En vísperas de las beatificaciones de los mártires españoles, he de confesar, sigue sin convencerme la medida anunciada de impedir el acceso a quien ose llevar una bandera. Puede que, en el ánimo de las autoridades eclesiásticas, anide la buena intención de evitar los conflictos que puedan derivarse del encuentro de un pueblo de Dios dividido.
A algunos les preocupa más la imagen que pudiera ofrecerse de Cataluña durante esta jornada y opinan que les han colado un gol desde la Conferencia Episcopal. Esa falta de reflejos es inaudita, hasta el mismo Abad de Montserrat ha pasado por alto esta pérfida conspiración. Quizás , asistir a esta ceremonia en Tarragona y no en Madrid, Jaén, Valencia o cualquiera de las otras diócesis que presentaron sus causas, haya sido la mejor opción. En éstas, nadie habría puesto sobre la mesa esa condición tan original, y lo natural hubiera sido contemplar cómo se celebra la gloria de nuestros mártires en medio de un mar de banderas españolas.
Lo que dicen querer evitar, instrumentalizar políticamente el acontecimiento, lo ponen en práctica sin pestañear. ¿Es acaso un acto partidista llevar la bandera de España?. ¿Es partidista Monseñor Vives, Copríncipe de Andorra, cuando permite que la bandera de Andorra esté presente en el Santuario de Nª Sª de Meritxell? Pues, evidentemente, no. Ceder a estas condiciones sí que es instrumentalizar políticamente la convocatoria. Si reconocemos que son mártires españoles, no franceses, ni cubanos o sudafricanos, ¿ por qué negar a familiares y devotos manifestar con sus banderas al viento que son gloria de España? Establecer un control de acceso para impedir que ello pueda suceder es, sencillamente, contrario a lo que nos enseña la Iglesia en cuanto al amor a la Patria –«usque ad effusionem sanguinis» ( hasta dar la sangre), que diría Monseñor Vives-.
No quisiera olvidar en estos días, especialmente el próximo domingo, a aquéllos que han posibilitado que la Iglesia pueda reconocer su testimonio como mártires de la Fe en Cristo, en particular al Hno. Federico Plumed y a Nn. Salvador Nonell, quienes desde Hispania Martyr hicieron una labor generosa en favor de las causas de nuestros mártires. Mi oración y agradecimiento .
Fernando García Pallán