Milagros de cada día

Vivimos rodeados de milagros y a veces no nos damos cuenta. Por otro lado, es lógico que los haya, pues la misericordia del Señor no ha venido a menos. Algunos por el contrario siguen afirmando que los milagros no existen, a veces porque no los conocen, pero a veces porque los conocen y no quieren aceptarlos

Hace unos días se celebraba en Linares con gran solemnidad la beatificación de Lolo, el primer periodista español que sube a los altares. En estos días se ha publicado mucho sobre él y hemos conocido sus virtudes, que la Iglesia ha considerado heroicas y realmente lo fueron. Pero también hemos conocido el milagro, realizado por Dios a través de su intercesión, lo ha llevado a los altares: Se trataba de un niño de 2 años, enfermo de sarampión, que se agravó tanto que degeneró, en breve, en peritonitis. Fue intervenido, pero a los pocos días la enfermedad degeneró en íleo paralítico por lo que precisó una nueva intervención, extirpándole más de 20 ctms. del mismo, a pesar de su corta edad. La gravedad aumentó hasta producirse cólico fecaloideo. El niño había pasado de 14 kg. de peso, a 7 kg. y no respondía a los fortísimos tratamientos antibióticos. Se produjo un agravamiento con estado de septicemia por pseudomonas, esperándose la muerte inminente. En los momentos de más peligro, se le colocó el Crucifijo de Lolo bajo la almohada de la cabecita, y siguió la curación.

De modo similar, unos meses antes habíamos conocido el milagro que dio paso a la beatificación del Jesuita Padre Hoyos: Mercedes Cabezas Terrero, de 23 años, hija de labradores de San Cristóbal de la Cuesta (Salamanca), tenía una tumoración de grandes proporciones, y quedó curada instantáneamente el 23 de Abril de 1936, después de rezar una novena y de pedir con frecuencia la intercesión del P. Bernardo de Hoyos para su curación. En este caso se trataba de un milagro ocurrido hace años, pero las pruebas se recogieron entonces y eran abundantes, por lo que han servido ahora para el proceso.

A la vuelta del verano se celebrará otra beatificación sonada, especialmente en Sevilla, la de la Madre María de la Purísima, hija fidelísima de Sor Ángela de la Cruz, la cual ha requerido otro milagro: La historia comienza en el año 2004 en La Palma del Condado (Huelva). La noche del 24 de enero, la niña Ana María, que tenía sólo 3 años, se sintió mal y se desvaneció. En el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, a donde llegó tras sufrir un fallo multiorgánico, el pronóstico de los médicos fue demoledor: a Ana María se le había roto el cable de un marcapasos que tenía desde pequeña y le había generado una parada cardiorrespiratoria. A los dos días, los médicos la pudieron volver a conectar a un nuevo aparato, pero ya era víctima del síndrome de Stoke-Adams, un edema agudo de pulmón y de secuelas neurológicas por la falta de oxígeno en el cerebro. Paloma, la madre tenía mucha devoción a las Hermanas de la Cruz, aunque no había oído hablar de Madre María de la Purísima. Después de las noticias de los médicos, puso todo su empeño en que las monjas vieran a su hija. Acudieron las Hermanas y sacaron de una carpeta que llevaban sacaron una foto de la religiosa y le dijeron que se encomendara a ella. Ella no sabía quien era, cogió la estampa y la niña le dio un beso. Las consecuencias no se hicieron esperar. Fue una mejoría instantánea.

No me resisto a recordar también el milagro que ha llevado a los altares al buen Fray Leopoldo de Alpandeire, tan querido en Granada y en toda Andalucía: Se trata de un caso de lupus. Ileana Martínez del Valle se encontraba de vacaciones en la Costa del Sol con su marido y un día empezó a sufrir fuertes dolores en las piernas, a no tenerse en pie. Tuvo que ser ingresada de urgencias en el Hospital Costa del Sol de Marbella, donde a la enferma se le diagnosticó un lupus eritematoso sistémico, una enfermedad autoinmune por la que el organismo pierde sus defensas. A partir del ingreso, Justo, el director del hotel y su mujer Marita, oriundos de Granada, le habían hablado varias veces de Fray Leopoldo y, a partir de este ingreso, la invocación de todos a Fray Leopoldo pidiendo la curación de la enferma fue incesante. Algo recuperada regresó a Madrid y volvió a recaer, siendo entonces ingresada en la Clínica Puerta de Hierro. Fue en uno de estos intervalos de mejoría cuando la enferma, pese a la negativa de los médicos, visita la tumba de Fray Leopoldo, comenzando una mejoría que fue completa y duradera.

