Para en todo amar y servir
(Apostando por los Ejercicios Espirituales)
1. 500 años de una conversión. Concretemos.
Los sueños que Dios ha depositado en lo más profundo de nuestro corazón forman el pentagrama en el que Dios se dispone a escribir la historia de salvación en cada uno de nosotros. Malo será confundir la esperanza con nuestros deseos devaluados, pero tampoco debemos tener miedo a explorar los auténticos deseos que anidan en cada uno de nosotros, porque son reveladores de la plenitud que Dios quiere concedernos.
Íñigo de Loyola fue un hombre profundamente apasionado, en cuyo corazón bullían multitud de deseos… Comenzó buscando la gloria de este mundo, para finalmente, terminar descubriendo que solo la búsqueda de la gloria de Dios es capaz de saciar el deseo de plenitud que tiene todo hombre.
Cada uno de nosotros necesita recorrer un camino similar hasta llegar a entender que nuestro deseo de felicidad coincide al milímetro con la llamada a la santidad que Jesús nos dirige en su Evangelio. Ser feliz y ser santo no son dos cosas distintas, sino una misma realidad vista desde dos ángulos: desde el corazón del hombre y desde la revelación de Dios. Cuando uno llega a esta profunda convicción podemos decir que ha experimentado su primera conversión.
Concluimos la celebración de los 500 años de aquella primera conversión de San Ignacio, acontecida durante su convalecencia en Loyola. Es de justicia que nos hagamos ahora la pregunta sobre cuál pueda ser la principal conclusión o aportación de este año conmemorativo que se inició el 20 de mayo de 2021 y se ha extendido hasta el 31 de julio de 2022. Sería de lamentar que todo hubiese quedado reducido a unos actos conmemorativos.
Pues bien, he aquí el instrumento más práctico y eficaz dado a luz por San Ignacio tras su primera conversión: los Ejercicios Espirituales. En ellos encontramos un itinerario luminoso para vivir nuestra existencia en permanente estado de conversión, más allá de nuestras miserias, en la esperanza de que el Espíritu Santo coronará la obra buena que comenzó en nosotros.
2. Te presento este tesoro…
Los Ejercicios Espirituales que San Ignacio de Loyola recibió del Espíritu Santo y entregó a la Iglesia, han marcado la vida de muchos de nosotros. Gracias a ellos hemos experimentado la grandeza del amor de Dios, y bajo su mirada hemos comprendido lo que es el hombre y quiénes somos; nuestra identidad más profunda. Nos han mostrado cómo conocer y amar al Padre y cómo vivir nuestra condición de hijos de Dios. Hemos encontrado un cauce seguro para perseverar en el camino emprendido en el bautismo.
Ciertamente, los Ejercicios Espirituales de San Ignacio no son un legado para unos pocos, sino para la Iglesia Universal. Se trata de un tesoro que ha sido encarecidamente recomendado en el magisterio de muchos Papas y, por supuesto, testimoniado por aquellos que se han introducido en él en primera persona. En concreto, el Papa Francisco ha propuesto los Ejercicios Espirituales como camino para adentrarnos en una profunda experiencia de Dios, sin limitarnos a ‘hablar de oídas’: «Quien vive los ejercicios espirituales de modo auténtico experimenta la atracción, el encanto de Dios, y vuelve renovado, transfigurado a la vida ordinaria, al ministerio, a las relaciones cotidianas, trayendo consigo el perfume de Dios».
Es obvio que Íñigo de Loyola nunca imaginó que la experiencia de renovación interior que vivió en Manresa, que ha quedado plasmada en los Ejercicios Espirituales, pudiera llegar a cambiar el rumbo y la vida de millones de personas a lo largo de estos cinco siglos.
3. Te lo recomiendo…
3.1. A ti, sacerdote
A ti, hermano sacerdote, que como Marta tienes el peligro de estar ocupado en las cosas de Dios, pero sin la debida relación personal con nuestro Señor Jesucristo (cfr. Lc 10, 38ss). A ti que necesitas acoger la invitación de Jesús: «Venid a mí los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré» (Mt 11, 28). A ti que te sientes interpelado cada vez que escuchas las palabras del ángel a la Iglesia en Éfeso: «Conozco tus obras, tu fatiga, tu perseverancia, que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que se llaman apóstoles, pero no lo son, y has descubierto que son mentirosos. Tienes perseverancia y has sufrido por mi nombre y no has desfallecido. Pero tengo contra ti que has abandonado tu amor primero» (Ap 2, 2-3). Se trata de responder al proyecto de Dios sobre nuestra vida y servir con alegría siendo testigos del Evangelio.
3.2. A ti, consagrado
Hago mías las palabras de Benedicto XVI en el marco de una reunión con la FIES, a la hora de invitarte a ti, consagrado o consagrada: «Junto a otras formas muy loables de retiro espiritual, no debe nunca faltar la participación en los Ejercicios Espirituales, caracterizados por ese clima de silencio completo y profundo, que favorece el encuentro personal y comunitario con Dios y la contemplación del rostro de Cristo».
