Violencia y religiones

El siglo XX ha sido el que más violencia se ha ejercido sobre las religiones y de repente ahora se les quiere presentar como las causantes de la violencia.

Se multiplican constantemente los encuentros interreligiosos entre cristianos, judíos y musulmanes. Yo mismo fui invitado el otro día a participar, como teólogo católico, en uno de ellos. El objeto preciso era analizar la llamada “violencia religiosa”, es decir, si existe justificación en las religiones para practicar la violencia en orden a la consecución de objetivos espirituales (todos estuvimos de acuerdo en deslindar el asunto de la legítima defensa ante una agresión injusta). Al día siguiente se firmó la llamada “Declaración de Montserrat: Religiones y construcción de paz”, en la que diversos líderes religiosos pretenden evitar que se utilice cualquier religión para legitimar la violencia, y destacan el potencial pacificador de las religiones.

Todas estas iniciativas tienen lugar ante afirmaciones alarmantes como la del profesor de Harvard, S. P. Huntingon: “la próxima guerra mundial, si es que se da, será una guerra entre civilizaciones”. Ahora bien, un papel fundamental en la definición de cada civilización del hipotético conflicto lo tendrían las religiones.

El propio Benedicto XVI en el número 1 de su primera encíclica afirmó que pretendía salir al paso de una imagen deformada de Dios relacionada con la venganza o incluso con la obligación del odio y la violencia. En Nápoles, el 21 de Octubre de 2007, con motivo del encuentro promovido por la comunidad de San Egidio, que se celebró bajo el título “Por un mundo sin violencia: religiones y culturas en diálogo”, dijo:

“Ante un mundo lacerado por conflictos, en el que en ocasiones se justifica la violencia en nombre de Dios, es importante subrayar que las religiones no pueden ser nunca instrumentos de odio; nunca se puede llegar a justificar el mal y la violencia invocando el nombre de Dios […] las religiones pueden y tienen que ofrecer preciosos recursos para construir una humanidad pacífica, pues hablan de paz al corazón del hombre […] En el respeto de las diferencias de las diferentes religiones, todos estamos llamados a trabajar por la paz y a vivir el compromiso concreto por promover la reconciliación entre los pueblos”.

Es cierto que ha existido, o puede existir, cierta justificación de la violencia en nombre de Dios (en otro momento expondré lo que considero la postura católica al respecto), pero en este momento del siglo XXI yo me hago dos preguntas, porque sospecho que hay algo oculto que no acabo de comprender muy bien.

Por una parte, el siglo XX ha sido el más violento de la historia de la humanidad plagado de conflictos étnicos, nacionalistas, ideológicos e incluso económicos, pero no ha habido ninguna gran guerra de religión. Todo lo contrario, el siglo XX se ha caracterizado por la secularización y la perdida de peso de las religiones en la sociedad. Así las cosas ¿cómo es posible que ahora las religiones tengan un papel en la violencia mundial? ¿A que señores de la guerra la interesa culpar a las religiones de la violencia para que no les culpen a ellos?

Por otra parte, en el siglo XX, las grandes religiones han sufrido las persecuciones más crueles de la historia: los judíos, el holocausto; los cristianos, la guerra civil española, la revolución de los cristeros mexicanos, las persecuciones bajo el dominio soviético, la persecución a la Iglesia confesante alemana; los musulmanes (en esto estoy bastante menos documentado), por ejemplo, la persecución contra los chiies de Sadam Huseim, quien en 1991 los reprimió duramente. (Sólo en Nayaf el Ejército de Sadam ejecutó a los pacientes del primer hospital de la ciudad, acuchilló a los médicos, usó a mujeres y niños como escudos humanos para cubrir su avance y, tras convocar a cientos de personas, las ametralló desde helicópteros). El siglo XX ha sido el que más violencia se ha ejercido sobre las religiones y de repente ahora se les quiere presentar como las causantes de la violencia. En buena lógica, a mi esto no me encaja ¿no será que estamos asistiendo a una nueva campaña de desprestigio de las religiones perfectamente orquestada?

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