Dejar pudrir las cosas no resuelve nada. Porque el problema sigue vivo y cada vez huele peor. Nuestra Iglesia es muy aficionada a hacer el Don Tancredo o el avestruz. Y ambas figuras son penosas, ridículas, no construyen nada y empeoran todo.
Pagola escribió un libro controvertido que en mi opinión destruye la divinidad de Cristo, su Resurrección, los milagros... Pero mi opinión no vale nada. Sólo es eso, mi opinión. Otros son los que deberían opinar con autoridad. Y opinaron. De modo bastante coincidente con lo que yo pensaba.
Ante ello, el discutido autor de Jesús de Nazaret. Una aproximación histórica hizo algunas correcciones y con ellas salió una nueva edición del libro. Que en esta ocasión llevaba la aprobación de su obispo, el hoy emérito de San Sebastián, Juan María Uriarte. El nuevo libro, siempre en mi opinión, es exactamente la edición anterior con una introducción más larga que no corrige ninguno de sus defectos. Y sobre él ha recaído una medida insólita cual fue la de la retirada del mismo por la Editorial que lo publicó. Como nadie puede pensar que han enloquecido en PPC y que lo que les gusta es perder dinero todos dan por hecho que ello se debió a altas presiones en ese sentido. Sin que hasta el momento sepamos de quien procedieron. Aunque es obvio creer que motivadas por el contenido averiado de la obra. En otro caso no se entendería tan drástica resolución.
Nos encontramos así ante un hecho inexplicado e inexplicable. Un libro que debe tener graves defectos, pues en otro caso no se explicaría la medida de retirarlo, pero que como nadie se atreve a manifestarlos sigue utilizándose como texto de formación y catequesis por muchos seglares, sacerdotes y religiosos.
Si ese libro corrompe la fe habría que decirlo claramente. Porque es muy grave la responsabilidad de quienes permiten que eso ocurra. Y si no fuera así y resultase adecuadísimo para conocer mejor a Cristo también se debería explicitar y permitir su difusión. Hasta el mismo honor sacerdotal de Pagola lo reclama. E incluso su propia fe. Que hoy están por lo menos en veremos.
Si la Iglesia declara errores en el libro es de suponer que el sacerdote autor de los mismos los retractará y caso de estar impoluto bueno es que todos lo sepamos y que cesen de una vez las sospechas y las reticencias.
Por ello no se entiende ese absurdo silencio de los pastores que alimenta todas las cábalas y que tal vez esté minando la fe de no pocos.
Todo reclama ya la voz autorizada de la Iglesia sobre el libro: la fe de los sencillos, el honor de Pagola, el del propio obispo que autorizó el contenido y sobre todo esa verdad que nos hace libres y que inexplicablemente se nos hurta.
Tenemos que saber de una vez si la obra en cuestión es conforme a la fe de la Iglesia o la contradice. Tiempo han tenido sobrado para ello. El silencio es por lo menos una vergüenza. Y tal vez una traición.
Francisco José Fernández de la Cigoña.
Publicado en Intereconomía
La verdad de las Escrituras –I. José Antonio Pagola, por José María Iraburu
La verdad en las Escrituras –II. José Antonio Pagola, por José María Iraburu
La verdad en las Escrituras –III. José Antonio Pagola, por José María Iraburu
La verdad en las Escrituras –y IV. José Antonio Pagola, por José María Iraburu