Kim Jong Un ha copado portadas de la prensa mundial durante las últimas semanas por amenazar con atacar EEUU y Corea del Sur mientras los habitantes del país se mueren de hambre y son recluidos en centros de internamiento por profesar alguna religión que no sea la del culto al líder.
Desde la llegada del comunismo al poder, Corea del Norteoficialmente es atea. Sin embargo, en la práctica existe una religión oficial de la que no se puede apostatar, el culto a la dinastía Kim. Kim Jon Sung es para siempre el «presidente eterno» y es considerado de naturaleza divina. Y sus descendientes, ahora Kim Jong Un y anteriormente Kim Jong Il también lo son.
Por ello, cualquier Dios o religión que ose restar protagonismo o no entronizar como centro del universo al Partido-Patria-Kim debe ser eliminado. Así ha ocurrido con los cristianos y los budistas,prácticamente eliminados del país.
En este sentido, la organización misionera Open Doors mantiene a Corea del Norte en el primer puesto de la lista de persecución contra los cristianos. Es el país más brutal con ellos, superando a Arabia Saudí y Afganistán, los otros dos estados que le siguen en el podio de la vergüenza.
Los norcoreanos que han conseguido escapar del brutal régimen estalinista han contado su experiencia, que confirman lo que se ha podido ver a través de los satélites durante los últimos meses: la existencia de campos de prisioneros.
Se estima, puesto que el hermetismo no permite contrastar los datos, que entre 150.000 y 200.000 personas están internadas en estos campos. En ellos, se producen torturas, asesinatos, violaciones, trabajos forzados e incluso experimentaciones médicas con ellos. Además, según informa la fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada en su informe sobre libertad religiosa, dentro de estos campos las personas arrestadas por motivos religiosos son las que sufren los peores castigos.
La purga de los cristianos
De este modo, la persecución sistemática contra los cristianos se ha venido produciendo de manera sistemática desde 1953. A partir de ese momento los cristianos comenzaron a desaparecer, especialmente los obispos católicos. De ellos, nunca más se supo y a día de hoy no se sabe nada de ello. Para Pyongyang, oficialmente «no existen» y desde 1980 ignoran cualquier pregunta sobre su paradero.
La situación de los cristianos en Corea del Norte queda reflejada completamente a la perfección con ejemplo de los obispos. Totalmente desaparecidos. De hecho, en 1950 el 30% de la población de Pyongyang era católica. La llegada del comunismo provocó la destrucción de templos, monasterios y detención y asesinato de los misioneros y sacerdotes. No podía existir otro Dios que no fuera el comunismo.
Así, en 2012 sigue siendo un completo misterio qué ocurrió con los cristianos de este país tras la guerra. Tampoco se sabe nada del paradero de los 166 sacerdotes que estaban en la zona norte de Corea al final de la guerra.
Actualmente, la Iglesia Católica no tiene clero y por tanto culto en Corea del Norte. Los pocos cristianos que existen en el país deben profesar su fe de manera precaria y clandestina.
Las amenazas externas del régimen
La represión del régimen de Pyongyang es brutal contra los cristianos. Hay dos motivos para ello. Ponen en cuestión el liderazgo del régimen familiar comunista de los Kim y por otro lado porque presuponen una sumisión a Occidente, especialmente con Estados Unidos.
Por todo ello, cualquiera que sea descubierto en una misa clandestina o en posesión de una Biblia es detenido, torturado y enviado a uno de los campos de prisioneros o incluso condenado a muerte. Por ejemplo, una joven de 33 años fue condenada a muerte por «poner biblias en circulación». Si no fuera poco tal condena, su familia fue enviada a un campo de concentración. La instauración del terror como mejor arma contra la subversión contra el régimen.
Sin embargo, esta persecución no ha impedido que los cristianos se olviden de los norcoreanos. Los católicos de Corea del Sur ayudan a sus hermanos del norte. Del mismo modo, cristianos evangélicosconsiguieron introducir en el país miles de biblias a través de globos consiguiendo sobrepasar las medidas de seguridad del régimen comunista.
Del mismo modo, Corea del Norte no cesa en su empeño de cortar cualquier tipo de ayuda del exterior a los cristianos norcoreanos. Para ello, envió a agentes secretos para aniquilar a los misioneros surcoreanos que prestaban ayuda desde China a los refugiados que conseguían salir del país a través de la frontera del gigante asiático. El asesinato de un misionero y el ataque a otro destaparon estos sucesos.
Javier Lozano
Publicado originalmente en Libertad Digital