En el hogar cristiano se descubre la fe como verdad que se ha de celebrar introduciendo a cada miembro en la vida de los sacramentos que acompañan los acontecimientos más fundamentales de la historia familiar. Dios se ha hecho familia y desde aquí nos educa y nos acompaña. Dichosos quienes con sencillez y valentía creen y luchan en este momento por la familia.
El Señor os bendiga y os guarde.
+ Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca