¡¡Por fin el Papa ha nombrado a monseñor Munilla obispo de San Sebastián!! Menuda bofetada para el euskoklero... y menuda alegría para los menguados católicos que quedan.
El PNV ha mostrado su enfado por el inminente nombramiento de monseñor José Ignacio Munilla como obispo de San Sebastián. Joseba Egibar, el canalla que afirmó que España le da más miedo que ETA y que Ortega Lara desempeñaba "alguna función añadida" en la cárcel de Logroño, ha recibido a monseñor Munilla con sus coces de animal de cuadra:
[El Vaticano pretende] so pretexto de universalizar, desarraigar y desafectar la Iglesia vasca, porque tiene excesiva personalidad.
[Munilla] Como Rouco Varela, más a la derecha tiene la pared.
Uriarte es un hombre muy comprometido con este país desde hace mucho tiempo, y nadie le podrá decir, ni a Setién, el que haya hecho apología de ningún planteamiento nacionalista, sino que son responsables de sus diócesis que han pretendido dar una respuesta de eso que supone un problema para sus feligreses.
El PNV hizo lo mismo cuando Roma nombró en 2008 a Mario Iceta como obispo auxiliar de Bilbao y a Ricardo Blázquez como titular de la diócesis en 1995. El ex jesuita Javier Arzallus amenazó con tomar medidas contra Roma y, como de costumbre, cuando los tripanaundis del PNV sacan el genio, no pasó nada. De las amenazas del PNV sólo se asustan quienes forman la fauna de tontos de Madrid: políticos, funcionarios, tertulianos...
Para mí que los burukides del PNV, los Arzallus, Anasagasti, Urkullu y compañía quisieran ser papas en vez del Papa o francos en vez de Franco, para nombrar ellos a los obispos. Me los imagino haciendo ternas y recibiendo los chismes de sacristía: "Se llama Iñaki, pero lee el ABC", "el párroco ve los partidos de la selección española", "consulta la página de Germinans", "no pasa por el batzoki", "lleva alzacuellos"...
Quienes lamentan este nombramiento porque crispa, divide y derechiza deberían de recapacitar ante el espectáculo de cesaropapismo que está dando el PNV: o el obispo viene con label vasco de calidad o que se prepare. Al menos Franco era más educado -y mejor creyente- y no pataleaba cuando Pablo VI le mandaba un obispo que no le gustaba.
Los pretorianos del Imperio Progre, como Juan José Tamayo, Pedro Ontoso y Oriol Domingo, afirman que el regreso de monseñor Munilla equivale a echar gasolina a una hoguera (sic). Les aguarda una nueva decepción que unir al nombramiento: no va a ocurrir nada. Nada ocurrió en la toma de posesión de Mario Iceta en la catedral de Bilbao ni en sus visitas a las parroquias de la diócesis vizcaína. Nada ocurrió cuando los obispos (¡qué vergüenza!) se opusieron a la ilegalización de Batasuna por los males que podría acarrear. Y nada ocurrirá cuando Munilla vuelva a su tierra. ¿Alguien se cree que el euskoklero, la mayoría de cuyos miembros y acólitos ha superado holgadamente la edad de jubilación, va a recurrir a encierros en la catedral o a marchas de protesta? De estas mamarrachadas ya han pasado 30 años y ahora a los rebeldes profesionales no les queda voz ni para gritar.
Todos los elogios de los progres y los nacionalistas a una iglesia diocesana como la guipuzcoana, abierta al diálogo y a la inclusión, madura, pisoteada por una jerarquía conservadora y huraña, se estrellan contra un hecho irrefutable: el propio Uriarte (cuyo nombramiento pactó José María Setién, por lo que existe una continuidad política desde 1979 hasta hoy) reconoció en junio de 2008 que la mejor proporción entre hombres y mujeres y la media de edad más baja la encontraba en las misas que celebraba en la cárcel de Martutene.
Después de la salida del PNV del Gobierno vasco, el año va a estar completo con el nombramiento de un obispo católico para la diócesis donostiarra. Quiera Dios que los nuevos obispos revivifiquen la Iglesia vasca.
CODA: Fue el obispo Jacinto Argaya el que aconsejó a los hermanos Munilla que se fueran a estudiar a un seminario fuera del País Vasco para escapar de las garras del abertzalismo. Y sólo para dejar en ridículo a los ultraprogres recordemos las palabras de elogio de Juan María Uriarte a Munilla cuando éste marchó de su parroquia de Zumárraga a Palencia.
Pedro Fernández Barbadillo