El “sentido común” es el modo de pensar en el que pueden coincidir la generalidad de las personas. No se apartan los obispos de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal de lo que la razón puede considerar por sí misma en la “Declaración sobre el anteproyecto de Ley de Aborto: Atentar contra la vida de los que van a nacer, convertido en derecho”.
Siete son las afirmaciones principales que se desglosan en este documento: 1ª). No es de recibo que la mera voluntad de la gestante anule el derecho a la vida del que va a nacer. Querer convertir el aborto en un derecho es “una fuente envenenada de inmoralidad e injusticia”. 2ª) No se puede invocar la salud como excusa para eliminar a los que van a nacer, porque “abortar no es nunca curar, es siempre matar”. 3ª) Para justificar su eliminación, se niega o se devalúa al ser humano; sin embargo, “donde hay un cuerpo humano vivo, hay persona humana y, por tanto, dignidad humana inviolable”. 4ª) El aborto no apoya a la mujer; la deja sola con el trauma y las graves secuelas que acarrea. 5º) El asunto del aborto no es algo meramente privado, sino que afecta a toda la sociedad y, en consecuencia, al Estado. 6ª) Se pretende instrumentalizar la educación para que los ciudadanos acepten pacíficamente el aborto. 7ª) La legislación que se propone es peor aun que la actual y, en consecuencia, “ningún católico coherente con su fe podrá aprobarla ni darle su voto”.
Cuando las aguas retornen a su cauce, y el sentido común vuelva a ser reconocido como tal, la Iglesia – y quienes compartan el patrimonio de valores a los que puede llegar, si no se ciega, la razón humana – no podrá ser acusada de callar ante lo que Julián Marías calificaba “sin excepción” como lo más grave que ha acontecido en el siglo XX: la aceptación social del aborto.
Guillermo Juan Morado, sacerdote