La que probablemente es una de las mejores escuelas de España, con un alto sentido de la disciplina y de la exigencia académica, fue hasta el último momento la mejor alternativa a nuestra primera idea.
Pero cuando acudimos a la entrevista con el director y la jefa de estudios nos ofendió la insistencia con que repetían que eran un colegio laico.
No tengo nada en contra de las escuelas laicas, pero el laicismo no me parece ningún mérito ni nada de lo que una persona inteligente y sensible pueda presumir. Y aunque la religiosidad no ha sido un factor a la hora de elegir el colegio, somos una familia católica, pienso que los valores de nuestra religión conducen a la ternura y a la bondad, y que sin su parte trascendente el hombre está incompleto.
La insistencia en la laicidad me parece vulgar, y me disgustaría que me hija fuera educada en el rechazo a la Cruz. Presumir de no creer en nada es una forma de mediocridad y de arrogancia. Es imposible que mi hija entienda el mundo en el que vive sin estudiar Religión, y cuando digo Religión me refiero a la católica, cuyos preceptos codifican nuestra vida tengas Fe o no la tengas. También pienso que sin Fe no se puede comprender la complejidad del alma, ni la Historia del Arte, ni la música de Bach.
Somos católicos y estamos hartos de ofensas y de humillaciones, y de tener que pedir perdón por haber sentado las bases de la Civilización, y de tener que casi escondernos cuando Dios nos hizo libres y ese fue, junto al amor, su principal don.
No, no somos laicos. Y no quiero que mi hija crezca negándose.
Salvador Sostres
Publicado originalmente en Guantánamo, diario El Mundo