He leído en InfoCatólica una noticia que me ha dejado los dos sentimientos contrapuestos de alegría y envidia. Quince mil alcaldes franceses han firmado una petición para que se reconozca su derecho a la objeción de conciencia si finalmente se aprueba la ley del matrimonio homosexual. Que quince mil alcaldes se declaren objetores de conciencia ante esa disposición dice mucho de la democracia de ese país, porque indica claramente que la gente allí es libre y actúa según su leal saber y entender, dando estos alcaldes por supuesto que su objeción de conciencia, que es un derecho reconocido por la Declaración Universal de Derechos Humanos, va a ser aceptada, so pena de un escándalo de proporciones gigantescas.
No creo que a estas alturas nadie dude que Francia es un país democrático, ni que a ningún francés se le ocurra llamar fachas o cualquier otra lindeza por el estilo a quienes simplemente no están de acuerdo con lo políticamente correcto, con el pensamiento único, y por tanto antidemocrático y totalitario que aquí se nos trata de imponer. En España por el contrario muy poca gente se atreve a dar ese paso, y si lo da, sabe que debe atenerse a las consecuencias, como le sucedió al juez Ferrín Calamita, que fue expulsado de la carrera judicial. En nuestro país hay con razón miedo, mucho miedo, y ello indica la fragilidad de nuestra democracia.
En España en cambio, nuestro nada prestigiado Tribunal Constitucional, el de la inicua sentencia sobre Sortu, continúa en su línea de despropósitos declarando constitucional el llamado matrimonio homosexual, sentencia que el PP acepta tranquilamente, cuando también es constitucional volver a la situación anterior. Nuestros Obispos nos dicen en su Asamblea Plenaria del 2012 que: «no podemos dejar de afirmar con dolor, y también sin temor a incurrir en exageración alguna que las leyes vigentes en España no reconocen ni protegen al matrimonio en su especificad. Asistimos a la destrucción del matrimonio por vía legal» ( La Verdad del amor humano .nº 111). La decisión del Tribunal Constitucional es un paso más en esa dirección.
Ahora bien, ¿cuál es nuestra reacción?: Se nos está diciendo en el tema del aborto que el Gobierno tiene intención de suprimir el aborto eugenésico, pero dejando en pie los otros dos motivos de la Ley anterior, especialmente el de salud psíquica de la madre, lo que dado que la inmensa mayoría de los abortos alegan esa causa que es un gran camelo. Es como oí en la concentración en defensa de la vida de mi ciudad, cerrar una ventana estrecha, pero dejando totalmente abierta la puerta principal para que se realicen abortos, abortos que, por cierto, seguimos pagando con nuestro dinero, e incluso en mi Región, la Rioja, con cinco legislaturas seguidas del PP, en el sobre que se entrega a las mujeres que desean abortar, no dejn ni poner la foto de un feto, ni incluso dar señales de vida a las asociaciones Pro-Vida. De la supresión del divorcio exprés, ni se habla, ni se intenta poner una Ley, que aun permitiendo el divorcio, intente favorecer la estabilidad del matrimonio.
Sobre el matrimonio homosexual, creo que nadie se opone a reconocer a las parejas homosexuales una serie de derechos, pero no a llamarles matrimonio, porque con ello se daña al verdadero matrimonio, ya que como dicen nuestros Obispos:
«La Ley de 1 de Julio de 2005, que modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio, ha redefinido la figura jurídica del matrimonio. Éste ha dejado de ser la institución del consorcio de vida en común entre un hombre y una mujer en orden a su mutuo perfeccionamiento y a la procreación y se ha convertido en la institución de la convivencia afectiva entre dos personas, con la posibilidad de ser disuelta unilateralmente por alguna de ellas, solo con que hayan transcurrido tres meses desde la formalización del contrato de ‘matrimonio’ que dio inicio a la convivencia»… «Desaparecen los términos marido y mujer, esposo y esposa, padre y madre. De este modo, los españoles han perdido el derecho de ser reconocidos expresamente por la ley como esposo y esposa y han de inscribirse en el Registro Civil como Cónyuge A y cónyuge B» (La verdad del…nº 109).
A los católicos nos está perdiendo el buenismo, en vez de intentar de veras seguir a Jesús. ¿Qué hizo Jesucristo en una situación muy parecida a la nuestra?, porque es curioso ver cómo el Evangelio no pierde actualidad. Pues en su polémica con los judíos, narrada en Jn 8,37-47, Jesús les dice «vosotros sois de vuestro padre el diablo» (v. 44), y justifica su afirmación con tres motivos, en los que inciden plenamente los relativistas: «no escucháis mi palabra ni me creéis» (vv. 44,46,47); «tratáis de matarme» (v.37).
Hoy el homicidio tratan de realizarlo considerando «el crimen horrible del aborto» (Gaudium et Spes nº 51) como un derecho, y así lo considera la actual Ley del Aborto, perdón de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Y, por último, son unos mentirosos que no creen en la verdad (v. 45). Lo que hoy es verdad, mañana puede ser mentira y viceversa, pues la Ley Natural es tan solo una reliquia ideológica y un vestigio del pasado, como dijo Zapatero. Y en Jn 8,51 nos dice Él: «Quien guarda mi palabra, no verá la muerte para siempre», posibilidad de muerte para siempre que nos recuerda también Mt 25,41-46.
En pocas palabras no nos dejemos tomar el pelo y hemos de tener más energía y menos respeto humano a la hora de defender nuestra fe. Ya vale de cobardías.
Pedro Trevijano, sacerdote
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