Efectivamente, Iraburu ha venido a decir que yo no participé en ninguna campaña contra Olegario por la sencilla razón de que me encontraba en el extranjero (Brasilia). Me he enterado tardíamente del asunto y solo quiero reiterar que escribí sobre la Cristología de Olegario un artículo Algunas consideraciones sobre la Cristología de O. González de Cardedal (Ciencia Tomista, 2001, p. 585-606) y más brevemente en mi obra Teología y relativismo (BAC, Madrid 2007).
Tengo que afirmar que Olegario no se avino nunca a contestar a mis objeciones a su Cristología, aunque quizá lo hizo de un modo sibilino. Pues publicó un tocho de 1100 p., Fundamentos de Cristología (BAC 2006), en el que, con una bibliografía exhaustiva, no citaba ninguno de mis cinco libros sobre Cristo, ni siquiera Señor y Cristo (Palabra 2005, 2ed.). Quizá pretendía con ello decir que le había criticado alguien (yo) que no existe. Él es el que decide quién existe y quién no. Pero tuve la paciencia de leerme ese tocho por penitencia y llegué a la conclusión de que seguía manteniendo los mismos errores. De ello dejé constancia en una nota de mi obra Teología y relativismo.
También me llamó la atención de que en su obra Dios (Sígueme 2004) rechace la capacidad que el hombre tiene de conocer a Dios por medio de la razón y de la filosofía, y que, hablando del Dios de la Revelación, hable del Hijo y del Espíritu sumariamente sin entrar en el misterio de la Trinidad en si mismo. Pero prescindamos ahora de este detalle, porque la pregunta que me hago la hago en términos generales y referidos a todos los teólogos: ¿Se puede mantener el misterio de la Trinidad, tal y cómo lo formula la Iglesia (tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo que comparten una misma y única naturaleza divina) cuando la persona del Hijo no pasa de ser una persona humana?
El caso es que si, cuando el periodista aludió ante el cardenal Ruini a las dificultades del libro de Olegario, este hubiera guardado silencio, no habría pasado nada. Pero, como ha dicho Francisco José Fernández de la Cigoña, Olegario con el premio quiso vengar afrentas pasadas sin que le haya salido bien. Ahora todo el mundo sabe que sobre la Cristología de Olegario cae el peso de un interrogante perpetuo.