Es cada día mayor el número de voces que se alzan para señalar los peligros y las desviaciones de la buena doctrina católica, ya en acto en los documentos preparados para encauzar y dirigir las intervenciones en el próximo Sínodo de la Amazonia.
A estas voces de cardenales, obispos y teólogos conocidos, se ha unido la voz de Thomas Stark, profesor de filosofía en la Universidad austriaca de St. Pölten, quien subraya que tiene muy poco sentido considerar la Amazonia como «un lugar teológico»; o sea, un lugar donde de alguna manera podemos descubrir la Revelación de Dios a los hombres.
Es cierto que el Concilio Vaticano II dijo que en algunas religiones no cristianas se puede encontrar «un rayo de la verdad que ilumina a todos los hombres». Y, a la vez, buenos y serios teólogos como Marie-Joseph Nicolas, señalan que « no es posible ver en esas religiones una revelación divina propiamente dicha que habría tomado formas diversas, irreductibles las unas a las otras».
¿Podemos descubrir una revelación del amor de Dios en lugares donde se da el infanticidio, y la vida de la persona humana apenas es respetada? ¿De verdad, se puede decir que en la Amazonia se manifiestan las caricias de Dios que se encarna en la historia?
En contraste con esa disposición que quiere transmitir el «instrumentum laboris», han caído en mis manos los catecismos aprobados en el III Concilio Provincial de Lima, celebrado el año 1583, preparados para la evangelización de los Indios. El fruto de esa evangelización está a la vista de todos.
La palabra de Dios y la Verdad de Cristo ha llegado hasta los últimos rincones del continente; hombres y mujeres hispano parlantes de América están ya en los altares; y tantas familias de esos países dan un testimonio de Cristo en todos los rincones de la tierra.
Los misioneros que siguieron a Colón, a Hernán Cortés, a Pizarro, etc., etc., no iban a aprender de las culturas indígenas como tratar mejor la naturaleza, ni como resolver la deuda ecológica, ni como mejorar su relación con el medio ambiente. Fueron a anunciarles la Verdad y la Luz de Cristo que les daría a todos la capacidad de descubrir el sentido divino de sus vidas, de sus trabajos, la alegría de trabajar para el bien de los demás, y la esperanza de gozar del Cielo, la Vida Eterna, porque le llevaría a descubrir el amor de Dios que quería que fueran hijo suyos en Cristo Jesús.
Copio casi todo el catecismo breve que ese concilio preparó para «los rudos y ocupados», en lenguaje de la época; y que me he limitado a escribirlo en castellano actual.
«Decidme, hay Dios». -Si Padre, Dios hay. ¿Cuantos Dioses hay? .-Uno solo, no más. ¿Donde está este Dios? .-En el cielo, y en la tierra y en todo lugar». ¿Quien es Dios? .-Es el Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo: que son tres personas y un solo Dios. (…) Pues el Sol, la Luna, Estrellas, Luceros, Rayos, no son Dios? .-Nada de eso es Dios, mas son hechura de Dios, que hizo el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos, para el bien del hombre. ¿Cuál es el bien del hombre? .-Conocer a Dios y
alcanzar la gracia y a amistad y gozar de Él después de la vida, en el cielo.-
¿Cómo alcanza el hombre la gracia de Dios en esta vida, y después la vida eterna en el Cielo?. -Creyendo en Jesucristo y guardando la ley. ¿Quién es Jesucristo? .- Es Dios y hombre verdadero, que siendo Hijo de Dios , se hizo hombre en el vientre de de la virgen María, y nació quedando ella virgen, y murió en a Cruz para librar a los hombres del pecado. Y cómo murió si era Dios? .-Murió en cuanto hombre; y luego al tercer día resucitó; y después subió a los Cielos, y vive y reina para siempre sin fin. Dime ahora, ya que Cristo murió por todos, ¿se salvan todos los hombres? .- Los que no creen en Jesucristo y los que aunque tienen fe, no tienen obras, ni guardan la ley, no se salvan: serán condenados a penas eternas del infierno(...).
«Dime, los malos que han pecado, ¿tienen algún remedio para no ser condenados?. -Si no son bautizados, el único remedio es hacerse cristianos, hijo de Dios y de la Iglesia, por el bautismo. (…). Y si son bautizados y han vuelto a pecar, ¿qué han de hacer para no ser condenados? .- Confesar los pecados al sacerdote, arrepintiéndose de ellos. Y haciendo eso, ¿serán salvos?. - Sí serán si permanecen en cumplir los mandamientos de Dios y de la santa Iglesia, que son amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo».
Los misioneros hablaron claramente de Dios Creador y Padre, de la divinidad de Cristo, del Cielo, del pecado, de la salvación, de la condena, del infierno, de los sacramentos, del arrepentimiento; palabras que apenas se vislumbran en el «instrumentum laboris» del próximo sínodo. Sus palabras y sus acciones llegaron a casi todas las tribus de América. Y como sabían que, sin excepción. todos somos pecadores habrán enseñado también que, si un pecador que no conoce a Jesucristo se arrepiente de sus pecados según le enseña la voz de Dios a través de su conciencia que descubre ejerciendo su buena voluntad, también se puede salvar.
Evangelizaron en el nombre del Señor; no se dedicaron a diálogos inútiles. Y Nuestra Señora de Guadalupe movió el corazón y la cabeza de todos los Juan de Diego que les escucharon.