Toda persona tiene derecho a nacer. La vida es el primer derecho y el fundamento de todos los demás. Las leyes y más todavía una Constitución política están hechas para defender a los más débiles e indefensos de la arbitrariedad y abuso del más fuerte.
El reconocimiento y el cumplimiento de normas morales absolutas, sin excepción, es la mejor garantía del respeto de la dignidad de la persona humana y es el mayor antídoto a todo tipo de tiranías y totalitarismos. Expresión de estas normas absolutas son los Diez Mandamientos, uno de los cuales es «No matarás»(Ex 20,13).
Cuando quien detenta el poder no obedece la ley de Dios se convierte en un tirano. Da lo mismo si se trata de una solo persona, de un grupo o de todo un pueblo, de una dictadura o de una democracia.
Oponerse a la legalización del aborto y a una Constitución que lo favorece no es por una razón de partidismo político, ni por ser de derecha, de izquierda o de centro. Ni siquiera es solo por razones religiosas. Es simplemente una razón de humanidad.
Toda persona por el solo hecho de serlo posee una dignidad inalienable que nadie puede violar. Esta dignidad es fundamento del respeto debido a los derechos humanos. Se ha de condenar todo atropello a la dignidad de la persona: tortura, injusta discriminación de la mujer, manipulación de conciencia, abuso sexual, terrorismo, secuestro, etc.
¡Cuánto más se ha de condenar el asesinato del niño en el vientre de su madre! El hijo por nacer es inocente de toda culpa, es la más indefensa de las personas. Una Constitución no puede avalar el crimen abominable del aborto, que es la peor violación de los derechos humanos.
En el caso del proyecto constitucional, se aplican las palabras del Papa Francisco: Entre los «más débiles… están también los niños no nacidos, que son los más indefensos e inocentes de todos, a los que hoy se quiere negar su dignidad humana… quitándoles la vida y promoviendo una legislación para que nadie pueda impedirlo»(EG 213).
+Mons. Francisco Javier Stegmeier
Obispo de Villarrica.
Publicado originalmente en la web de la diócesis de Vilarrica