En todos estos casos los médicos no han sabido explicar las curaciones. Son unos pocos milagros, todos referidos a nuevos Beatos de este año, pero podríamos hablar de muchos más. Son prodigios que, aunque a algunos les cueste creerlo, ocurren cada día entre nosotros. Lo de “cada día” es un decir, pero sí mucho más frecuentemente de lo que parecería. Y no solamente los que conocemos porque han sido presentados en la Congregación para las Causas de los Santos de Roma, sino también los ocurridos en Lourdes, en Fátima y en otros santuarios, los que suceden en las Misas de sanación que se celebran en muchas partes, los que ocurren en la tumba de santos como Padre Pío, Juan Pablo II y de tantos otros.

Lo dijo el mismo Señor, si bien estas palabras suyas son de las que menos citamos y, sin duda recordamos poco: “Os aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre” (Jn. 14, 12). La Iglesia siempre ha creído y además ha experimentado desde sus inicios –de modo fehaciente y, además, abundante– que el Señor, desde el Padre, sigue haciendo prodigios a través de aquellos que de modo más fiel han creído en El, esto es, la Virgen Santísima y los santos.

Vivimos rodeados de milagros y a veces no nos damos cuenta. Por otro lado, es lógico que los haya, pues la misericordia del Señor no ha venido a menos. Algunos por el contrario siguen afirmando que los milagros no existen, a veces porque no los conocen, pero a veces porque los conocen y no quieren aceptarlos. Haberlos, los hay, negarlo sería necedad, el problema es que si los aceptamos, entonces tenemos que aceptar que existe el Único que puede hacerlos. Los milagros los hizo Jesús para llamar a los hombres a la fe, y siguen llamando a la fe, por lo que aceptarlos supone entrar en la dimensión de la fe, por eso algunos prefieren negar la evidencia por miedo a complicarse la vida. Sin embargo, el que acepta la fe, ve auténticos prodigios a su alrededor, que suceden cada día, los prodigios del amor de Dios, que no abandona a sus hijos.

 

Alberto Royo Mejía, sacerdote

8 comentarios

Enrique
Gracias por estas "noticias" tan bonitas...
28/06/10 12:50 PM
Alex
Hermosa reflexión, es verdad que Dios no deja de cuidar a sus fieles.
28/06/10 3:21 PM
Ana
Muy buena idea recordarnos la cantidad de cosas buenas que nos pasan a lo largo del día y que a veces ni somos conscientes ni le damos valor
28/06/10 5:16 PM
Clericus
El milagro llama a la fe cuando se produce, pero requiere la fe para que se produzca, por eso dice el evangelio que Jesús en cierta región no pudo realizar prodigios porque les faltaba fe. Por eso algunos nunca ven prodigios.
29/06/10 1:52 AM
Joel
Gracias por la meditación. La vida sobrenatural incluye el confiar en que Dios no nos abandona y, si nos conviene, puede hacer prodigios en nuestro favor, como los ha hecho en toda la historia de salvación.
1/07/10 10:01 AM
Vicente
cierto, Dios no nos abandona!
3/07/10 5:17 PM
BERTHA
Bendito sea Dios por el don de la fe, pues como Usted lo dice el que tiene fe, es el unico que puede ver los prodigios las maravillas que el Señor hace, y si, los hace todos los dias, y en su Misericordia que llega hasta las nubes, algunas veces nos lo hace saber y disfrutar, como el otro prodigio que cuenta Juanjo Romero el de La Antonelli, que me ha llenado tambien de alegria mi corazon. Gracias por tantas buenas noticias, Dios lo siga bendiciendo
9/07/10 10:35 PM
santiago Romero
Gracias por esta Web. Yo tengo a mi hija con una grave enfermedad(Hipertensión pulmonar severa) y tenemos fe en casa. Yo les pido que recen por nuestra hija Cristina Romero que tiene 9 años y si pueden lo difundan al mayor número posible de personas. Que Dios les bendiga.

Santiago Romero Cagigal- Huelva
7/10/10 9:34 AM

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