El predicamento que mantiene Paul Ehrlich en las ciencias sociales es inexplicable de no mediar intereses o protecciones ocultos. ¡Un académico cuyos pronósticos, pronunciados de manera tajante, han sido refutados por el paso del tiempo, sigue siendo paseado, premiado y aplaudido por todo el mundo! ¿A quién le benefician tesis apocalípticas como el control de la población, el Gobierno Mundial, el fomento del aborto y el calentamiento global? ¿Por qué el entomólogo fracasado arremete contra el Papa y la Iglesia?, ¿porque ésta es la última gran institución que se resiste a la irracionalidad nihilista?
Las ideas de Ehrlich son de una simplicidad tal que explican su éxito entre millones de ignorantes y de esnobs: «Piense en España. Tiene un 20% de paro. Con un 20% menos de población vivirían mucho mejor». Lo mismo podría decir un nazi: «Piense en España. Tiene un 20% de paro y un 10% de población extranjera. Con menos población inmigrante vivirían mucho mejor».
¿Cuál es la diferencia? Ambos pretenden eliminar la población que les molesta.
Luego tratan de hacernos creer que no existen las conspiraciones.
Aquí tenemos un talibán verde que afirma que los ladrilleros y El Corte Inglés promueven el crecimiento de la población:
Defensores del crecimiento: los promotores inmobiliarios, los minoristas, y otros que se benefician del crecimiento de la población insisten en que nuestras comunidades pueden «crecer para siempre».
Y todos estos miembros de la clase moralmente superior presumen de ser más inteligentes que nosotros.
El entomólogo ha venido a España para recibir del andaluz hecho catalán José Montilla, que tiene más de dos hijos, 100.000 euros. Una pregunta reaccionaria: ¿cuántos parados podrían comer una semana con ese dinero?
Y otra más: Si la población disminuye en España, ¿quién pagará las pensiones dentro de 30 años? Quizás para evitar tener que mantener a millones de jubilados y enfermos, el PSOE prepare la legalización de la eutanasia.
El verdadero sabio es Julian Simon, contradictor de Ehrlich:
(...) dos personalidades prominentes convertidas por Simon fueron Ronald Reagan y el Papa Juan Pablo II. En 1984, con las protestas del lobby que favorecía el control de la población mundial, la administración Reagan adoptó la línea de Simon: que la gente es creadora de recursos, no destructora de éstos, y que «el capitalismo es el mejor anticonceptivo». Gracias en parte a Julian Simon, Estados Unidos dejó de financiar programas coercitivos de control poblacional alrededor del mundo, entre ellos la política genocida de China de un hijo por pareja. Luego fue invitado al Vaticano a explicar sus teorías. «No son muchos los muchachos judíos de Nueva Jersey que son invitados a tener una audiencia con el Papa», me dijo con regocijo. Una encíclica posterior del Papa Juan Pablo II tuvo claramente su influencia, ya que urgía a los gobiernos a tratar a la gente «como activos productivos».
Si Ehrlich quiere reducir la población, ¿por qué no empieza por él mismo y su mujer? ¡Los progres nunca dan ejemplo!