Un amigo mío, que tiene una hija de seis años, me escribe entre horrorizado y divertido por la de momento última hazaña de las partidarias de la ideología de género.
Se trata de una carta que la directora del Instituto de la Mujer, la podemita Beatriz Gimeno, en la que recrimina a una empresa de San Sebastián de los Reyes por vender placas para la habitación de los niños que dicen: «Aquí duerme un pequeño héroe» o «aquí duerme un pirata», mientras para las de las niñas dicen: «aquí duerme una pequeña princesa», o aquí duerme la reina de la casa». La noticia de esta carta la ha dado el periódico ABC del 14 de Junio en su última página.
De ella copio literalmente estos dos párrafos:
«Este tipo de diseños, teniendo en cuenta sobre todo para el público al que están dirigidos, contribuye a fortalecer los estereotipos de género, vinculando exclusivamente a las niñas con el papel tradicional de princesas de cuentos y a los niños con roles vinculados a la acción, como los personajes de piratas o superhéroes.
Por este motivo quiero acogerme a su responsabilidad social que como empresa tienen para trasladarle estas observaciones y solicitarle que tengan en cuenta en el diseño de su producción en general, pero muy especialmente en aquéllos dirigidos al público infantil. Con ello puede contribuir a avanzar hacia una sociedad mucho más igualitaria para mujeres y hombres, lejos de roles estereotipados y discriminatorios».
Esta carta rezuma la ideología de género de las feministas radicales. La educación ha de ser unisex, violentando las tendencias naturales y los gustos de niños o niñas. Además no se tiene en cuenta lo que dice nuestra Constitución en su artículo 27-3: «Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones». Es decir, tengo todo el derecho a educar a mi hijo como a un niño y a mi hija como a una niña, lo cual acredita además que soy una persona normal con sentido común.
Pero el feminismo radical y la ideología de género intenta, partiendo desde la más tierna infancia, cancelar la diferencia entre varón y mujer, considerándolas como un simple efecto de un condicionamiento histórico-cultural. Para esta línea más extremista, la diferencia entre los «géneros» humanos aparece en el curso de la historia, es creada por la sociedad y es, por tanto, cultural. En esta concepción, la diferencia corpórea, llamada sexo, se minimiza, mientras la dimensión estrictamente cultural, llamada género, se subraya al máximo y se considera primaria, hasta el punto de que cada individuo escoge el sexo y el modo de vida que más le atrae.
Una de las mujeres más importantes del siglo XX, Golda Meir, que llegó a primera Ministro de Israel, respondiendo a una pregunta sobre el movimiento femenino de liberación de la periodista Oriana Fallaci, dijo esto: «¿Se refiere a esas locas que queman los sostenes y andan por ahí desquiciadas y odian a los hombres? Son locas, locas. ¿Cómo se puede aceptar a locas como ésas, para quienes quedar encinta es una desgracia y tener hijos es una catástrofe? ¡Si es el privilegio mayor que nosotras las mujeres tenemos sobre los hombres!».
Golda Meir es una de las mujeres que llegaron lejos por su valía personal. Por cierto cuando murió Pío XII, declaró en la ONU en 1958, con motivo de su muerte: «Durante los diez años del terror nazi, cuando nuestro pueblo sufrió un espantoso martirio, la voz del papa se elevó para condenar a los verdugos y para expresar su compasión hacia las víctimas. ¡Hemos perdido a un gran Servidor de la Paz!». Y creo que Golda Meir sobre el Holocausto y la persecución a los judíos, sabía algo.
Estos días la Iglesia Católica honra como santa del día a otra gran mujer: Santa María Micaela del Santísimo Sacramento, que vivió en el siglo XIX, fundadora de las Adoratrices, que dedicó su vida a la promoción de la mujer, en especial a la redención de prostitutas y a evitar que otras muchas cayesen en esa desgraciada profesión.
Y termino con una pregunta: ¿quién es más auténticamente feminista: nuestras feministas radicales como Irene Montero o Beatriz Gimeno o gente como Golda Meir o Santa María Micaela?
Pedro Trevijano