Las caretas de Satanás
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Las caretas de Satanás

El padre de la Mentira conoce bien las argucias que hay que emplear para conseguir la expansión del mal. Como maestro del engaño y la confusión, bajo capa de trasparencia esconde la difamación, tras la máscara de la justicia oculta la crueldad. Así, con el arte del camuflaje, decididamente provoca lo que dice querer evitar.

Todos tenemos caretas. Desde el pecado original el ser humano siente necesidad de cubrirse. Tomar conciencia de la presencia del mal hace que nos sintamos vulnerables, amenazados; pero es sobre todo, la experiencia de nuestra propia fragilidad moral, la que nos lleva casi instintivamente a esconder nuestro interior y tapar las vergüenzas. La necesidad de ocultamiento y protección se incrementa cuanto mayor es el riesgo de que sean ultrajados o heridos los aspectos más íntimos e insondables de la persona.

La capacidad para velar por la privacidad y la integridad de la propia vida depende en gran medida, del grado de autocontrol, ingenuidad o desconfianza de cada individuo, e incluso del estado psicológico o emocional por el que esté atravesando.

Sin embargo, nadie está libre, en un momento de debilidad, de verse arrebatado momentáneamente por el torbellino del deseo, no siempre virtuoso, que en todos nosotros aguarda impaciente, agazapado, traicionero. Se trata de las viejas tentaciones que expresan la lucha inexorable de la carne contra el espíritu.

Batalla irrisoria para unos e inútil para otros. No exagero si afirmo que en la actualidad social y eclesial este combate cuenta con escaso o nulo apoyo. Quienes se empeñan en librarlo día a día, rápidamente son considerados integristas y poco integradores… Proponer o predicar la negación de los sentidos, de la que habla San Juan de la Cruz, resulta en nuestro tiempo, para la gran mayoría de los evangelizadores y educadores en la fe, algo absolutamente arcaico, extemporáneo y fuera de lugar.

Percibimos una tendencia generalizada a rechazar abiertamente actitudes y comportamientos de la espiritualidad clásica, que tantos frutos de santidad han dado a lo largo de los siglos, como si ahora, paradógicamente, se hubiese descubierto que eran menos comprometidos, misioneros y eficaces que los estilos exhibicionistas, autorreferenciales y secularizados, tan en boga, pero que acaban convirtiéndose en una suerte de coqueteo con la mundanidad.

Así es como el Diablo siembra la duda, estimula los apetitos y prepara la trampa. Ahora bien, no nos equivoquemos, la caída no es la principal victoria del Enemigo, menos aún si, tras los sentimientos de autodesprecio por la propia torpeza, el peso de la conciencia lleva al penitente a elevar humildemente la mirada a Dios, que nos acoge una y otra vez con ternura paternal.

El Maligno disfruta bastante más al lado de los hermanos mayores del hijo pródigo, contemplando el señalamiento público, que despoja de dignidad al pecador y lo sitúa como al publicano frente al fariseo, como a la adúltera ante los lapidadores, propiciando toda clase de juicios despiadados y ataques injustificados, al poner en marcha un tsunami de descrédito que se propaga en círculos concéntricos y termina ahogando a todos por igual.

El padre de la Mentira conoce bien las argucias que hay que emplear para conseguir la expansión del mal. Como maestro del engaño y la confusión, bajo capa de trasparencia esconde la difamación, tras la máscara de la justicia oculta la crueldad. Así, con el arte del camuflaje, decididamente provoca lo que dice querer evitar.

No es fácil escapar a las seducciones de Satanás en sus múltiples manifestaciones e innumerables caretas. La falta de perspectiva, la ceguera mental, la escasa empatía, y sobre todo los intereses ajenos a la fe, se prestan tristemente a hacer el juego al Demonio, pensando que se actúa con rectitud de corazón. Y es que, como ya dijo alguien en el primer milenio, el infierno está empedrado de buenas intenciones.

Por eso, que nadie se lleve a error pensando que lo diabólico forma parte de un acervo mítico o se localiza en una sola dirección, porque el Príncipe de las tinieblas, como asegura el Apocalipsis, tiene siete cabezas y diez cuernos, y un especial gusto por las diademas.

Gracias a Dios, los poderes de este mundo pasan, y el único que ostenta la corona, signo de la unidad, es Cristo, nuestro Rey.