Los Ejercicios Espirituales son para los consagrados un instrumento privilegiado para renovar su relación esponsal con Jesucristo. Y es que a veces es necesario acudir al desierto para poder escuchar las palabras del esposo con quien convivimos habitualmente. Así lo sugiere el profeta Oseas: «Le pediré cuentas de los días en que quemaba incienso a los ídolos. Ataviada con su anillo y su collar, corría detrás de sus amantes, y a mí, me olvidaba –oráculo del Señor–. Por eso, yo la persuado, la llevo al desierto, le hablo al corazón, le entrego allí mismo sus viñedos, y hago del valle de Acor una puerta de esperanza. Allí responderá como en los días de su juventud, como el día de su salida de Egipto. Aquel día –oráculo del Señor– me llamarás ‘esposo mío’, y ya no me llamarás ‘mi amo’.» (Oseas 2, 15-18)
3.3. A ti, laico.
En el momento presente disponemos, gracias a Dios, de diversos instrumentos para un primer anuncio del Evangelio, que están permitiendo que muchas personas vivan la experiencia de un profundo encuentro con Cristo que cambia el rumbo de sus vidas. Sin duda este tipo de retiros de impacto inicial son un gran kairós -un tiempo de gracia- para la Iglesia. Se trata de experiencias especialmente vivas e intensas, pero que han sido diseñadas para ser realizadas una vez en la vida, sin la pretensión de reiteración. Por ello, es claro que estas experiencias fuertes de encuentro con Cristo conviene que sean acompañadas, en el devenir de la vida, a través de la propuesta de los Ejercicios Espirituales, como gran ayuda para su consolidación y para iluminar todos los discernimientos necesarios tras producirse esta primera conversión, integrando así los Ejercicios Espirituales en un itinerario de Nueva Evangelización.
3.4. A ti comunidad parroquial.
Por otra parte, por lo que se refiere a la vida ordinaria de nuestras parroquias, la oferta de los Ejercicios Espirituales sale al paso del peligro de que la vida pastoral parroquial quede circunscrita a una serie de «servicios». La parroquia está llamada a ser, ante todo y sobre todo, el lugar de encuentro personal y comunitario con el Resucitado. Por ello, ante el riesgo de que algunos fieles puedan tener tan solo una experiencia superficial de Dios, la integración de los Ejercicios Espirituales en la vida parroquial ofrecerá el espacio adecuado para el encuentro de conversión.
Añadamos a esto último que los Ejercicios Espirituales anuales serán la mejor forma de alimentar y renovar a los agentes de pastoral que sirven al conjunto de la comunidad cristiana de forma fiel y abnegada.
4. Aprender a acompañar en la experiencia de los Ejercicios
No cabe duda de que para poder vivir esta experiencia de los Ejercicios, es necesario que haya personas dispuestas a formarse con la intención de poder acompañar en el camino. San Ignacio nos dejó el itinerario o recorrido de los Ejercicios de una manera muy bellamente estructurada, pero es necesario profundizar en su espiritualidad y en el acompañamiento para poder ser unos buenos instrumentos del Señor, a la hora de ofrecer los Ejercicios Espirituales. Para esto se necesita ponerse en la actitud del discípulo. De esta manera se podrá mostrar a otros la fuerza poderosa que tiene en el alma.
Como ayuda, desde nuestra Diócesis nos disponemos a ofrecer dos instrumentos de formación:
El primero tendrá lugar en la Cátedra de Espiritualidad San Juan de Ávila del Instituto Teológico «Cor Christi» de Alicante, los martes por la mañana, a lo largo del curso 2022-2023: Se impartirá un curso de capacitación sobre «Dirección espiritual y Ejercicios Espirituales». Profesores expertos en espiritualidad cristiana nos enseñarán este arte de la dirección y de la predicación de los Ejercicios espirituales. Está dirigido a seminaristas, sacerdotes, consagrados y laicos que se sientan llamados a participar en este gran reto de poner los Ejercicios Espirituales, al mismo tiempo que el acompañamiento espiritual, en el centro de la propuesta pastoral eclesial.
El segundo será una serie de videos formativos sobre el mismo tema que en un tono más divulgativo, iremos colgando en el canal de YouTube de nuestra Diócesis de Orihuela-Alicante.
5. Entrenando misioneros para formar santos.
Me atrevo a pediros, de corazón, que nos pongamos todos en camino, con la mano fuertemente asida en el arado, con los ojos fijos en el que completa y alimenta nuestra fe: Cristo. Tomemos todos los medios que la Iglesia, Madre y Maestra, como depositaria de los tesoros divinos, pone a nuestro alcance. Y, de un modo concreto, los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Se trata de crear un nuevo estilo de vida en el que la contemplación, la meditación, el discernimiento y el sentir con la Iglesia formen parte de nuestra vida cotidiana y nos acompañen a lo largo de toda la vida.
Alguien dijo que «solo los enamorados enamoran». Descubrir el amor de Dios y experimentarlo lleva a concentrar todas nuestras energías en que Él sea conocido y amado por todos. Los Ejercicios Espirituales difieren mucho de otros métodos autorreferenciales que proliferan en nuestros días. No buscan como fin último el sentirse bien, sino ser ofrenda de amor para el mundo y, para ello, ordenar nuestra vida, de forma que en todo busquemos amar y servir, para mayor gloria de Dios.
Se da también la circunstancia de que se cumplen 100 años de la proclamación de San Ignacio de Loyola como Celestial Patrono de los Ejercicios Espirituales. Así lo hizo Pio XI el 25 de julio de 1922, en su Constitución Apostólica «Summorum Pontificum».
Pues lo dicho: «Para en todo amar y servir, apostemos por los Ejercicios Espirituales.»