No se van porque se han instalado. Se han acomodado en la vanguardia disidente y comen de eso. No quiero decir que ganen pelas (aunque de vez en cuando sí meten el hocico en el comedero) sino que alimentan su ego con la consideración de los afines y la clap de la piara aplaudidora, que les adora, que les idolatra. Han perdido la fe, no creen en Dios, pero se han revestido de idolillos y tienen quienes les idolatran. Repugnantes ellos y ellos.
Son mitopoiéticos. Han dado el salto de tirabuzón con vuelta y revuelta pasando sin solución de continuidad de la fe a la no-creencia simbólico-poética filosofada con peregiles del oriente y trans-metafísica apofática con conexiones new-age y tutti-frutti de mil sabores. Y arcoiris, banderita de arcobaleno, también; son poli-fásicos y omni-prácticos.
Son la peste de la Iglesia, un forúnculo infectado que no se sajó en su momento y hoy delira con calenturas recurrentes. Una tiña, una lepra, una tisis galopante con cavernas como un puño en los pulmones de la Iglesia.
Los pulmones de la Iglesia fueron las Órdenes y Congregaciones que hoy son su ruina, su salud arruinada. Salvando lo que se está regenerando gracias a la tradición, lo demás es una desolación, un barracón de miserias que hiede desde lejos. Como los establos de Augias antes de Hércules.
Y no paran. Degeneran por momento y cada día tienen el aguijón más punzante y con más veneno. Sus hermanos les guardan consideración, les profesan el amor fraternal que chorrea como pringue por la barba de Aarón hasta la franja del ornamento (bueno, es un decir lo de ornamento, porque el ornamento lo perdieron en el strip-tease post-concilio y desde entonces van despreocupadamente desornamentados, con look "hortera-paisano" o "funcionario-solterón" o "calamitoso-post68").
Lo malo es que no hay quien los tire al esportón de la basura. Se les teme. No a ellos en particular sino a la tribu de cada uno, al clan, a la "famiglia". Y ahí están, como chulos de barrio chino en la esquina de la pseudo-teología des-católica, la in-moral des-cristiana, o la no-espiritualidad hiper-sincretizada.
No les importa la fe que perdieron, pero quieren que los demás la pierdan también. Ese es su empeño.
No sé si son agentes por cuenta propia o títeres de una mano mayor y una mente peor.
Que son malos, no hay duda. Que son del Maligno, cada vez parece más que sí.
Quousque tandem???
+Rev.
Publicado en Religión Digital