Nos vamos acercando a la Navidad. Y esto que anteriormente era un hecho importante para todos, ha desaparecido en muchos ambientes. Primero fue trasladado por «las fiestas»; ya ni siquiera eso. Hay que retomar su celebración, incluso humanamente. Aunque sea para las «fiestas», la gente se reunía en familia, aunque fuera con poca práctica religiosa, y poca fe; ahora ni siquiera eso.
Ante esto, los católicos no debemos desanimarnos; y seguir anunciando, con pasión, a Jesucristo. Debemos recuperar, con fuerza, las realidades cristianas; y, por lo tanto, humanas. Nadie puede afligirse por ello. Aun en nuestro mundo descristianizado, Navidad será siempre signo de Paz y Reconciliación. Hay que asociarse, entonces, al Hecho Navideño; que es, también, un hecho social y cultural. Si eso desaparece, desaparece todo.
El gran desafío para nosotros, los católicos, es recuperar la frecuencia de los sacramentos. Gran aporte haremos, en nuestras sociedades tan lejos de Dios, si empezamos nosotros, por casa, a vivir y celebrar con coherencia la Navidad. Tomemos como ejemplo a nuestros hermanos cristianos que son minoría, en países y contextos culturales con declarada persecución a la Fe. Ahí no hay lugar para ser tibios. El suyo es un ejemplo admirable de fe, y coraje. Por lo tanto, mucho ánimo, para rehacer, todo lo que podamos; especialmente en nuestro Occidente hostil al Señor, y su Iglesia. Nos servirá para ello, comprender definitivamente que la Navidad no es un fenómeno anual; sino una realidad de cada día. De ello depende, en buena medida, que la Iglesia viva. Debemos ser católicos, en serio, todos los días del año; y no solo intentar serlo en una sola jornada.
En otro orden, quiero agradecerles las oraciones, y los buenos deseos; que, a través de «InfoCatólica», y otros medios, me hicieron llegar creyentes y hombres de buena voluntad, de distintas partes del mundo. Fueron varios días, bien difíciles; con sucesivas intervenciones quirúrgicas. Gracias a Dios, me he sentido muy acompañado por las plegarias de todos; y fui muy bien atendido por las Hijas de San Camilo, su Capellán, y el muy eficiente equipo de médicos, y demás personal de salud. Ofrezco todo por la Iglesia; y, en particular, por los sacerdotes. Dios mediante, según me informan los profesionales, en los próximos días podré regresar al Hogar Sacerdotal.
Con honda gratitud, les dejo mi bendición en el Señor que Viene...
+ Héctor Aguer