Ante los sucesos de hace unas semanas, de burla y blasfemia a la Madre de Dios, - y ante la dolorosa tibieza, que es la mayor ofensa- pensé en escribir una historia verídica a modo de reparación, buscando inundar con belleza, la fealdad que a veces sale de nosotros. Creo que es una bella historia. Pero eso depende de cada lector juzgarlo.
Hace mucho tiempo, un adolescente, colaborando en un archivo fotográfico, halló una imagen con un semblante lleno de paz. El joven, había vivido una serie de vicisitudes que le ayudaron a fijarse más en ese rostro. Fue un verdadero flechazo. Quizás el único que tendría en su vida, por lo que Dios le iba a deparar. Desde el ejemplo profundamente cristiano de su madre, este entendió que María, tenía que haber vivido desde la plena confianza la pasión y muerte del Señor. Si su madre, por la Gracia que Dios le comunicó, no perdió la esperanza, mucho menos lo pudo hacer la Madre de Dios.
Ese rostro comunicaba sufrimiento, sí. Pero estaba repleto de Amor, ternura, dulzura, confianza, paz. Unos términos que amigos y conocidos míos, al hacerles una pequeña encuesta, me han confirmado sin inducirles a nada. Es un rostro que no busca ser visto simplemente. Precisa, ser contemplado. Y es en la contemplación, que nos habla. La tristeza es por nuestros pecados, que son la causa de la Pasión. María acoge nuestras vulnerabilidades (faltas y pecados), y nos da su mano para que las llevemos a la Cruz de su Hijo. Y allí las dejemos, para que Redimidos por Él, podamos volar alto, y así transformar los sufrimientos de nuestras vidas, por el amor, en Gloria de Dios.
El jovencillo quiso recuperar esta imagen de la Virgen, que en una aciaga tarde de agosto de 1936 fue destruida por los milicianos. Tanta ternura, dulzura… Tanta Esperanza, y amor, en el dolor, no podían desvanecerse ni por las llamas del odio. Este chaval conocía y quería mucho, a uno de los arquitectos del santuario de Torreciudad. Le llamó y le pidió el teléfono del prestigioso escultor Joan Mayné, que hizo el retablo de alabastro.
Joan Mayné quedó sorprendido de que un adolescente, que no tenía dinero para estas cosas, le pidiera por favor, que realizara esta imagen. Siempre le llamó «su cliente más joven». Hay que saber, que el escultor Mayné, además de sus genialidades como buen artista, tenía una grandísima sensibilidad. Y le impactó la historia del chaval. ¿Saben cuánto tiempo tardó en aceptar el encargo? ¡Fue un sí inmediato! Y también se enamoró de este rostro. La imagen llegó gratuitamente a su destino, y tuvo rosas y espinas. El devenir de la historia la ha dejado en la titularidad de Reina de los mártires. Ella misma resurgía de esas llamas y cenizas del 36. Nunca había desaparecido, en realidad. Se valió de un corazón adolescente para Reinar, y que siguiera siendo contemplada. Rezada.
La historia no termina aquí. Joan Mayné le regaló una copia de escayola al chaval. Este quería ponerla en un jardín familiar. Como la escayola no es apropiada para los exteriores, le proporcionó otra en resinas para ese jardín. Allí lleva 24 años. Pero en junio de 2022 hubo un gran vendaval y cayó encima de Ella un pino entero. Como ven en la foto, Ella volvió a resurgir, sin ningún rasguño.
Creo que los diferentes acontecimientos de nuestras vidas, especialmente los que nos hacen sufrir, tienen que conducirnos a mantenernos firmes, por la gran Esperanza cierta que hemos recibido. Nada nos puede separar de Dios, si no es por nuestra propia voluntad. Y siempre hay que saber mirar a María, para resurgir, sin dejarnos asustar. ¿El mundo de hoy asusta? Eso me dicen muchos, y no niego que es una realidad muy humana que sea así. Pero es el mejor mundo que nos podía tocar vivir. Dios nos puso en este momento concreto de la historia, que nos hace de trampolín, para que junto a nuestra Madre del Cielo, podamos estar siempre con el Señor. Y tenemos la Gracia, si la acogemos, de afrontarlo. Vida de oración, Sacramentos, meditar la Sagrada Escritura y luchar por vivir las enseñanzas de Nuestro Señor en nuestras vidas. Entregándonos a Dios y a los demás sin reservas. Y cuando no lo hacemos bien, volviendo nuestra mirada a la Cruz, para dejar las vulnerabilidades y volver a volar alto. Esta es la mejor manera de desagraviar: cada uno de nosotros pelear nuestra conversión personal. ¡Vamos a por ello!
Y como está terminando el mes de María, no hay mejor manera de acabar que con una oración mariana. Ahogando con belleza, la fealdad del pecado:
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.A Ti, celestial Princesa,
Virgen Sagrada María,
yo te ofrezco en este día
alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.Amén
Mn. Jaume Melcior Servat