Juan Antonio Moya Sánchez
Sacerdote y Psicólogo

 

10 comentarios

Joaquín Díaz Atienza
Muy acertado y oportuno diagnóstico de nuestra situación actual realizado desde la fe. Sin embago, el contenido del artículo encaja igualmente en una visión atropológica no religiosa. Estamos dando primacía a las pulsiones más profundas y oscuras de nuestro mundo institintivo al precio de que los valores morales que nos hacen ser dignos, solidarios y empáticos con el sufrimiento y las alegrías del ser humano vayan desapareciendo.
Estamos vaciando nuestra alma de los valores del Evangelio que mayor diagnidad han proporcinado al ser humano a lo largo de su historia para, como preocizaba Nietzsche, Marcuse Reich y otros, sembrarla con los contravalores de la modernidad. La liberación de los instintos al precio de perder la razón. En nombre de la libertad nos van haciendo cada día más esclavos...
José Antonio, le felicito por su magnífico artículo.
20/10/22 6:35 PM
René Girón
Padre Moya: cómo puede acontecer que uno siga las mentiras demoníacas "de buena fe"?; cómo puede ser tan incauto uno de pecador??; cómo es que perdemos la capacidad de distinguir el Bien del mal?
20/10/22 7:12 PM
JSP
1. Domine Juan Antonio, buen artículo.
2. Solo una duda que me surgió en: "el Príncipe de las tinieblas, como asegura el Apocalipsis, tiene siete cabezas y diez cuernos, y un especial gusto por las diademas."
3. El Dragón rojo, la serpiente antigua es Satanás. Pero, esa bestia es el trono y la potestad de los hijos (hombre-viejo) de Satanás. Los cuernos el poder y las diademas los reinos.
20/10/22 9:13 PM
Maricruz
Doy gracias a Dios por echar luz al entendimiento.
Dios lo guarde, estimado padre Juan Antonio
21/10/22 3:40 PM
Mari
Yo ando estos días preguntándome como defender mi dignidad sin dañar la dignidad de los demás. Dañar la dignidad de una persona es crueldad y lo que se siembra se recoge.
21/10/22 11:43 PM
Angeles Wernicke
Valiente artìculo, hoy dìa atreverse a hablar del demonio y sus trampas es gran osadìa...! Gracias, Juan Antonio Moya Sànchez, Dios te bendiga! Tambièn Cristo hablò mucho y claro del demonio.
23/10/22 12:54 AM
Marian
MAGNÍFICO. Gracias una vez,D.Juan Antonio por llevarnos a pensar sobre temas que en el día a día tendemos a obviar, y no solemos abordar desde una profunda reflexión y (auto)crítica.
23/10/22 6:31 PM
Jorge Cantu
Me parece que hoy en día, a la par del señalado fariseísmo autosuficiente, se nos cuela en la Iglesia hasta las más altas esferas y con aires de autenticidad evangélica el 'misericordismo', también hipócrita y diabólico, que en aras de la piedad y 'comprensión' hacia el pobre prójimo pecador, llega a negar todo pecado (o lo reserva a actos tales como talar un árbol, comer un animal, no reconocer la 'identidad de género' caprichosa de cierta persona...) y a castrar nuestra capacidad incluso de discernir entre el pecado y la virtud, de manera que hasta Judas Iscariote sería, bajo esta 'lógica', digno de encomio, pues tuvo la 'virtud' de contribuir a la redención con su traición, ya que, en la lógica de estos teólogos modernos de pacotilla, él fue también "dócil para contribuir con su parte en el plan de Dios para nuestra Salvación". Al pecador egoísta y soberbio lo convierten casi en 'corredentor', mientras que a la verdadera Corredentora, la humilde esclava del Señor, le niegan de manera agresiva e indignada ese carácter.

En boca de Satanás: "¡muera la verdad, que viva la confusión para que triunfen la mentira y el mal!".
25/10/22 2:07 AM
Lau
Muy oportuno el mensaje.
Gracias Pater!
+
30/10/22 5:34 PM
Abigail Franklin Manrique
Me ha gustado éste artículo ..asi vivimos camuflados en un mundo de mentiras y manipuladores..hoy día con las redes sociales..el final és la victoria, cuándo volvemos a nuestro Señor Jesucristo..
Muchas gracias Padre, Juan Antonio.
Dios le conceda, salud y sabiduría .por muchos años de vida..
Abigail .

10/10/23 7:12 AM

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